Por Eduardo Galeano
Al
amanecer, doña Tota llegó a un hospital del barrio de Lanús. Ella traía un niño
en la barriga. En el umbral, encontró una estrella, en forma de prendedor,
tirada en el piso.
La estrella brillaba de un lado, y del
otro no. Esto ocurre con las estrellas, cada vez que caen en la tierra, y en la
tierra se revuelcan: de un lado son de plata, y fulguran conjurando las noches
del mundo; y del otro lado son de lata nomás.
Esa estrella de plata y de lata, apretada
en un puño, acompañó a doña Tota en el parto.
El recién nacido fue llamado Diego Armando
Maradona.
Fuente:
Galeano, E. (2004), Bocas del tiempo, Siglo XXI,
México, D.F.
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