31/3/22

Diez millones de muertes

Por Noam Chomsky

Las "realidades del capitalismo moderno" tal como se evidencian en las regiones sujetas desde hace tiempo al dominio de Washington han calado en gran parte de Europa del Este, con la "latinoamericanización" de sus economías. Se discuten las causas, pero no los hechos esenciales del colapso económico y social. Las consecuencias demográficas, aunque inciertas en cuanto a sus dimensiones, ofrecen un índice. El Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas calcula en diez millones las muertes masculinas excedentes en la década de 1990, aproximadamente el número de víctimas mortales de las purgas de Stalin sesenta años antes, si las cifras son de fiar. "Rusia parecer ser el primer país que experimenta una reducción tan brusca de los nacimientos versus las muertes por causas diferentes a la guerra, el hambre o las enfermedades", escribe David Powell. La crisis demográfica se atribuye en parte al derrumbe del sistema de salud ruso tras las reformas de mercado. El colapso general ha sido de una severidad tal, que hasta el monstruoso Stalin es recordado con cierto grado de aprecio: más de la mitad de los rusos "cree que el papel de Stalin en la historia de Rusia fue positivo, mientras que sólo la tercera parte no está de acuerdo", decían las encuestas a principios de 2003. Los proyectos de los supervisores norteamericanos para Iraq se asemejan bastante a los ejecutados en Rusia y a los que en otras partes han producido deprimentes resultados en forma sistemática.

Fuente: Chomsky, N. (2003), Hegemonía y supervivencia, Norma, Bogotá. 

24/3/22

La igualdad es buena para todos

Por Mario Bunge

Hasta el momento, el igualitarismo, sea radical, sea matizado, solo se podía defender con argumentos morales. Ahora también hay argumentos científicos a favor de él: biopsicológicos y sociopolíticos. Echémosles un vistazo. El argumento biopsicológico contra la jerarquía social despótica es que estresa tanto como al jefe como al subordinado por lo que, desde el punto de vista médico, es peligroso para ambos. En efecto, a partir de los trabajos pioneros de Hans Seyle, en la década de 1950, se ha sabido que el estrés de cualquier clase causa todo tipo de enfermedades –cardiovasculares, respiratorias, reumáticas y psiquiátricas– e incrementa la mortalidad debida a todas las causas. En pocas palabras, las diferencias sociales extremas perjudican a todos, incluso a los pocos que obtienen beneficios económicos de estar en la cima. Es interesante señalar que esto vale para las jerarquías despóticas, pero no para las jerarquías naturales derivadas de diferencias aceptadas de capacidades o experiencia.

El argumento sociopolítico contra los abruptos gradientes socioeconómicos y políticos es que generan resentimiento, odio y pereza a nivel personal, así como violencia (tanto desde arriba como desde abajo) a nivel social. Esto, a su vez, produce o intensifica la represión social, a menos que la gente esté tan anquilosada e intimidada por la cosmovisión dominante que la idea misma de una revuelta ni siquiera les quepa en la cabeza, lo cual constituye el motivo de que no hubiera lucha de clases en las civilizaciones antiguas. Pero la resignación, al final, lleva al estancamiento. El progreso necesita de la participación y del inconformismo constructivo. En resumen, la ciencia muestra que la desigualdad injustificada (o jerarquía despótica) es mala tanto para el individuo como para la sociedad. En otras palabras, el igualitarismo tiene fundamento tanto científico como moral.

Fuente: Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.

17/3/22

Los nadies

Por Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Fuente: Galeano, E. (1989), El libro de los abrazos, Siglo XXI, Madrid.

10/3/22

El proyecto Vicos

Por Marvin Harris

Vicos era una hacienda en las tierras montañosas de Perú, habitada por 373 familias de campesinos indios económicamente explotados, deprimidos y semejantes a siervos. La Universidad de Cornell arrendó la hacienda y se la pasó al antropólogo Allen Holmberg con el objetivo de elevar el nivel de vida de los indios y hacerles económicamente independientes. En el momento de comenzar el proyecto, la gente de Vicos era incapaz de cultivar lo suficiente como para autoabastecerse, las tierras de cultivo estaban divididas en miles de pequeñas parcelas dispersas, su cosecha de patatas normalmente fallaba, y carecían de motivación para producir excedentes, ya que estaban continuamente en deuda o a merced de los terratenientes.

