5/8/21

Daniel Ortega

Por Noam Chomsky

Imagen tomada de https://bit.ly/367uvvY

Ortega nunca me ha inspirado confianza. Se desprestigió completamente en los años noventa cuando hizo el pacto con Arnoldo Alemán, el anterior presidente de Nicaragua, un gángster extremadamente corrupto. Los dos juntos, con el Frente Sandinista de Liberación Nacional–el partido sandinista–, controlado por Ortega, y con el partido de Alemán, el Partido Liberal Constitucional, evitaron que Alemán recibiese su castigo y que, durante su legislatura, se tomase alguna medida de importancia en beneficio del país, algo que, por otro lado, era bastante improbable. Ortega ha resultado ser otro oportunista de derechas. Siempre fue un oportunista. Aún tiene seguidores fieles entre los nicaragüenses comprometidos con los antiguos ideales sandinistas, pero es un espejismo.

Nicaragua es un lugar sórdido. Actualmente es el segundo país más pobre del continente americano. Gran parte de la población activa está en el extranjero, sobre todo en Costa Rica, pero también en Estados Unidos y en otros países. El desarrollo es nulo, pero hay mucha riqueza. Este esplendor puede contemplarse dando una vuelta en coche por Managua. Uno puede comprar lo que quiera. Pero luego están los niños que limpian los parabrisas a cambio de un córdoba para poder pasar la noche. Nicaragua ha decaído mucho desde que Estados Unidos volvió a hacerse con el control del país en 1990. Y Ortega sigue la corriente. Sus amigos y él se enriquecieron y se entenderán perfectamente con Alemán y su círculo. No creo que los inversores estadounidenses tengan por qué estar preocupados. Desde luego, no parece que lo estén. Ni tampoco la élite empresarial de Nicaragua, que es multimillonaria, como en la mayoría de los países del Tercer Mundo.

Nicaragua es el país centroamericano que ha seguido más fielmente las directrices del FMI. Es el único que privatizó la energía y, como era de esperar, sufre una grave escasez, mucho peor que la de los demás países. Guatemala está bastante mal, pero Nicaragua está peor. En cambio, Costa Rica, el único país centroamericano que funciona bien y, por cierto, el único que Estados Unidos no ha invadido, dispone de un sistema energético que está alcanzando el 100 por 100 de sostenibilidad.

Chomsky, N. (2007), Lo que decimos, se hace, Península, Barcelona.

29/7/21

Los libros

Por Carl Sagan

El noventa y nueve por ciento del tiempo de existencia de humanos en la Tierra, no había nadie que supiera leer ni escribir. Todavía no se había hecho el gran invento. Aparte de la experiencia de primera mano, casi todo lo que sabíamos se transmitía de manera oral. Como en el juego infantil del «teléfono», durante decenas y centenares de generaciones la información se iba distorsionando lentamente y acababa perdida.

Los libros lo cambiaron todo. Los libros, que se pueden comprar a bajo coste, nos permiten preguntarnos por el pasado con gran precisión, aprovechar la sabiduría de nuestra especie, entender el punto de vista de otros, y no sólo de los que están en el poder; contemplar –con los mejores maestros– los conocimientos dolorosamente extraídos de la naturaleza por las mentes más grandes que jamás existieron, en todo el planeta y a lo largo de toda nuestra historia. Permiten que gente que murió hace tiempo hable dentro de nuestras cabezas. Los libros nos pueden acompañar a todas partes. Los libros son pacientes cuando nos cuesta entenderlos, nos permiten repasar las partes difíciles tantas veces como queramos y nunca critican nuestros errores. Los libros son la clave para entender el mundo y participar en una sociedad democrática.

Fuente: Sagan, C. (1980), Cosmos, Planeta, Barcelona.

22/7/21

Cuando los pobres ganan dinero

Por Roberto Bolaño

El dinero, dijo Seaman, en el fondo era un misterio y él no era, por sus nulos estudios, la persona más adecuada para hablar de ese tema. No obstante tenía dos cosas que decir. La primera era que no estaba de acuerdo en la forma en que gastaban su dinero los pobres, sobre todo los pobres afroamericanos. Me hierve la sangre, dijo, cuando veo a un chulo de putas paseándose por el barrio a bordo de una limousine o de un Lincoln Continental. No lo puedo soportar. Cuando los pobres ganan dinero deberían comportarse con mayor dignidad, dijo. Cuando los pobres ganan dinero, deberían ayudar a sus vecinos. Cuando los pobres ganan mucho dinero, deberían mandar a sus hijos a la universidad y adoptar a uno o más huérfanos. Cuando los pobres ganan dinero, deberían admitir públicamente que han ganado sólo la mitad. Ni a sus hijos deberían contarle lo que en realidad tienen, porque los hijos luego quieren la totalidad de la herencia y no están dispuestos a compartirla con sus hermanos adoptivos. Cuando los pobres ganan dinero deberían guardar fondos secretos para ayudar no sólo a los negros que están pudriéndose en las cárceles de los Estados Unidos, sino para fundar empresas humildes como lavanderías, bares, videoclubs, que generen ganancias que luego se reviertan íntegramente en sus comunidades. Becas de estudio. Aunque los becarios acaben mal. Aunque los becarios acaben suicidándose de tanto escuchar rap o en un arrebato de ira asesinen a su profesor blanco y a cinco compañeros de clase. El camino del dinero está sembrado de tentativas y fracasos que no deben desanimar a los pobres enriquecidos o a los nuevos ricos de nuestra comunidad. Hay que aplicarse en ese punto. Hay que sacar agua no sólo de las rocas sino también del desierto. Aunque sin olvidar que el dinero siempre será un problema pendiente, dijo Seaman.

