19/4/18

Elecciones en Colombia: Chávez, la paz y Petro

Chávez
En las elecciones presidenciales latinoamericanas de los últimos años, es frecuente que se acuse de ser un seguidor de Hugo Chávez al candidato que muestra algún interés por los más pobres. Así las élites intentan desprestigiarlo ante la opinión pública. Si ese candidato gana, dicen, el país será como Venezuela. Esa estrategia, que parecía eficaz cuando la economía venezolana no marchaba mal, debe ser muy potente ahora que la situación es trágica. En las elecciones presidenciales de Colombia en curso, Gustavo Petro es el presunto fan de Chávez.
La paz
En Colombia ha sido usual la ausencia de una propuesta electoral favorable a los más pobres. Al respecto, es revelador lo que ocurrió con el partido Unión Patriótica, que abanderaba esa propuesta. Fundado por las FARC y el Partido Comunista de Colombia en el marco de un fallido proceso de paz durante el gobierno de Belisario Betancur, fue deshecho violentamente: unos tres mil militantes de ese partido fueron asesinados durante las décadas de 1980 y 1990. Ante semejante reacción, no es extraño que las FARC continuaran con la lucha armada. Pero las guerrillas no pudieron derrotar al Estado colombiano (ni el Estado colombiano pudo derrotar a las guerrillas), y en su enfrentamiento con militares y paramilitares los más débiles han sido a menudo las víctimas: indígenas, afrodescendientes, campesinos.
El gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que en 2016 pidió perdón de manera oficial por la implicación del Estado en los homicidios de los miembros de Unión Patriótica, ha tenido éxito en su proceso de paz con las FARC. A pesar de las cuentas pendientes, como evitar la impunidad de los mayores responsables, este proceso de paz debe ser visto como un gran avance si reparamos en el conmovedor saldo del conflicto armado. Las cifras cambian según la fuente, pero son invariablemente atroces. Como ejemplo podemos tomar el recuento de crímenes de las últimas tres décadas citado en el Informe 2016/17 de Amnistía Internacional:

Hasta el 1 de diciembre de 2016, la Unidad de Víctimas, establecida por el gobierno, había registrado las siguientes cifras: casi 8 millones de víctimas del conflicto desde 1985, entre las que había unas 268.000 víctimas de homicidio, la mayoría civiles; más de 7 millones de víctimas de desplazamiento forzado; alrededor de 46.000 víctimas de desaparición forzada; al menos 30.000 casos de toma de rehenes; más de 10.000 víctimas de tortura; y aproximadamente 10.800 víctimas de minas terrestres antipersonales y de artefactos explosivos no detonados. Las fuerzas de seguridad, los paramilitares y los grupos guerrilleros eran responsables de esos crímenes.

Petro
Se aproxima la paz y se aproxima también la posibilidad de que las elecciones den cabida a una propuesta reformista. Petro, que militó en el guerrilla M-19 en su juventud y va segundo en los sondeos de intención de voto, habla de la necesidad de construir un estado del bienestar que mejore definitivamente la suerte de los más pobres. Dice que la economía debe dejar de depender de la exportación de petróleo e industrializarse, y que hay que potenciar la agricultura. Es decir, habla de la transformación económica que Colombia y toda Latinoamérica requiere, la que el gobierno del PSUV no logró en Venezuela. En ese sentido, la propuesta de Petro es opuesta a la de Chávez, que dependió del petróleo y de la importación de manufacturas.
El candidato que va primero en los sondeos, Iván Duque, representa los intereses de las élites tradicionales. En una eventual segunda vuelta entre Duque y Petro, no debería ser difícil la decisión para los ciudadanos que anhelan cambios, los cambios que Colombia necesita y que los colombianos merecen.

1/4/18

La apuesta política de Cortázar

Mario Vargas Llosa cuenta –en el prólogo de una edición de los cuentos completos del argentino– que la metamorfosis más notable de la que ha sido testigo es la de Julio Cortázar, que ya próximo a los cincuenta años pasó de ser un hombre solitario dedicado casi a tiempo completo a la literatura y al arte, y que miraba la realidad desde una perspectiva supersticiosa, a ser además un activista político. Cuenta que este Cortázar ya transformado lo visitó en Londres y «me hizo llevarlo a comprar revistar eróticas y hablaba de marihuana, de mujeres, de revolución, como antes de jazz y de fantasmas».
El propio Cortázar señala –en Clases de literatura– que ese cambio tuvo lugar luego de su visita a Cuba en 1961. Cuando volvió a Paris se sintió distinto:

En ese momento, por una especie de brusca revelación –y la palabra no es exagerada–, sentí que no sólo era argentino: era latinoamericano, y ese fenómeno de tentativa de liberación y de conquista de una soberanía a la que acababa de asistir era el catalizador, lo que me había revelado y demostrado que no solamente yo era un latinoamericano que estaba viviendo eso de cerca sino que además me mostraba una obligación, un deber. Me di cuenta de que ser un escritor latinoamericano significaba fundamentalmente que había que ser un latinoamericano escritor: había que invertir los términos y la condición de latinoamericano, con todo lo que comportaba de responsabilidad y deber, había que ponerla también en el trabajo literario.

Pero su viuda y albacea, Aurora Bernárdez, creía que la transformación de Cortázar no ocurrió de golpe sino que fue paulatina, una lenta evolución, y señala como uno de sus hitos el viaje que ambos hicieron a la India, en el que fueron testigos de escenas de miseria atroces.
Como quiera que haya sido la conversión de Cortázar en activista político, lenta o acelerada, lo cierto es que aprovechó su fama como autor de ficción para hacer escuchar su voz de apoyo a los gobiernos latinoamericanos que en esos años intentaron llevar a cabo importantes reformas sociales, como el Chile de Allende o el sandinismo de los ochenta. Su activismo incluyó además nobles gestos como el de destinar los recursos obtenidos con Libro de Manuel a los familiares de las víctimas de desaparición forzada durante la última dictadura militar que padeció Argentina.
Imagen tomada de http://cronicasyversiones.com/?p=5183
Lo peor que se puede decir de la arriesgada apuesta política de Cortázar es que prefirió no hablar de los defectos de los gobiernos que apoyó. Pero otros autores han hablado hasta el cansancio al respecto, autores que suelen olvidar que los intentos reformistas de esos gobiernos fueron, sin excepción, ahogados por el enorme poder de Estados Unidos.