Por
Noam Chomsky
Las
"realidades del capitalismo moderno" tal como se evidencian en las
regiones sujetas desde hace tiempo al dominio de Washington han calado en gran
parte de Europa del Este, con la "latinoamericanización" de sus
economías. Se discuten las causas, pero no los hechos esenciales del colapso
económico y social. Las consecuencias demográficas, aunque inciertas en cuanto
a sus dimensiones, ofrecen un índice. El Programa para el Desarrollo de
Naciones Unidas calcula en diez millones las muertes masculinas excedentes en
la década de 1990, aproximadamente el número de víctimas mortales de las purgas
de Stalin sesenta años antes, si las cifras son de fiar. "Rusia parecer
ser el primer país que experimenta una reducción tan brusca de los nacimientos
versus las muertes por causas diferentes a la guerra, el hambre o las
enfermedades", escribe David Powell. La crisis demográfica se atribuye en
parte al derrumbe del sistema de salud ruso tras las reformas de mercado. El
colapso general ha sido de una severidad tal, que hasta el monstruoso Stalin es
recordado con cierto grado de aprecio: más de la mitad de los rusos "cree
que el papel de Stalin en la historia de Rusia fue positivo, mientras que sólo
la tercera parte no está de acuerdo", decían las encuestas a principios de
2003. Los proyectos de los supervisores norteamericanos para Iraq se asemejan
bastante a los ejecutados en Rusia y a los que en otras partes han producido
deprimentes resultados en forma sistemática.
Fuente: Chomsky, N. (2003), Hegemonía y supervivencia, Norma, Bogotá.