Fuente: Bolaño, R. (2004), 2666, Anagrama, Barcelona.

15/7/21

El sentido de nuestras vidas sin sentido

Por Jesús Mosterín
¿Qué hemos de hacer los humanes actuales, si queremos comportarnos racionalmente de un modo colectivo? Hemos de cambiar nuestros modales y valores, no debemos obsesionarnos con los bienes de propiedad y de consumo, hemos de aprender a sacar más jugo a las fuentes casi inagotables de goce y de placer que apenas gastan energía y no consumen materias primas, como las relaciones personales, la amistad, el sexo, la lectura, Internet, el contacto y comunión con la naturaleza y la contemplación intelectual. Hemos de promover el progreso de la ciencia como núcleo de la cultura completamente racionalizada, orientando los desarrollos tecnológicos en la dirección más relevante para la consecución de nuestros fines. Hemos de llegar a una sociedad humana global, sin estados soberanos ni ejércitos que los guarden, pero con una policía y un sistema judicial mundiales. Hemos de llegar a una economía abierta y estable del reciclaje circular de los materiales y de la solución a largo plazo del problema energético. Hemos de estabilizar la población a un nivel óptimo. Hemos de desarrollar una nueva actitud ante la vida, a la vez racional y sensual, escéptica y comprometida, serena y completamente racional.
El universo es como es, sometido a leyes inexorables que solo nos es dado conocer y acatar. El ámbito del destino (lo que se escapa a nuestras posibilidades de decisión y control) es mucho mayor que el de la libertad. Pero esta, por limitada que sea, existe y tiene gran relevancia para la felicidad humana.
Alguien nos puede objetar que tratamos de trascender lo efímero de nuestra vida individual en una cultura igualmente efímera; que buscamos una cultura estable y duradera, pero que en cualquier caso no durará más que la perecedera humanidad. No solo pasan los individuos, sino también las especies. Algún día lejano nuestro sol, convertido en gigante rojo, calcinará sus propios planetas, incluido el nuestro. Y en definitiva, ¿qué? En definitiva, nada. Todo, provisionalmente. Y después de todo, ¿qué? Después de todo, nada.
Antes de morir, digamos: Hemos lanzado una mirada lúcida sobre el universo ingente. Nos hemos encarado con nuestros problemas y no hemos buscando consuelos ilusorios. Hemos gozado de la vida en la medida en que de nosotros dependía y solo el destino implacable ha marcado los límites de nuestra felicidad. Hemos aceptado el destino y la muerte, pero no nos hemos doblegado ante los ídolos. Hemos templado la cultura de nuestros padres en el fuego de la razón, y hemos fraguado un instrumento dúctil para la consecución de nuestros fines, fines que son más anchos que nuestra vida y se desparraman en el tiempo. Este es el sentido que hemos dado a nuestras vidas sin sentido.
Fuente: Mosterín, J. (1978), Lo mejor posible, Alianza Editorial, Madrid.

8/7/21

Mala conciencia

Por Albert Camus

Marx … puso el trabajo, su degradación injusta y su dignidad profunda, en el centro de su pensamiento. Se alzó contra la reducción del trabajo a una mercancía y del trabajador a un objeto. Recordó a los privilegiados que sus privilegios no eran divinos, ni la propiedad un derecho eterno. Dio mala conciencia a quienes no tenían derecho a mantenerla en paz y denunció, con una profundidad inigualable, a una clase cuyo crimen no residía tanto en haber tenido el poder cuanto en haberlo usado para los fines de una sociedad mediocre y sin verdadera nobleza. Le debemos la idea, que constituye la desesperación de nuestra época –pero aquí la desesperación vale más que toda esperanza–, de que cuando el trabajo es una degradación, no es la vida, aunque cubre todo el tiempo de la vida. ¿Quién, a pesar de las pretensiones de esta sociedad, puede dormir en ella en paz, sabiendo en lo sucesivo que obtiene sus goces mediocres del trabajo de millones de almas muertas? Exigiendo para el trabajador la verdadera riqueza, que no es la del dinero, sino la del tiempo libre o de la creación, reclamó, pese a las apariencias, la cualidad del hombre. Con esto, puede afirmarse rotundamente, no quiso la degradación suplementaria que en su nombre se ha impuesto al hombre. Una frase suya, por una vez clara y tajante, negó para siempre a sus discípulos triunfantes la grandeza y la humanidad que él sí poseía: «Un objetivo que requiere medios injustos no es un objetivo justo».