Bajo las normas feudales del sistema de la hacienda, se pidió a los campesinos que trabajaran en las tierras del dueño tres días a la semana. Holmberg decidió aprovecharse de esta obligación utilizándola para familiarizar a los campesinos con las variedades mejoradas de patatas, fertilizantes, fungicidas e insecticidas. Después de comprobar el éxito de las nuevas semillas y métodos en su trabajo obligatorio en las parcelas de su nuevo jefe, los campesinos estaban más dispuestos a hacer lo mismo en sus propias parcelas. Esto resultaba más fácil dándoles por adelantado las semillas y otros materiales sobre la base de una cosecha común. Los antropólogos y técnicos supervisaban cuidadosamente el uso de los nuevos métodos para asegurarse el éxito.

Mientras tanto, se llevaban a cabo otras actividades: un programa educacional completo; un programa de comida caliente en la escuela, que introducía frutas y juegos, que anteriormente no formaban parte de la dieta; también se hacían demostraciones prácticas en la huerta para cultivar verduras, así como lecciones de coser a máquina, lo que permitía a las mujeres hacer sus propias ropas. Además, a través de frecuentes discusiones y encuentros comunales, los campesinos empezaron gradualmente a confiar más unos en otros y a buscar soluciones de tipo cooperativo y comunal a sus problemas.

La culminación de todos estos cambios fue la compra de la hacienda por las familias que vivían en ella. Esto ocurrió en 1962, y junto con mayores ingresos, mejor salud y cultura, el suceso fue considerado como una clara evidencia del éxito del proyecto.

La vida de la gente de Vicos mejoró notablemente como resultado de la intervención de Holmberg y otros antropólogos de acción. Sin embargo, se han expresado ciertas críticas cuando se lo considera como un modelo de desarrollo para todo el sector campesino de los Andes peruanos. Las inversiones per cápita del proyecto Cornell-Perú eran bastante modestas en comparación con las de otros proyectos internacionales, a pesar de que se habían ocultado costes de inversión que probablemente no se duplicarían en una escala lo suficientemente amplia como para afectar a una parte importante del campesinado peruano. Estos costes ocultos se referían al capital humano y técnico puesto al servicio de Vicos por expertos altamente especializados, honrados y relativamente desinteresados (incluido Holmberg) que trabajaban activamente para mejorar todo el grupo de campesinos, y cuyos medios de vida no estaban basados en las ganancias o impuestos que se podían sacar de los excedentes producidos por los campesinos. (Estaban pagados por las universidades y fundaciones, y muchos de ellos trabajaban prácticamente por nada, como estudiantes graduados esperando ser compensados al obtener sus doctorados y hacer sus carreras en antropología.) Aunque resulta extremadamente interesante como prueba de lo que pueden llegar a hacer antropólogos en acción, que tenían una considerable capacidad de dirigir a la gente a su cargo, el proyecto Vicos se queda corto a la hora de proporcionar una solución más general al problema del subdesarrollo.

Fuente: Harris, M. (1983), Antropología cultural, Alianza Editorial, Madrid.

3/3/22

El aborto libre reduce la criminalidad

Por Mario Bunge

Es bien sabido que los fundamentalistas religiosos y la gente de derechas se oponen al aborto, y también es notable que la mayoría de ellos son varones. Su principal argumento es que, puesto que la vida humana se inicia con la concepción (verdadero) y puesto que toda vida humana es sagrada (dogma) el aborto es un asesinato, aunque matar abortistas, desde luego, no lo es. Sin embargo, la premisa menor de este argumento es cuestión de creencia (religiosa), por lo cual el argumento no debería ser tenido en cuenta en una sociedad laica. Un biólogo podría argüir que un apéndice, una amígdala y el recorte de una uña son tan humanos como un embrión de ser humano y que, a pesar de ello, ninguna religión conocida les rinde culto. (Corrección: solía haber una Congregación del Santo Prepucio.) El biólogo podría argüir, también, que el todo es más valioso que cualquier parte de él. Y un psicólogo podría argumentar que un embrión o aun un feto no es una persona, vale decir un ser humano dotado de capacidades mentales. Más aún, el índice de criminalidad de Estados Unidos disminuyó después de que el aborto fuera despenalizado en 1973. La causa, se presume, es el descenso del número de niños no deseados, quienes con frecuencia son rechazados y pueden, en consecuencia, elegir el delito como profesión.

Fuente: Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.