31/12/20

El impacto de la pandemia de COVID-19

 

Lo que más me ha extrañado de la pandemia de COVID-19 es lo difícil que resultó predecir el impacto que tendría en los diversos países. Al principio se podía suponer que los países con sistemas de salud más vigorosos serían los menos afectados o, en general, que los países más desarrollados serían los menos afectados. Pero el desastre que se previó en África e India no ha ocurrido, y sorpresivamente los continentes más golpeados son América y Europa.

            La forma obvia de medir el impacto de la pandemia en un país es mirar el número de fallecidos teniendo en cuenta el tamaño de la población, el número de muertes por COVID-19 por cada 100 mil habitantes. Pero este indicador puede ser manipulado por las autoridades, y no tiene en cuenta a la inmensa cantidad de personas que murieron infectadas por el virus sin saberlo. En su lugar podemos utilizar el número de «muertes en exceso». A partir del número de fallecidos de años previos, se estima el número de fallecidos que hubiese habido este año sin la pandemia, se contrasta esta cifra con las defunciones registradas, y las muertes adicionales se atribuyen a la pandemia. Es un método impreciso que incluye no solo las muertes por COVID-19, sino también las ocasionadas por otras enfermedades que no se pudieron atender porque los hospitales colapsaron.

No es fácil encontrar cifras de muertes en exceso. A partir de las de The Economist, elaboré la Tabla 1, que muestra los diez países más afectados por la pandemia, comparando las muertes por COVID-19 actuales con las muertes en exceso de meses anteriores. A pesar de que las fechas no están sincronizadas, bastan para comprobar que en algunos países las cifras de muertes en exceso son mucho peores que las de muertes por COVID-19.

 

Tabla 1. Muertes por COVID-19 y muertes en exceso, total y por cada 100 mil habitantes.

País

COVID-191

COVID-19 por 100 mil habitantes1

Exceso2

Exceso por 100 mil habitantes2

Perú

37 574

116

82 076

250

Ecuador

14 023

80

34 067

198

México

123 845

97

191 284

160

España

50 689

107

64 709

138

Bélgica

19 361

168

14 008

123

Reino Unido

72 548

108

72 878

110

Estados Unidos

348 744

105

310 576

95

Portugal

6 830

66

9 489

92

Rusia

56 426

38

131 529

90

Italia

73 604

122

51 554

87

1https://es.wikipedia.org/wiki/Pandemia_de_COVID-19

2https://www.economist.com/graphic-detail/2020/07/15/tracking-covid-19-excess-deaths-across-countries

 

Por qué Ecuador y Perú tienen las peores cifras de muertes en exceso del mundo, no lo sé. Sospecho que la explicación no tiene tanto que ver con la escasez de médicos, o la incapacidad del gobierno para ayudar a los más vulnerables, sino con el hecho de que el virus se esparció antes de que las autoridades adopten medidas para evitarlo, o con lo inútiles que resultan tales medidas en ciudades donde tanta gente se gana la vida en las calles, o simplemente por lo difícil que es alterar la costumbre de la gente de hacer reuniones. Desglosando las cifras de exceso de muertes en Ecuador por meses (Tabla 2), se puede ver que en los primeros meses de la pandemia el promedio de muertes diarias atribuibles a la pandemia fue de alrededor de 100, con un pico de casi 500 en abril. En julio fue de 150 y desde entonces ha disminuido paulatinamente hasta llegar a menos de 20 en diciembre. Son cifras provisionales que se irán ajustando, pero la tendencia parece clara.

 

Tabla 2. Promedio de muertes al día por mes.

 

Muertes esperadas1

Muertes registradas2

Muertes en exceso

Marzo

223

323

100

Abril

209

699

489

Mayo

203

326

123

Junio

199

300

101

Julio

198

350

151

Agosto

204

324

121

Septiembre

209

266

57

Octubre

196

244

47

Noviembre

203

244

41

Diciembre

213

228

15

1https://datastudio.google.com/reporting/937828fd-93f2-4ff1-a260-e6cdb458d1d2/page/TBdZB

2https://www.registrocivil.gob.ec/cifrasdef/

 

En los próximos meses, con la ayuda de las vacunas, Ecuador podría mantener el nivel de muertes de diciembre o reducirlo, aunque no hasta anularlo. Diríamos entonces que aprendimos a vivir con el virus del COVID-19 rondando por ahí. El ser humano, el animal que a todo se adapta, aprendió a soportar una causa más de muerte.