Fuente: Camus, A. (1951), El hombre rebelde, Alianza Editorial, Madrid.


1/7/21

Me alegro de estar vivo

Por Bertrand Russell

En invierno, el clima de Pekín es muy frío. El viento sopla casi siempre del norte, trayendo aire helado de las montañas mongoles. Cogí una bronquitis, pero no le hice caso. Cuando parecía haber mejorado, unos amigos chinos nos invitaron a unos baños termales que quedaban a dos horas de coche de Pekín. El hotel servía un excelente té y alguien sugirió que no era muy sensato tomar tanto té, pues podría estropear la cena. Yo protesté ante tanta prudencia, aduciendo que aquel podía ser el día del Juicio Final; y no me equivoqué, pues pasarían tres meses antes de que pudiera volver a disfrutar de una verdadera cena. De repente, después del té, me puse a temblar, y como una hora más tarde seguía temblando, decidimos que era mejor regresar de inmediato a Pekín. En el camino de vuelta se pinchó una rueda, y cuando estuvo reparada el motor no arrancaba. A esas alturas yo estaba casi delirando, pero los sirvientes chinos y Dora empujaron el coche hasta lo alto de la colina y en el descenso el motor empezó a funcionar de nuevo. Con el retraso encontramos cerradas las puertas de Pekín, y nos llevó una hora de llamadas telefónicas conseguir que nos las abrieran. Cuando finalmente llegamos a casa, yo estaba realmente muy enfermo. Antes de comprender lo que sucedía empecé a delirar. Me trasladaron a un hospital alemán, donde Dora me cuidaba de día y la única enfermera profesional inglesa de todo Pekín me atendía de noche. Cada tarde, durante dos semanas, los médicos pensaron que estaría muerto antes del amanecer. Salvo algunos sueños, no recuerdo nada de todo aquel tiempo. Cuando volví en mí no sabía dónde estaba y no reconocía a la enfermera. Dora me dijo que había estado muy enfermo y que casi había muerto, a lo que yo respondí: «Qué interesante», pero tan débil estaba que lo olvidé en cinco minutos y Dora tuvo que repetírmelo. Ni siguiera recordaba mi propio nombre. Pasado mi delirio, no dejaron de repetirme durante casi un mes que moriría en cualquier momento, pero yo nunca me lo creí. La enfermera que me atendió había destacado en su profesión; durante la guerra, había llegado a ser encargada de un hospital en Serbia. El hospital cayó en manos de los alemanes y las enfermeras fueron enviadas a Bulgaria. Nunca se cansaba de contarme su íntima amistad con la reina de Bulgaria. Era una mujer profundamente religiosa, y cuando yo empecé a mejorar me contó que había pensado seriamente si su deber no era dejarme morir. Por fortuna, su entrenamiento profesional pudo más que su sentido moral.

Durante todo el transcurso de mi convalecencia, y a pesar de la debilidad e incomodidad física, fui intensamente feliz. Dora se dedicaba a mí por completo, y su entrega me hacía olvidar todo lo desagradable. Al comienzo de mi convalecencia Dora descubrió que estaba embarazada, lo que fue motivo de inmensa felicidad para los dos. Desde aquella caminata con Alys en Richmond Green, había sentido dentro de mí, cada vez con mayor intensidad, el deseo de ser padre, hasta que al final se había vuelto una pasión arrolladora. Cuando supe que no sólo sobreviviría sino que además tendría un hijo me volví absolutamente indiferente a las circunstancias de mi convalecencia, a pesar de que padecí toda una serie de pequeñas enfermedades. El principal problema había sido una pulmonía doble, pero además tuve afecciones de corazón y de los riñones, disentería y flebitis. Nada de ello me impidió sentirme totalmente feliz, y a pesar de los pronósticos pesimistas, no sufrí ningún efecto secundario tras mi recuperación.

Estar tumbado en la cama y sentir que no iba a morir era una deliciosa sorpresa. Hasta ese día, siempre había creído ser fundamentalmente pesimista, y no valoraba el estar vivo. Entonces descubrí que respecto a esto me había equivocado por completo y que la vida me resultaba infinitamente dulce. En Pekín casi nunca llueve, pero durante mi convalecencia cayeron intensas lluvias que producían un delicioso aroma a tierra húmeda que llegaba a través de las ventanas; esto me hizo pensar lo horroroso que sería no volver a sentir aquel olor nunca más. Lo mismo me ocurría con la luz del sol y el sonido del viento. Junto a mi ventana había unas acacias muy bonitas que florecieron justo en el momento en que yo fui capaz de disfrutarlo. Desde entonces he sabido que en el fondo me alegro de estar vivo. Sin duda, la mayoría de la gente lo ha sabido siempre, pero yo no.

