31/1/08

What Did You Learn in School Today?

Por Tom Paxton
-Hijo mío, amor mío, ¿qué has aprendido hoy en la escuela?
Hijo mío, amor mío, ¿qué has aprendido hoy?
-Aprendí que Washington nunca ha contado una mentira,
que los soldados no se mueren casi nunca,
y que todas las personas son libres.
Eso es lo que he aprendido hoy en la escuela,
eso es lo que he aprendido hoy.
Aprendí que los policías son mis amigos,
que la justicia no tiene fin,
y que los asesinos pagan sus crímenes con la muerte,
aunque a veces cometamos algún error.
Aprendí que nuestro gobierno tiene que ser poderoso,
que siempre tiene la razón, que no se equivoca:
nuestro líderes son los mejores,
por eso los elegimos una y otra vez.
Aprendí que las guerras no son tan malas,
y aprendí cosas sobre las [guerras] más grandes que hemos tenido:
hemos luchado en Francia y en Alemania,
y quizá algún día llegue mi oportunidad.
Eso es lo que he aprendido hoy en la escuela,
eso es lo que he aprendido hoy.
Fuente: La cita procede de Chomsky, N. (2001), La (des)educación, Crítica, Barcelona.

30/1/08

El caballo

Por Juan Gelman
dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego extendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo.
Fuente: La cita procede de Borge, T. (1992), Un grano de maíz, Tierra firme, México, D.F.

26/1/08

Las pautas que rigen el orden mundial

Por Noam Chomsky
Occidente se guía por una visión … rotundamente expresada por Winston Churchill en la fase de construcción del nuevo orden que siguió a la segunda guerra mundial:

El gobierno del mundo debe confiarse a las naciones satisfechas, que no desean para sí mismas más de lo que ya poseen. Sería peligroso que el gobierno del mundo estuviese en manos de naciones pobres. Pero ninguno de nosotros tiene razones para anhelar nada más. La salvaguarda de la paz debe confiarse a los pueblos que viven por sus medios y que no son ambiciosos. Nuestro poder nos sitúa por encima de los demás. Somos como hombres ricos que moran en paz dentro de sus habitaciones. …

Gobernar, así pues, constituye un derecho y un deber de los hombres ricos que viven una merecida paz y sólo cabe añadir dos notas a pie de página: la primera es que los hombres ricos están lejos de carecer de ambiciones; siempre hay nuevas formas de enriquecerse y de dominar a los demás, y el sistema económico prácticamente exige que se cumplan estas premisas, o de lo contrario los rezagados quedarán fuera de juego; la segunda es que la fantasía según la cual las naciones son los actores que participan en la arena internacional es el camuflaje doctrinal habitual con el que se encubre que dentro de las naciones ricas, como sucede en las naciones pobres, existen diferencias radicales de privilegios y de poder. Si a la prescripción de Churchill la privamos de su velo engañoso, nos encontraremos con las pautas que rigen el orden mundial: los hombres ricos de las sociedades ricas son quienes gobiernan el mundo y compiten entre sí para lograr mayores cuotas de riqueza y poder, eliminando sin clemencia a quienes se interponen en su camino, ayudados por los ricos de las naciones pobres que obedecen sus órdenes. Los demás… sirven y sufren.
Fuente: Chomsky, N. (1996), El nuevo orden mundial (y el viejo), Crítica, Barcelona.