24/12/20

Ana


De vez en cuando tengo los pies fríos y las orejas calientes, o las manos y los pies fríos y las orejas calientes. En una visita de rutina se lo dije a mi médico, y me contestó que no le parecía un signo preocupante, si las puntas de los dedos no se ponen moradas, no es preocupante, dijo. Pero el calor de mis orejas no deja de inquietarme. No soy tan tonta como para hacer caso a la abuela que dice que la oreja derecha caliente significa que están hablando mal de mí, y la oreja izquierda caliente significa que están hablando bien. Solo creo que mi cuerpo trata de decirme algo importante que no sé interpretar.

A pesar de mis orejas, me considero una mujer sana. No sana hasta el punto en que la salud transmuta en belleza, como ocurre con las afortunadas que lucen bien hasta cuando no se bañan. Ese nivel de buena salud no lo he conocido nunca. Desde pequeña he tenido que bregar con una u otra dolencia menor, desde los pies planos hasta la gastritis, pasando por el acné y las arritmias. Pero he gozado del siguiente nivel de salud. Los resultados de mis exámenes de sangre suelen ser buenos, y nunca me han fallado los signos vitales. La verdad simple es que soy fuerte y he hecho lo que he querido. Llegué a la secta porque no soporto compartir el mundo con un mar de personas que no tuvieron las oportunidades que yo tuve.

17/12/20

Los locos y los dictadores

Por Bertrand Russell

Por egoísmo, el hombre se ha hecho gregario, pero instintivamente ha continuado siendo, en gran medida, solitario; de aquí la necesidad de la religión y de la moral para reforzar el interés propio. Mas la costumbre de renunciar a las satisfacciones presentes por amor a las conveniencias futuras es pesado, y cuando las pasiones están excitadas, las limitaciones prudentes de la conducta social se hacen difíciles de soportar. Quienes en tales épocas se desprenden de ellos, adquieren una energía nueva y un sentimiento de fuerza por la terminación del conflicto interior y, aunque al final pueden llegar a un desastre, gozan mientras tanto de un sentimiento de exaltación divina que, aunque conocido de los grandes místicos, no puede ser experimentado nunca por una virtud meramente pedestre. La parte solitaria de su naturaleza se reafirma, pero si el intelecto sobrevive la reafirmación se cubre con el ropaje del mito. El místico se hace uno con Dios y en la contemplación del infinito se siente dispensado del deber respecto a su prójimo. El rebelde anárquico lo hace aún mejor: se siente, no uno con Dios, sino Dios. La verdad y el deber, que representan nuestra sujeción a la materia y a nuestros prójimos, no existen ya para el hombre que se ha convertido en Dios; para los otros la verdad es lo que él afirma, el deber es lo que él ordena. Si todos pudiéramos vivir solitarios y sin trabajar, todos podríamos gozar este éxtasis de independencia; como no podemos, sus delicias sólo están al alcance de los locos y de los dictadores.

Fuente: Russell, B. (1946), Historia de la filosofía occidental, Espasa, Madrid.


10/12/20

Plotino

Por Jesús Mosterín
Imagen tomada de https://bit.ly/2SvFkT4
Plotino fue el último de los grandes filósofos antiguos. La originalidad, coherencia y vigor de su pensamiento saltan a la vista, y recuerdan y anticipan en muchos aspectos la metafísica de Shankara o la de Hegel. Pero también es evidente la enorme decadencia que ese pensamiento representa frente a los anteriores momentos de la filosofía helénica. Plotino pretendía ser platónico, pero no tenía el más mínimo interés por la ciencia ni por la política, que eran las dos cosas que más habían apasionado a Platón. Su coherencia conceptual era la coherencia de un mundo mental propio y cerrado, y no tenía nada que ver con la lógica, que Plotino despreciaba. Su punto de partida no era la realidad empírica ni los resultados de la ciencia, sino las palabras de Platón, congeladas, sacadas de su contexto y arbitrariamente interpretadas. Su punto de llegada no era la actividad teórica de Aristóteles, ni la serenidad de los estoicos, ni el placer de los epicúreos, sino una confusa y presunta experiencia mística, que no se diferenciaba tanto de lo que prometían los cultos mistéricos y las religiones orientales que ya habían anegado el Imperio Romano.
De hecho, Plotino era un pensador religioso tanto o más que filosófico, y como tal estaba llamado a ejercer una gran influencia en el posterior pensamiento cristiano y musulmán. Pero su religiosidad era todavía laica. Él no aceptaba revelaciones, ritos, sacramentos ni oraciones. Se mantenía al margen tanto de la vieja y seca religión oficial de Roma como de las nuevas y sentimentales modas religiosas. Atacó a los gnósticos e ignoró a los cristianos, pero vivió como un monje y un místico. Con él la filosofía antigua alcanzaba una configuración cuasirreligiosa, que facilitaría su adopción por el cristianismo y, en definitiva, su propia desaparición. La filosofía helénica, en sus buenos momentos, había enseñado a los humanes a enfrentarse al mundo. Plotino solo les enseñaba cómo huir del mundo. Pero si de lo que se trataba es de huir del mundo y de buscar una salvación escatológica, para eso ya no hacía falta la filosofía, para eso bastaba con la religión. Por ello no es de extrañar que, poco después, la marea alta de la religión cristiana acabase por anegar y suprimir todo resto de pensamiento filosófico libre.
Fuente: Mosterín, J. (2007), Roma, Alianza Editorial, Madrid.