Fuente: Russell, B. (2010), Autobiografía, Edhasa, Barcelona.


24/6/21

Lo posible y lo imposible

Por Jesús Mosterín

El lenguaje y el pensamiento lingüístico son instrumentos formidables para enfrentarnos a los problemas que nos presenta la vida y el entorno, para resolverlos colectivamente y para satisfacer nuestras necesidades. Pero al tiempo que el lenguaje facilita nuestra vida, la complica. Y al tiempo que el pensamiento simbólico nos permite solucionar nuestros problemas reales, nos induce también a enredarnos en seudoproblemas sin sentido, extrapolando a lo invisible y lo imaginario pautas de preguntas y de respuestas que hemos aprendido a usar en lo visible y lo próximo. El animal prelingüístico se acurruca aterrorizado ante la tormenta y el rayo, pero no articula lingüísticamente su terror, no se plantea preguntas. El humán que ha aprendido a preguntar quién ha lanzado la piedra que acaba de golpearle en la espalda pronto preguntará también quién ha lanzado el rayo que acaba de caer en el bosque, y pronto razonará que si la piedra ha sido lanzada por un compañero enfadado con él, también el rayo habrá sido lanzado por alguien poderoso y enfadado. Y se planteará el inédito problema (o seudoproblema) de cómo aplacar el enfado de ese misterioso personaje. El animal prelingüístico se retuerce de dolor y desesperación ante la muerte de su infante, pero no articula en palabras su horror por la súbita frialdad del cadáver. El primitivo humán o neandertal se pregunta que adónde habrá ido su infante muerto, si no habrá emprendido un largo camino, y razona que quien emprende un largo camino necesita alimentos, armas y provisiones. Naturalmente no tenemos ni idea de si el primitivo Homo neanderthalensis pensaba eso o algo completamente distinto. Lo cierto es que, por primera vez, los homínidos no dejan abandonados a sus muertos a merced de los carroñeros, sino que los entierran con regalos y ceremonias. La religión, la magia y los enterramientos aparecen junto con el lenguaje. El uso del lenguaje y del pensamiento simbólico, a diferencia de la percepción y de las habilidades sensoriomotrices, no conoce fronteras. No solo nos sirve para describir lo que vemos, sino también para inventar y describir lo que no vemos, lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible. No solo nos sirve para acertar, sino también para equivocarnos. Llegados a este estadio, el del Homo sapiens, y aunque no dispongamos de documentos escritos, podemos estar seguros de que la historia del pensamiento se ha puesto en marcha.

Fuente: Mosterín, J. (2006), El pensamiento arcaico, Alianza Editorial, Madrid.

17/6/21

El decálogo liberal

Por Bertrand Russell
Los Diez Mandamientos que, como enseñante, me gustaría promulgar, se podrían formular de la siguiente manera:
1. No estés absolutamente seguro de nada.
2. No creas conveniente actuar ocultando pruebas, pues las pruebas terminan por salir a luz.
3. Nunca intentes oponerte al raciocinio, pues seguramente lo conseguirás.
4. Cuando encuentres oposición, aunque provenga de tu esposo o de tus hijos, trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad, pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.
5. No respetes la autoridad de los demás, pues siempre se encuentran autoridades enfrentadas.
6. No utilices la fuerza para suprimir las ideas que crees perniciosas, pues si lo haces, ellas te suprimirán a ti.
7. No temas ser extravagante en tus ideas, pues todas las ideas ahora aceptadas fueron en su día extravagantes.
8. Disfruta más con la discrepancia inteligente que con la conformidad pasiva, pues si valoras la inteligencia como debieras, aquélla significa un acuerdo más profundo que ésta.
9. Muéstrate escrupuloso en la verdad, aunque la verdad sea incómoda, pues más incómoda es cuando tratas de ocultarla.
10. No sientas envidia de la felicidad de los que viven en el paraíso de los necios, pues sólo un necio pensará que eso es la felicidad.
Fuente: Russell, B. (2010), Autobiografía, Edhasa, Barcelona.

10/6/21

Personas capaces de pensar

Por Noam Chomsky
Todos hemos estudiado el primer párrafo de La riqueza de las Naciones de Adam Smith que hablaba del carnicero, del panadero, de que todos trabajan juntos y de lo fabulosa que es la división del trabajo. Pero no muchos han llegado, por ejemplo, al libro quinto, donde Smith condena la división del trabajo porque dice que convierte a la población en criaturas de lo más ignorantes y estúpidas, ya que dedicarse a tareas simples y rutinarias les impide desarrollar su inteligencia y su capacidad creativa. Por consiguiente, urge que en toda sociedad civilizada el gobierno intervenga para evitarlo.
Somos seres humanos, no autómatas. Trabajamos en un empleo, pero no dejamos de ser personas. Y eso significa beneficiarse de las ricas tradiciones culturales, no únicamente de las propias, sino de muchas otras, y volvernos no sólo hábiles, sino también sabios. Convertirnos en personas capaces de pensar –pensar de forma creativa, de forma independiente, investigar, indagar– y contribuir a la sociedad. De lo contrario, bien podría sustituirnos un robot. Creo que es algo que no debe pasarse por alto si queremos una sociedad donde merezca la pena vivir.
Fuente: Chomsky, N. (2017), Réquiem por el sueño americano, Sexto Piso, Madrid.