22/1/08

Diccionario del Nuevo Orden Mundial

Por Eduardo Galeano
(Imprescindible en la cartera de la dama y en el bolsillo del caballero)
apartheid. Sistema original de África del Sur, destinado a evitar que los negros invadan su propio país. El Nuevo Orden lo aplica, democráticamente, contra todos los pobres del mundo, sea cual fuere su color.
bandera. Contiene tantas estrellas que ya no queda lugar para las barras. Japón y Alemania estudian diseños alternativos.
comercio, libertad de. Droga estupefaciente prohibida en los países ricos, que los países ricos venden a los países pobres.
consumo, sociedad de. Prodigioso envase lleno de nada. Invención de alto valor científico, que permite suprimir las necesidades reales, mediante la oportuna imposición de necesidades artificiales. Sin embargo, la Sociedad de Consumo genera cierta resistencia en las regiones más atrasadas. (Declaración de don Pampero Conde, nativo de Cardona, Uruguay: «Para qué quiero frío, si no tengo sobretodo».)
costos, cálculo de. Se estima en 40 millones de dólares el costo mínimo de una campaña electoral para la presidencia de los Estados Unidos. En los países del Sur, el costo de fabricación de un presidente resulta considerablemente más reducido, debido a la ausencia de impuestos y al bajo precio de la mano de obra.
creación. Delito cada vez menos frecuente.
cultura universal. Televisión.
desarrollo. En las sierras de Guatemala: «No se necesita matar a todos. Desde 1982, nosotros dimos desarrollo al 70 por ciento de la población, mientras matamos al 30 por ciento.» (General Héctor Alejandro Gramajo, ex ministro de Defensa de Guatemala, recientemente graduado en el curso de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard. Publicado en Harvard International Review, edición de primavera de 1991.)
deuda externa. Compromiso que cada latinoamericano contrae al nacer, por la módica suma de 2 000 dólares, para financiar el garrote con que será golpeado.
dinero, libertad del. Dícese del rey Herodes suelto en una fiesta infantil.
gobierno. En el Sur, institución especializada en la difusión de la pobreza, que periódicamente se reúne con sus pares para festejar los resultados de sus actos. La última Conferencia Regional sobre la Pobreza, que congregó en Ecuador a los gobiernos de América Latina, reveló que ya se ha logrado condenar a la pobreza a un 62,3 por ciento de la población latinoamericana. La Conferencia celebró la eficacia del nuevo Método Integrado de Medición de la Pobreza (MIMP).
guerra. Castigo que se aplica a los países del Sur cuando pretenden elevar los precios de sus productos de exportación. El más reciente escarmiento fue exitosamente practicado contra Irak. Para corregir la cotización del petróleo, fue necesario producir 150 000 daños colaterales, vulgarmente llamados «víctimas humanas», a principios de 1991.
guerra fría. Ya era. Se necesitan nuevos enemigos. Interesados dirigirse al Pentágono, Washington DC, o a la comisaría de su barrio.
historia. El 12 de octubre de 1992, el nuevo Orden Mundial cumplirá 500 años.
ideologías, muerte de las. Expresión que comprueba la definitiva extinción de las ideas molestas, y de las ideas en general.
impunidad. Recompensa que se otorga al terrorismo, cuando es de Estado.
intercambio. Mecanismo que permite a los países pobres pagar cuando compran y cuando venden también. Una computadora cuesta, hoy día, tres veces más café y cuatro veces más cacao que hace cinco años. (Banco Mundial, cifras de 1991.)
life, american way of. Modo de vida típico de los Estados Unidos, donde se practica poco.
mercado. Lugar donde se fija el precio de la gente y otras mercancías.
mundo. Lugar peligroso. «A pesar de la desaparición de la amenaza soviética, el mundo continúa siendo un lugar peligroso.» (George Bush, mensaje anual al Congreso, 1991.)
mundo, mapa del. Un mar de dos orillas. Al Norte, pocos con mucho. Al Sur, muchos con poco. El Este, que ha logrado dejar de ser Este, quiere ser Norte, pero a la entrada del Paraíso un cartel dice: Completo.
naturaleza. Los arqueólogos han localizado ciertos vestigios.
ninja, tortugas. Violentos bichitos que luchan contra el mal, ayudados por una pócima mágica que se llama, como el dólar, green stuff.
orden. El mundo gasta seis veces más fondos públicos en investigación militar que en investigación médica. (Organización Mundial de la Salud, datos de 1991.)
pobreza. En 1729, Jonathan Swift escribió su Modesta proposición para evitar que los hijos de los pobres sean una carga para sus padres y para el país. En esa obra, el autor recomendó cebar a los niños pobres antes de comerlos. A la luz del peligroso desarrollo del problema en nuestros días, los expertos internacionales estudian la puesta en práctica de esa interesante iniciativa.
poder. Relación del Norte con el Sur. Dícese también de la actividad que en el Sur ejerce la gente del Sur que vive y gasta y piensa como si fuera del Norte.
privatización. Transacción mediante la cual el Estado argentino pasa a ser propiedad del Estado español.
riqueza. Según los ricos, no produce la felicidad. Según los pobres, produce algo bastante parecido. Pero las estadísticas indican que los ricos son ricos porque son pocos, y las fuerzas armadas y la policía se ocupan de aclarar cualquier posible confusión al respecto.
televisión. Cultura universal. Dictadura de la Imagen Única, que rige en todos los países. Ahora el mundo entero tiene la libertad de ver las mismas imágenes y escuchar las mismas palabras. A diferencia de la extinta Dictadura del Partido Único, la Dictadura de la Imagen Única trabaja por la felicidad del género humano y el desarrollo de su inteligencia.
veneno. Sustancia que actualmente predomina en el aire, el agua, la tierra y el alma.
Fuente: Galeano, E. (1992), Ser como ellos y otros artículos, Siglo Veintiuno, México, D.F.