3/12/20

Experimentos

Por Carl Sagan
Los métodos de la ciencia –con todas sus imperfecciones– se pueden usar para mejorar los sistemas sociales, políticos y económicos, y creo que eso es cierto cualquiera que sea el criterio de mejora que se adopte. ¿Cómo puede ser así si la ciencia se basa en el experimento? Los humanos no son electrones o ratas de laboratorio. Pero todas las actas del Congreso, todas las decisiones del Tribunal Supremo, todas las directrices presidenciales de seguridad nacional, todos los cambios en el tipo de interés son un experimento. Cualquier cambio en política económica, el aumento o reducción de financiación del programa Head Start, el endurecimiento de las sentencias penales, es un experimento. Establecer el cambio de jeringuillas usadas, poner condones a disposición del público o despenalizar la marihuana son experimentos. No hacer nada para ayudar a Abisinia contra Italia, o para impedir que la Alemania nazi invadiera la tierra del Rin, fue un experimento. El comunismo en la Europa del Este, la Unión Soviética y China fue un experimento. La privatización de la atención de la salud mental o de las cárceles es un experimento. La considerable inversión de Japón y Alemania Occidental en ciencia y tecnología y casi nada en defensa –y como resultado el auge de sus economías– fue un experimento. En Seattle era posible comprar pistolas para autoprotección, pero no en el cercano Vancouver, en Canadá; los asesinatos con pistola son cinco veces más comunes y la tasa de suicidio con pistola diez veces mayor en Seattle: las pistolas facilitan el asesinato impulsivo. Eso también es un experimento. En casi todos esos casos no se realizan experimentos de control adecuados, o las variables no están suficientemente separadas. Sin embargo, hasta cierto grado a menudo útil, las ideas políticas se pueden probar. Sería una gran pérdida ignorar los resultados de los experimentos sociales porque parecen ideológicamente desagradables.
Fuente: Sagan, C. (1995), El mundo y sus demonios, Planeta, Bogotá.

26/11/20

La estrella

Por Eduardo Galeano

Al amanecer, doña Tota llegó a un hospital del barrio de Lanús. Ella traía un niño en la barriga. En el umbral, encontró una estrella, en forma de prendedor, tirada en el piso.

La estrella brillaba de un lado, y del otro no. Esto ocurre con las estrellas, cada vez que caen en la tierra, y en la tierra se revuelcan: de un lado son de plata, y fulguran conjurando las noches del mundo; y del otro lado son de lata nomás.

Esa estrella de plata y de lata, apretada en un puño, acompañó a doña Tota en el parto.

El recién nacido fue llamado Diego Armando Maradona.

Fuente: Galeano, E. (2004), Bocas del tiempo, Siglo XXI, México, D.F.

19/11/20

El gobierno de Torrijos

Por Noam Chomsky
La dictadura de Torrijos tuvo un carácter populista, que terminó en su mayor parte tras su muerte en 1981 en un accidente de avión (con varias acusaciones en lo referente a la causa) y la subsiguiente toma del poder por parte de Noriega. Durante este período, los panameños negros, mestizos e indígenas lograron su primera participación en el poder, y se emprendieron reformas económicas y agrarias. En estas dos décadas, la mortalidad infantil descendió de un 40 por 100 a menos de un 20 por 100 y la esperanza de vida aumentó en nueve años. Se construyeron nuevos hospitales, centros de salud, viviendas, escuelas y universidades, y se formaron más médicos, enfermeras y maestros. Se garantizó a las comunidades indígenas la autonomía y protección de sus territorios tradicionales hasta un punto sin parangón en el hemisferio. Por vez primera, Panamá avanzó hacia una política exterior independiente –aún viva hasta cierto punto en los años ochenta, cuando Panamá participó en los esfuerzos de paz de Contadora.
Fuente: Chomsky, N. (1991), El miedo a la democracia, Crítica, Barcelona.

