28/7/22

La libertad humana

Por Brian Greene

Cuando se trata de evaluar el libre albedrío, se puede ganar mucho si desplazamos la atención de un estrecho foco sobre las causas últimas a una observación más amplia de la respuesta humana. Nuestra libertad no es respecto a unas leyes físicas que no podemos afectar. Nuestra libertad consiste en exhibir comportamientos (saltar, pensar, imaginar, observar, deliberar, explicar, etc.) que no tienen a su disposición otros conjuntos de partículas. La libertad humana no está relacionada con la elección libre. Todo lo que la ciencia ha revelado hasta el momento no ha hecho sino reforzar la idea de que esa intercesión volitiva en el desarrollo de la realidad no existe. La libertad humana tiene que ver más bien con verse liberados de las ataduras de ese estrecho abanico de respuestas que desde siempre ha restringido el comportamiento del mundo inanimado.

Fuente: Greene, B. (2020), Hasta el final del tiempo, Crítica, Barcelona.

21/7/22

Los tres

Por Eduardo Galeano

En 1967, mil setecientos soldados acorralaron al Che Guevara y a sus poquitos guerrilleros en Bolivia, en la Quebrada del Yuro. El Che, prisionero, fue asesinado al día siguiente.

En 1919, Emiliano Zapata había sido acribillado en México.

En 1934, mataron a Augusto César Sandino en Nicaragua.

Los tres tenían la misma edad, estaban por cumplir cuarenta años.

Los tres cayeron a balazos, a traición, en emboscada.

Los tres, latinoamericanos del siglo veinte, compartieron el mapa y el tiempo.

Y los tres fueron castigados por negarse a repetir la historia.

Fuente: Galeano, E. (2016), El cazador de historias, Siglo XXI, Ciudad de México.

14/7/22

Malthus versus Condorcet

Por Mario Bunge

¿Qué hacer en el Tercer Mundo, donde la población continúa creciendo y la superpoblación perpetúa la pobreza y, en ocasiones, causa guerras por las tierras, el agua u otros recursos naturales? Lo que la gente ha venido haciendo desde tiempos inmemoriales es morirse de hambre, matar a las niñas o, si sobreviven, rechazarlas; luchar por la tierra o el agua, o emigrar. ¿Hay algo que un Gobierno pueda hacer para cambiar este lamentable estado de cosas? Se han probado dos políticas demográficas muy diferentes, en China y en la India, los países más poblados de la Tierra. Malthus y Condorcet sugirieron estas políticas alternativas a finales del siglo XVIII.

Malthus, clérigo y economista, propuso la «restricción moral» obligatoria: la abstinencia sexual en lugar del control artificial de la natalidad. En cambio, el politólogo y matemático Condorcet previó correctamente que los avances científicos llevarían a un aumento de la productividad de la tierra y que la educación universal convencería a la gente de practicar la planificación familiar. En resumen, mientras que el igualitario marqués era partidario de una política demográfica liberal e ilustrada, el párroco conservador se inclinó por las restricciones legales y el adoctrinamiento religioso.

¿Qué resultados han dado estas políticas demográficas alternativas? Los chinos han tenido un éxito espectacular en el uso de la coerción para reducir la tasa de nacimientos de 7,55 nacimientos por mujer, en 1962, a 1,7 en 2004, mientras que, en el mismo período, la tasa india se redujo de 4,71 a 2,87. Pero el precio pagado por el pueblo chino no es insignificante: una proporción de sexos muy elevada, sesgada hacia los varones (1,17), una generación de «pequeños emperadores» mimados, el rechazo de las niñas no deseadas y una nueva restricción autoritaria que llega desde arriba.

En cambio, el éxito demográfico indio, si bien más modesto, ha sido también cultural y político. Según Sen, en los estados indios de Kerala y Tamil Nadu, está reducción en las tasas de natalidad fue resultado de una mejor educación y asistencia sanitaria, tanto de mujeres como de hombres, así como de la igualdad entre los sexos. El éxito iraní en planificación familiar es todavía más espectacular: su tasa de fertilidad cayó de 5,6 nacimientos por mujer en 1985 a 2,0 en 2000. Como los Gobiernos indios de Kerala y Tamil Nadu, las autoridades iraníes adoptaron la política demográfica liberal e ilustrada de Condorcet. Pusieron una gran confianza en la información, educación y una vasta red de asistencia sanitaria que incluía la salud reproductiva, apoyada no solo por la ONU, sino también, sorprendentemente, por el clero islámico.

Fuente: Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.

7/7/22

Gualberto Villarroel

Por Eduardo Galeano

1946

La Paz

En la cumbre, hay tres. Abajo, en la base de la montaña, hay tres millones. La montaña es de estaño y se llama Bolivia.

Los tres de la cumbre forman la Rosca minera. Simón Patiño está al centro. A un costado tiene a Carlos Aramayo; al otro, a Mauricio Hochschild. Patiño era un minero pobretón hasta que hace medio siglo una hada lo tocó con la varita mágica y lo convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo. Ahora usa chaleco con cadena de oro y a su mesa sienta reyes y presidentes. Aramayo viene de la aristocracia local. Hochschild viene del avión que lo trajo. Cualquiera de los tres tiene más dinero que el Estado.

Todo lo que el estaño rinde, queda afuera. Para evitar impuestos, la sede de Patiño está en Estados Unidos, la de Aramayo en Suiza y la de Hochschild en Chile. Patiño paga a Bolivia 50 dólares al año por impuesto a la renta, Aramayo 22 y Hochschild nada.

Cada miembro de la Rosca dispone de un diario y de varios ministros y legisladores. Es tradición que el canciller reciba un salario mensual de la Patiño Mines. Pero ahora el presidente, Gualberto Villarroel, quiere obligar a la Rosca a pagar impuestos y salarios que no sean simbólicos, así que se desata una desaforada conspiración.

Imagen tomada de https://bit.ly/3yaOqYX

El presidente Villarroel no se defiende. Se abandona al destino, como si del destino se tratara.

Contra él embisten matones a sueldo, seguidos de un extraño y numeroso cortejo donde se mezclan beatas y estudiantes. Alzando antorchas, banderas negras y sábanas ensangrentadas, los amotinados invaden el palacio de gobierno, arrojan a Villarroel del balcón a la calle y lo cuelgan, desnudo, de un farol.

Además de desafiar a la Rosca, Villarroel había querido dar los mismos derechos al blanco y al indio, a la esposa y a la amante, al hijo legal y al hijo natural.

El mundo entero saluda el crimen. Los dueños de la Democracia anuncian que han liquidado a este tirano a sueldo de Hitler, que con imperdonable insolencia pretendía elevar el derrumbado precio internacional del estaño. Y en Bolivia, país que no cesa de trabajar por su propia desgracia, se celebra la caída de lo que es y la restauración de lo que era. Viven jornadas felices la Liga de Moral, la Asociación de Madres del Sacerdote, las Viudas de Guerra, la embajada de los Estados Unidos, toda la derecha, casi toda la izquierda, izquierda a la izquierda de la luna, y la Rosca.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.