3/6/21

Hiparco

Por Jesús Mosterín

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Hiparco es considerado como el más grande observador astronómico de la Antigüedad ... Fue él quien introdujo en la astronomía helenística la idea de la observación sistemática y de la predicción exacta, que debe concordar con las observaciones posteriores. Introdujo la trigonometría en forma de tabla de cuerdas. Desarrolló la geometría de los epiciclos y deferentes, usados más tarde por Ptolemeo. Fue el primer astrónomo que construyó modelos cuantitativos precisos de los movimientos del Sol y de la Luna, haciendo uso de la riqueza de datos acumulados por los astrónomos babilónicos durante muchos siglos. Es probable que fuera el primero en poder predecir los eclipses solares, basado en su teoría de los movimientos solares y lunares y en su trigonometría.

Fuente: Mosterín, J. (2007), Helenismo, Alianza Editorial, Madrid.

27/5/21

Óscar Arnulfo Romero

Por Eduardo Galeano
Imagen tomada de https://bit.ly/3dfsvEj
En la primavera de 1979, el arzobispo de El Salvador, Óscar Arnulfo Romero, viajó al Vaticano. Pidió, rogó, mendigó una audiencia con el papa Juan Pablo II:
Espere su turno.
No se sabe.
Vuelva mañana.
Por fin, poniéndose en la fila de los fieles que esperaban la bendición, uno más entre todos, Romero sorprendió a Su Santidad y pudo robarle unos minutos.
Intentó entregarle un voluminoso informe, fotos, testimonios, pero el Papa se lo devolvió:
¡Yo no tengo tiempo para leer tanta cosa!
Y Romero balbuceó que miles de salvadoreños habían sido torturados y asesinados por el poder militar, entre ellos muchos católicos y cinco sacerdotes, y que ayer nomás, en vísperas de esta audiencia, el ejército había acribillado a veinticinco ante las puertas de la catedral.
El jefe de la Iglesia lo paró en seco:
¡No exagere, señor arzobispo!
Poco más duró el encuentro.
El heredero de san Pedro exigió, mandó, ordenó:
¡Ustedes deben entenderse con el gobierno! ¡Un buen cristiano no crea problemas a la autoridad! ¡La Iglesia quiere paz y armonía!
Diez meses después, el arzobispo Romero cayó fulminado en una parroquia de San Salvador. La bala lo volteó en plena misa, cuando estaba alzando la hostia.
Desde Roma, el Sumo Pontífice condenó el crimen.
Se olvidó de condenar a los criminales.
Años después, en el parque Cuscatlán, un muro infinitamente largo recuerda a las víctimas civiles de la guerra. Son miles y miles de nombres grabados, en blanco, sobre mármol negro. El nombre del arzobispo Romero es el único que está gastadito.
Gastadito por los dedos de la gente.
Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

20/5/21

¿Pueden sufrir?

Por Jeremy Bentham
Imagen tomada de https://bit.ly/2TPi0zV
¿Hay alguna razón para que se permita que atormentemos a los animales? Yo no veo ninguna. […] Ha habido épocas en que la mayor parte de la especie humana, bajo la denominación de esclavos, ha sido tratada del mismo modo [...] como ahora se trata todavía a las razas inferiores de animales. Quizás llegue el día en que el resto de los animales adquieran los derechos de los que nunca pudieron ser privados excepto por la mano de la tiranía. Los franceses ya han descubierto que la negrura de la piel no es razón para abandonar a un ser humano al capricho de su torturador. Quizás llegue el día en que se reconozca que el número de patas, la pilosidad de la piel o la terminación del hueso sacro son razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensitivo al mismo destino [...] Un caballo adulto o un perro puede razonar y comunicarse mejor que un infante de un día o de una semana o incluso de un mes. Pero la cuestión no es ¿pueden razonar? o ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?
Fuente: La cita procede de Mosterín, J. (2014), El triunfo de la compasión, Alianza Editorial, Madrid.