12/11/20

¿Por qué no?

 

La gente suele dar por descontado que se encontrará mejor a medida que más dinero posea, aunque también suele estar de acuerdo con la idea de que el dinero no compra la felicidad. El dinero está en la cima de sus prioridades, a la vez que entienden que hay cosas más importantes que el dinero. Esa confusión tal vez pueda diluirse si conocemos que existe un monto por encima del cual el dinero no aumenta la felicidad. En un artículo sobre la búsqueda de la felicidad de la revista Mente y cerebro,1 se lee que «una vez conseguido cierto nivel de prosperidad, el saldo creciente de la cuenta bancaria no hace que uno se sienta cada vez más feliz. De ahí que los habitantes de los países ricos no se sientan más felices en la misma proporción al enorme aumento de prosperidad registrado en los últimos cincuenta o sesenta años. Las encuestas del Instituto Allensbach de demoscopia indican que los alemanes alcanzaron ya el punto crítico de suficiente prosperidad lo más tarde a principios del año 1960. Desde entonces se mantiene más o menos constante el porcentaje de sus ciudadanos felices.» Aunque la cifra puede variar según el costo de vida y la distribución de riqueza de cada país, creo que podemos sacar una valiosa lección utilizando la cifra alemana para el mundo entero. En 1960 la riqueza del alemán promedio era de unos 12.000 dólares anuales.2 En ese año dieciséis países tenían una riqueza igual o superior, y la riqueza del habitante promedio del mundo era de 5.000. En 2000, la riqueza del habitante promedio del mundo había ascendido a 12.000, y cincuenta y siete países tenían una riqueza igual o mayor. Es decir, el siglo comenzó con buena parte de la población mundial en el nivel de prosperidad suficiente, y si la riqueza estuviese muy bien distribuida, todo el mundo lo habría alcanzado. ¿Por qué, si estamos entre los afortunados, no apoyamos una redistribución de la riqueza para elevar el bienestar de nuestros compatriotas que todavía pueden extraerlo de unos ingresos mayores? ¿O mejor aún, por qué no ayudamos a los ciudadanos más pobres de todos los países, sin fijarnos en los límites nacionales? ¿Por qué no?

Notas

1Hartmann, U., U. Schneider y H. M. Emrich (2003), «La búsqueda de la felicidad», Mente y cerebro, 4, pp. 78-83.

2Esta y las siguientes cifras de riqueza se refieren al PIB per cápita real en dólares estadounidense de 2011. Están tomadas de la base de datos del proyecto Maddison, https://www.rug.nl/ggdc/historicaldevelopment/maddison/.

5/11/20

La salvación eterna

Por Jesús Mosterín
La base productiva de la sociedad medieval (los laboratores) estaba formada por una gran masa de campesinos, un número menor de artesanos y una clase novedosa e incomprendida de comerciantes y prestamistas. Parasitando y controlando a esta base productiva había una superestructura de poder formada por la clase de los guerreros, nobles y caballeros (los bellatores), dedicados al ejercicio de las armas, y por la clase de los clérigos o eclesiásticos (los oratores), dedicados a la oración. La guerra y la oración eran las actividades prestigiosas. La agricultura y la artesanía se aceptaban como necesarias, aunque vulgares. El comercio y el crédito, sin embargo, eran vistos con recelo y desconfianza. Al frente de los guerreros estaba el rey; al frente de los clérigos, el papa. El rey protegía a la Iglesia, mientras que la Iglesia rezaba por el rey y justificaba su autoridad. Cada individuo ocupaba un lugar determinado en la sociedad jerarquizada de la época, y cada uno debía conformarse con su condición, obedeciendo a las autoridades feudales y eclesiásticas situadas por encima. En definitiva, lo importante en esta vida era alcanzar la salvación eterna tras la muerte, y eso se podía lograr en cualquier situación social en la que uno se encontrase, obedeciendo la voluntad de Dios, interpretada por la Iglesia.
Fuente: Mosterín, J. (2010), Los cristianos, Alianza Editorial, Madrid.

29/10/20

Los profesionales

Por Bertrand Russell
[Los ingresos de los profesionales] dependen del hecho de haber disfrutado de una educación superior a la media, y desean transmitir esta ventaja a sus hijos. Para ello están dispuestos a realizar grandes sacrificios. Sin embargo, en la competitiva sociedad actual, lo que los padres corrientes desean no es una educación buena en sí misma, sino una educación mejor que la de las demás personas. Esto puede conseguirse manteniendo bajo el nivel general, y por consiguiente no cabe esperar que un profesional muestre un gran entusiasmo ante la idea de que se creen centros que faciliten el acceso a la educación superior a los hijos de los asalariados. Si todo el mundo que lo deseara pudiese recibir formación médica, por muy pobres que pudieran ser sus padres, es evidente que los médicos no podrían ganar los elevados sueldos que hoy ingresan, tanto a consecuencia del incremento de la competencia como de la mejora de la salud general de la sociedad. Y lo mismo puede decirse de la carrera jurídica, la función pública, etc. Por consiguiente, las cosas buenas que el profesional desea para sus hijos no las deseará por el contrario para el grueso de la población, a menos que tenga una conciencia excepcionalmente social.
Fuente: Russell, B. (1928), Ensayos escépticos, RBA, Barcelona.

22/10/20

La palabra

Por José Saramago
Cipriano Algor se alejó en dirección al horno, iba murmurando una cantinela sin significado, Marta, Marcial, Isaura, Encontrado, después en orden diferente, Marcial, Isaura, Encontrado, Marta, y todavía otro, Isaura, Marta, Encontrado, Marcial, y otro, Encontrado, Marcial, Marta, Isaura, finalmente les unió su propio nombre, Cipriano, Cipriano, Cipriano, lo repitió hasta perder la cuenta de las veces, hasta sentir que un vértigo lo lanzaba fuera de sí mismo, hasta dejar de comprender el sentido de lo que estaba diciendo, entonces pronunció la palabra horno, la palabra alpendre, la palabra barro, la palabra moral, la palabra era, la palabra farol, la palabra tierra, la palabra leña, la palabra puerta, la palabra cama, la palabra cementerio, la palabra asa, la palabra cántaro, la palabra furgoneta, la palabra agua, la palabra alfarería, la palabra hierba, la palabra casa, la palabra fuego, la palabra perro, la palabra mujer, la palabra hombre, la palabra, la palabra, y todas las cosas de este mundo, las nombradas y las no nombradas, las conocidas y las secretas, las visibles y las invisibles, como una bandada de aves que se cansase de volar y bajara de las nubes fueron posándose poco a poco en sus lugares, llenando las ausencias y reordenando los sentidos.
Fuente: Saramago, J. (2000), La caverna, Santillana, México, D.F.

15/10/20

Historias

Por Carl Sagan
La historia suelen escribirla los vencedores para justificar sus acciones, para alentar el fervor patriótico y para suprimir las reclamaciones legítimas de los vencidos. Cuando no hay una victoria abrumadora, cada lado escribe el relato que le favorece sobre lo que realmente ocurrió. Las historias inglesas castigaban a los franceses, y viceversa; las historias de Estados Unidos hasta hace muy poco ignoraban las políticas de facto de Lebenraum (espacio vital) y genocidio hacia los nativos americanos; las historias japonesas de los acontecimientos que llevaron a la segunda guerra mundial minimizan las atrocidades japonesas y sugieren que su principal objetivo era liberar de manera altruista al este de Asia del colonialismo europeo y americano; Polonia fue invadida en 1939 porque, según aseveraban los historiadores nazis, había atacado despiadadamente y sin mediar provocación a Alemania; los historiadores soviéticos decían que las tropas soviéticas que reprimieron las revoluciones húngara (1956) y checa (1968) habían sido invitadas por aclamación popular en las naciones invadidas y no enviadas por sus secuaces rusos; las historias belgas tienden a desvirtuar las atrocidades cometidas cuando el Congo era un feudo privado del rey de Bélgica; las historias chinas ignoran curiosamente las decenas de millones de muertes causadas por el «gran salto adelante» de Mao Zedong; que Dios condona e incluso defiende la esclavitud se afirmó miles de veces desde el púlpito y en las escuelas de las sociedades esclavistas cristianas, pero los estados cristianos que liberaron a sus esclavos guardan completo silencio sobre el tema; un historiador tan brillante, culto y sobrio como Edward Gibbon se negó a saludar a Benjamin Franklin cuando se encontraron en un hotel del campo inglés... por las recientes contrariedades de la revolución americana.
Fuente: Sagan, C. (1995), El mundo y sus demonios, Planeta, Bogotá.