13/5/21

Los sectarios


Todos los sectarios teníamos que estar solteros y ser más o menos castos, porque se suponía que los castos son disciplinados e inusualmente enérgicos. Pero los jefes no podían apelar a remedios que la historia prueba útiles, como encerrarnos y alejarnos de las tentaciones cual monjas y monjes, u ofrecernos la gracia divina a cambio de la abstinencia. Porque el trabajo estaba allí afuera, en las calles, con la gente, y porque no éramos religiosos. En lugar de castigar el deseo, intentaban maniatarlo con la fuerza de la propaganda y los sanos consejos. Si el deseo nos inundaba, nos recomendaban buscar alivio en la masturbación, que además previene el contacto íntimo con otro cuerpo. Trataban de inculcarnos un sentido de culpa libre de dogmas, pero sustentado en el mito de que el sexo es sucio. Que pensemos, nos pedían, en lo mal que huelen los pies, los sexos, las axilas, el aliento, el mal aliento que persiste a pesar de un minucioso cepillado. Que imaginemos los millones de bacterias que intercambian los amantes, algunas vinculadas a enfermedades graves o a enfermedades silenciosas que se manifiestan años después. Los jefes, por supuesto, eran conscientes de que a pesar de todo más de un sectario se las arreglaba para acostarse con mujeres, sectarios que conseguían novias pasajeras o sectarios que aprovechaban los viajes para frecuentar a mujeres de alquiler. Los jefes no podían prescindir de estos sectarios libidinosos porque a menudo eran los que hacían el trabajo más valioso. Pero la mayoría no parecían echar en falta el contacto sexual, sectarios que hablaban con pasmosa naturalidad de su firme castidad. Yo también cumplía los requisitos, pero el deseo me inundaba casi a diario y a menudo una ansiedad devoradora me estropeaba las noches. No acudía al sexo pagado porque de joven había tenido un par de malas experiencia con mujeres que parecían marionetas gruñonas. Tampoco me animaba a cortejar a ninguna mujer porque siempre me había considerado feo y torpe. Solo fui capaz de asumir una actitud más sana y natural cuando conocí a Ana y dejé de ser casto y soltero. Pero los desencuentros con los jefes comenzaron antes de vulnerar las reglas de la secta, al darme cuenta que los sabios que allí habíamos estudiado seguramente habrían criticado el énfasis de la secta en la castidad. En un libro de uno de los autores más leídos encontré una sentencia que rezaba así: «La naturaleza también es un poco sucia, como la vida y como el amor, y así hemos de aceptarla». En esas contradicciones se gestaron los cismas que en los próximos años habrían de dividir a los sectarios y dispersar las nuevas sectas por medio mundo.

6/5/21

El unitarismo

Por Jesús Mosterín
El unitarismo es la corriente cristiana que niega el dogma de la Trinidad Divina. Hay un solo Dios y Dios es una única persona. Jesús fue un hombre admirable y un ejemplo moral; incluso puede que fuera en algún sentido divino o hijo de Dios o encarnación del Logos, pero nunca fue Dios. En este sentido teológico, el unitarismo se opone al trinitarismo. Como la doctrina trinitaria es una de las partes más inconsistentes del cristianismo tradicional no es de extrañar que su rechazo haya ido siempre asociado a actitudes intelectuales más tolerantes, racionales y abiertas a la ciencia y al pensamiento lógico. Los unitaristas típicos piensan que la razón y la fe, la ciencia, la filosofía y el pensamiento lógico pueden y deben coexistir. Rechazan las doctrinas del pecado original, de la salvación por la fe y de la predestinación. Piensan que el humán es capaz de hacer el bien y el mal y de actuar de un modo moral y responsable, que hay que fomentar. Están a favor de la tolerancia religiosa (incluso frente al ateísmo), de la libertad de expresión y de la separación de la Iglesia y el Estado.
Los unitaristas, en base a los evangelios, pretenden que Jesús fue el primer unitarista, pues siempre fue consciente de ser un hombre, distinto de Dios, a quien él llamaba «padre», pero con el que nunca se identificó. En la Antigüedad hubo otros unitaristas, el más famoso de los cuales fue Arrio. De todos modos, el unitarismo moderno surgió en el siglo XVI en el contexto de la Reforma. Los unitaristas actuales consideran a Miguel Servet su principal precursor y su primer mártir. Lutero se opuso al unitarismo, al que acusaba de herético y de favorecer la expansión del islam. Desde luego, Calvino lo rechazó tajantemente, enviando a la hoguera a los unitarios que cayeron en sus manos, empezando por el mismo Miguel Servet. Servet también fue un científico, y otros intelectuales y científicos han adoptado alguna versión del unitarismo, desde el gran físico Isaac Newton hasta el químico Linus Pauling, pasando por el arquitecto Frank Lloyd Wright.
Fuente: Mosterín, J. (2010), Los cristianos, Alianza Editorial, Madrid.

29/4/21

Franklin Delano Roosevelt

Por Noam Chomsky
Imagen tomada de https://bit.ly/2WEg66S
Franklin Delano Roosevelt se mostraba favorable a la instauración de una legislación progresiva que beneficiase a la población general, pero tenía que conseguir que se aprobara, por lo que se dirigió a los líderes sindicales y otros líderes populares y les dijo: «Obligadme. Si me obligáis, estaré encantado de proponer y aprobar esas leyes». Con eso les indicaba que saliesen a la calle, se manifestaran, se organizasen, protestaran, desarrollaran un movimiento sindicalista, fuesen a la huelga... Con la suficiente presión popular, Roosevelt podía conseguir que se aprobasen las leyes que deseaba la población. Por tanto, se dio una combinación entre un Gobierno favorable e interesado en superar el espantoso desastre de la Gran Depresión (causada, una vez más, por una crisis financiera) y el desarrollo de una legislación que beneficiaba al interés público.
Durante el período del New Deal, los años treinta, el mundo empresarial estaba dividido. Las empresas de tecnología punta orientadas al mercado internacional estaban a favor del New Deal, no rechazaban los derechos laborales ni los salarios decentes y les gustaba la orientación internacional del nuevo Gobierno. En cambio, la Asociación Nacional de Fabricantes, que representaba a la industria de trabajo más intensivo y orientada al mercado nacional, se oponía ferozmente al New Deal. De manera que los amos estaban divididos. El director de General Electric, por ejemplo, era uno de los principales partidarios de Roosevelt. Y eso ayudó, junto con el gran alzamiento popular, a permitir que Roosevelt llevara a término la exitosa legislación del New Deal, que levantaría los cimientos del crecimiento económico de la posguerra, además de paliar algunos de los peores efectos de la Depresión. No el desempleo, sin embargo, que seguiría siendo un problema hasta la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: Chomsky, N. (2017), Réquiem por el sueño americano, Sexto Piso, Madrid.

22/4/21

El círculo de la compasión

Por Jesús Mosterín
Charles Darwin consideraba la compasión la más noble de nuestras virtudes. Opuesto a la esclavitud y horrorizado por la crueldad de los fueguinos de la Patagonia con los extraños, introdujo su idea del «círculo en expansión» de la compasión para explicar el progreso moral de la humanidad. Los hombres más primitivos solo se compadecían de sus amigos y parientes; luego este sentimiento se iría extendiendo a otros grupos, naciones, razas y especies. Darwin pensaba que el círculo de la compasión seguirá extendiéndose hasta que llegue a su lógica conclusión, es decir, hasta que abarque a todas las criaturas capaces de sufrir. Los animales no humanos quedan a veces fuera del paraguas de la protección jurídica, pero son objeto de compasión, pues es obvio que pueden sufrir. Como señaló Francis Crick (1916-2004), el descubridor de la doble hélice del DNA, los únicos autores que dudan del dolor de los perros son los que no tienen perro.
Fuente: Mosterín, J. (2014), El triunfo de la compasión, Alianza Editorial, Madrid.

15/4/21

Diez minutos de nuestro tiempo

Por Noam Chomsky
Soy de la opinión de que el espectáculo electoral que tiene lugar cada cuatro años debería llevarnos literalmente diez minutos de nuestro tiempo. Un minuto debería invertirse en aprender un poco de aritmética. Se trata de algo muy sencillo: si resulta que está empadronado en un estado bisagra, es decir, un estado de los llamados indecisos, y no votas por, digamos, Clinton, eso equivale a votar por Trump. Es una cuestión de pura y simple aritmética.
Pues bien, después de dedicar un minuto a aclarar esta cuestión aritmética, dedicaremos unos dos minutos a evaluar los méritos de ambos partidos. No sólo de los candidatos, sino también de los partidos. Opino que, en las actuales circunstancias, no debería llevarnos más de dos minutos. Y luego dedicaremos lo que queda de los diez minutos iniciales a ir a las urnas y votar.
Pasados esos diez minutos deberemos concentrarnos en lo que realmente importa, que no son las elecciones, sino el esfuerzo continuado por desarrollar y organizar movimientos populares activos para seguir luchando. Y eso no se limita a manifestarse o presionar a los candidatos, sino que también incluye instaurar un sistema electoral que tenga sentido. No se construye una auténtica democracia, ni tampoco un partido, votando una vez cada cuatro años.
Si deseamos un tercer partido, un partido independiente, no basta con votar por ese partido cada cuatro años. Hay que salir constantemente a la calle y desarrollar un sistema que incluya los consejos escolares, los ayuntamientos y las asambleas legislativas hasta llegar al mismo Congreso. Hay gente que lo sabe muy bien: la extrema derecha. Así es cómo se ha organizado el Tea Party, con mucho capital y mucha estrategia... con el resultado de lograr un papel influyente. Aquellos interesados en un partido progresista independiente no han actuado así; se han quedado atrapados en la propaganda que dice que lo único que importa es el espectáculo electoral. Y si bien es algo que no podemos pasar por alto, debería ocupar, como he dicho, diez minutos de nuestro tiempo. En cambio, lo otro, lo que en realidad importa, es algo en lo que hay que trabajar continuamente.
Fuente: Chomsky, N. (2017), Réquiem por el sueño americano, Sexto Piso, Madrid.