8/10/20

Los bonobos

Por Jesús Mosterín
Imagen tomada de https://bit.ly/3b001hg
El aspecto de su conducta que más ha llamado la atención de los etólogos que los han observado en libertad es su vida social, especialmente armónica y pacífica. Viven en comunidades de 50 a 120 individuos, que ocupan territorios de 20 a 60 km2 y se dividen en grupos menores de membrecía variable. Los bonobos parecen haber desterrado los conflictos de su sociedad. Nunca se ha observado que un bonobo mate a otro (a diferencia de los chimpancés o de los humanes). Practican la promiscuidad, el amor libre y una sexualidad constante, que la mayor parte de las veces no está orientada a la reproducción. Los bonobos siempre están jugando con el sexo y rozando sus órganos genitales con los de otros bonobos, en todas las permutaciones posibles: machos con hembras, machos con machos, hembras con hembras, adultos con juveniles, besos en la boca, copulaciones y seudocopulaciones, sexo oral y contacto genital. Así, por ejemplo, cuando dos hembras se sienten inquietas, se abrazan y, fijando sus miradas, frotan mutuamente sus órganos genitales externos. El erotismo es el aceite que lubrica la sociedad de los bonobos, y sirve tanto para calmarse en situaciones de tensión como para iniciar y mantener relaciones de amistad, para establecer alianzas, para hacer las paces o simplemente para pasar el rato. Sus hembras (como las humanas) están casi siempre receptivas y dispuestas a hacer el amor con los machos, que, así, no se pelean por ellas. Además, las hembras forman fuertes alianzas que impiden que los machos se muestren agresivos o practiquen el infanticidio (común en otras especies de hominoides). De hecho, las hembras son el sexo dominante, o al menos son tan dominantes como los machos. En conjunto se trata de la sociedad de hominoides más cohesionada y pacífica que conocemos, donde la obsesión por la agresividad, la jerarquía y la dominancia ha sido sustituida por el más hedonista cultivo del placer y la amistad. O, al menos, esa es la impresión que sacan los científicos que los han observado en su estado natural.
Fuente: Mosterín, J. (2013), El reino de los animales, Alianza Editorial, Madrid.

1/10/20

Felix Bola

La primera semilla de lo que la secta llegaría a lograr en otro continente la sembró Felix Bola cuando leyó el testimonio de un psicólogo alemán que había trabajado en zonas de guerra de África y Asia. Se había enrolado en las misiones de Médicos Sin Fronteras luego de ejercer durante años en su país, y trabajó en zonas tan inhóspitas como violentas. En realidad no tenía mucho trabajo porque a menudo las víctimas continuaban con su vida a pesar de las experiencias traumáticas. El alemán halló la explicación de semejante capacidad de adaptación en la vida rutinaria que llevaban, como si los movimientos del cuerpo evitaran los recuerdos del horror, y en las creencias religiosas o mágicas en las que hallaban consuelo. Cuando volvió a su país, el alemán sintió que los problemas de sus pacientes eran triviales o artificiales.

Bola tuvo que pausar la lectura del testimonio un par de veces al sentir de golpe la inquietud de una revelación. Por primera vez reconocía el valor inconmensurable de la fe religiosa. Si tu vida ha sido destruida y deseas sin embargo seguir viviendo, es casi natural que te abandones a la fe. Criticar ese acto de superstición o ponerlo en duda es tan cruel como quitarle la tabla flotante al niño de la piscina que no sabe nadar. Y por primera vez fue consciente de que los que de verdad la pasan mal son otros y están muy lejos. A lo largo de años reunió información sobre el horror en los conflictos armados, sobre todo los del áfrica negra porque Bola era negro. Se asombró al conocer que el conflicto armado más mortífero desde la segunda guerra mundial era el de la república democrática del Congo de principios de siglo, con cerca de cuatro millones de muertos. A medida que leía retrocedía en el tiempo y pronto le pareció evidente la sombra que representaba el reciente pasado colonial en esos países. No era coincidencia que los conflictos armados africanos de hoy sean como los latinoamericanos del siglo XIX, y acaso era posible enderezar el destino cruel para que el siglo XXI africano sea en conjunto menos trágico que el XX latino.

Cuando yo llegué a la secta Bola era uno de los tres jefes, junto a Ana y Juan Lema. Bola había llegado con un estudiado plan para intervenir en el África negra, y la secta lo admiraba con los ojos iluminados de los que encuentran un camino que vale la pena recorrer.