8/4/21

Esclavos por máquinas

Por Jesús Mosterín

En la Antigüedad la esclavitud era una institución universal. Aristóteles parece haber tenido una vida doméstica muy satisfactoria. Fue feliz con sus dos mujeres y cordial con sus esclavos. En su testamento concede la libertad a algunos de estos últimos y determina que los hijos de sus esclavos no sean en ningún caso vendidos, sino que sirvan a sus herederos hasta que lleguen a adultos, en cuyo momento se les dará la libertad. Aristóteles dice también que «el amo y el esclavo que por naturaleza merecen serlo tienen intereses comunes y amistad recíproca», y que «se equivocan los que no dan razones a los esclavos y declaran que solo debemos darles órdenes». Sería no solo anacrónico, sino también un poco farisaico, enjuiciar demasiado severamente a Aristóteles por su defensa de la esclavitud. De hecho los esclavos eran los servidores domésticos y hasta hace poco lo normal en nuestra sociedad era que todas las familias de clase media tuvieran sus criadas, que no se diferenciaban tanto de los antiguos esclavos. La vida de los esclavos que trabajaban en las minas sí que era muy dura, pero también lo era la de los mineros y obreros del siglo pasado. Si hoy hemos podido eliminar esas lacras sociales, ello se ha debido más al progreso técnico que al moral. En gran parte hemos sustituido los esclavos por las máquinas. Ya el mismo Aristóteles había pensado en tal posibilidad.

 

Si todos los instrumentos [inanimados] pudieran cumplir su cometido obedeciendo las órdenes de otro o anticipándose a ellas […], si las lanzaderas tejieran solas […], los amos no necesitarían esclavos.

Fuente: Mosterín, J. (2006), Aristóteles, Alianza Editorial, Madrid.

1/4/21

El solipsismo de Tolstói

Por Harold Bloom
Es dudoso que Tolstói quisiera a nadie, incluyendo a sus hijos. Ni Wordsworth ni Milton, ni tan sólo Dante, pueden igualar el solipsismo de Tolstói. Los textos religiosos y morales de Tolstói no son sino confesiones de su solipsismo; y, sin embargo, ¿qué lector de Guerra y paz o de Hadji Murad desearía que Tolstói hubiera estado menos obsesionado consigo mismo? Todo tiene su precio, y ciertos grandes escritores (ya sean mujeres u hombres) no pueden alcanzar su esplendor estético sin el solipsismo. Shakespeare, que nosotros sepamos, puede que fuera el menos solipsista de los poetas, y al parecer Chaucer rivalizaba con Shakespeare en este aspecto; algunas veces me siento tentado a practicar un juego consistente en dividir a los grandes escritores según su grado de solipsismo. ¿Tiene eso alguna importancia? Por lo que se refiere a la relativa eminencia de sus obras, en absoluto, aunque parece que tiene que ver con cierta diferencia cualitativa. Joyce era un monumental solipsista, mientras que al parecer Beckett era un hombre sin el menor egoísmo. El contraste entre Finnegans Wake y la trilogía de Beckett de Molloy, Malone muere y El innombrable guarda cierta relación con el hecho de que Beckett eludiera a su precursor, pero más con la manera asombrosamente distinta con que veían a sus semejantes.
Fuente: Bloom, H. (1994), El canon occidental, Anagrama, Barcelona.

25/3/21

Los turcos versus los armenios

Por Jesús Mosterín
El más grave, extenso y conocido de los genocidios efectuados por los turcos fue el de los armenios. Ya en 1908, una parte de los oficiales ultranacionalistas autodenominados «jóvenes turcos» y de los estudiantes de teología (o talibanes) fanáticos del sultán y la sharía llevaron a cabo la masacre de 30.000 armenios, odiados como cristianos y sospechosos de deslealtad hacia la patria turca. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los armenios fueron acusados de ayudar a los enemigos rusos y conspirar con ellos, lo que provocó el genocidio de entre un millón y un millón y medio de armenios durante la guerra, hacia 1915, e inmediatamente después. Todos los intelectuales armenios fueron ejecutados. La población de muchos pueblos enteros fue acorralada y quemada viva; otros fueron arrojados al mar. Sobre todo, cientos de miles de armenios fueron obligados por el ejército y sus ayudantes kurdos a emprender agotadoras e inacabables marchas hacia el desierto sirio, sin recibir nada de comer ni de beber, hasta que morían de inanición y deshidratación. Al final, la numerosa población armenia de Turquía, a la que los aliados vencedores de la Guerra Mundial habían planeado entregar una gran parte de la Anatolia que habitaban, quedó aniquilada. Ya no tenía sentido pensar en un Estado anatolio para los armenios, pes ya no quedaban armenios. Solo sobrevivieron los que lograron huir al extranjero.
Fuente: Mosterín, J. (2012), El islam, Alianza Editorial, Madrid.