14/1/08

Tlatelolco entero respira sangre

Por Eduardo Galeano
1968
Ciudad de México
Los estudiantes
invaden las calles. Manifestaciones así, en México jamás se han visto, tan inmensas y alegres, todos atados brazo con brazo, cantando y riendo. Los estudiantes claman contra el presidente Díaz Ordaz y sus ministros, momias con vendas y todo, y contra los demás usurpadores de aquella revolución de Zapata y Pancho Villa.
En Tlatelolco, plaza que ya fue moridero de indios y conquistadores, ocurre la encerrona. El ejército bloquea todas las salidas con tanques y ametralladoras. En el corral, prontos para el sacrificio, se apretujan los estudiantes. Cierra la trampa un muro continuo de fusiles con bayoneta calada.
Las luces de bengala, una verde, otra roja, dan la señal.
Horas después, busca su cría una mujer. Los zapatos dejen huellas de sangre en el suelo.
«Había mucha, mucha sangre», Relata la madre de un estudiante,
a tal grado que yo sentía en las manos lo viscoso de la sangre. También había sangre en las paredes. Creo que los muros de Tlatelolco tienen los poros llenos de sangre; Tlatelolco entero respira sangre… Yacían los cadáveres en el piso de concreto esperando a que se los llevaran. Conté muchos desde la ventana, cerca de sesenta y ocho. Los iban amontonando bajo la lluvia. Yo recordaba que Carlitos, mi hijo, llevaba una chamarra de pana verde y en cada cadáver yo creía reconocerla…
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

13/1/08

Rigoberta Menchú

Por Eduardo Galeano
1980
Uspantán
 Imagen tomada de https://bit.ly/2uvKgun
Ella es una india maya-quiché, nacida en la aldea de Chimel, que recoge café y corta algodón en las plantaciones de la costa desde que aprendió a caminar. En los algodonales vio caer a dos de sus hermanos, Nicolás y Felipe, los más chiquitos, y a su mejor amiga, todavía a medio crecer, todos sucesivamente fulminados por los pesticidas.
El año pasado, en la aldea de Chajul, Rigoberta Menchú vio cómo el ejército quemaba vivo a su hermano Patrocinio. Poco después, en la embajada de España, también su padre fue quemado vivo junto con otros representantes de las comunidades indias. Ahora, en Uspantán, los soldados han liquidado a su madre muy de a poco, cortándola en pedacitos, después de haberla vestido con ropas de guerrillero.
De la comunidad de Chimel, donde Rigoberta nació, no queda nadie vivo.
A Rigoberta, que es cristiana, le habían enseñado que el verdadero cristiano perdona a sus perseguidores y reza por el alma de sus verdugos. Cuando le golpean una mejilla, le habían enseñado, el verdadero cristiano ofrece la otra.
-Yo ya no tengo mejilla que ofrecer -comprueba Rigoberta.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

El amor desenterrado

Por Jorge Enrique Adoum
La Dra. Karen E. Stothert, profesora en la Universidad de Fordham, en Bronx, Nueva York, acompañada de Paula Rogasner, de la Universidad de Guayaquil, y de Eugenia Rodríguez, Marcelo Villalba e Iván Cruz, de la Universidad Católica de Quito, con los auspicios del Museo Arqueológico del Banco Central del Ecuador, descubrió en la Península de Santa Elena, provincia del Guayas, un cementerio paleoindio –el más antiguo del Ecuador y uno de los primeros de América (8000 a. de C.) con varias clases de entierros y de ofrendas. Un excepcional hallazgo fue el de los llamados “amantes de Sumpa”: dos esqueletos ligados en actitud amorosa sobre los cuales se han colocado algunas piedras, al parecer después de su muerte.
(De los periódicos)
Cuál de los dos muró primero
callando ante la verdad de los cuerpos que dialogan
en esta antigua tragedia anterior a la tragedia antigua,
porque cómo se hace –avisen, habría que decírselo a todos-
para morir juntos sin desclavarse,
interminable hazaña nupcial no repetida
porque desde entonces ya no supimos cómo. Cuál pudo ver en el otro, espiándole po[r] partes, la agonía,
en qué momento se truncó el arco que describe el deseo
antes de terminar con el vencedor besando agradecido la ingle en despedida
y quedarse así con la pierna detenida para siempre en el viaje a la entrepierna
(lentitud de quienes adueñándose del gozo se adueñaron del tiempo)
por donde pasa el tiempo áspero de la península con sus toallas de arena
cada mañana después de cada noche de ese ensayo general de los actos del acto. (¿O fue un acto inacabado,
palabra que la muerte detuvo en la primera sílaba,
tantas veces repetida por nosotros hasta ahora y tartamuda,
creyendo cada vez que es una muerte pequeñita,
contentos como quienes bailan esas danzas
cuyo origen ritual han olvidado?) Amaos por favor, seguid amándoos
vorazmente insatisfechos por los siglos de los siglos de los siglos,
no desatéis la inicial inmemorial amarra
porque qué nos restaría de esta amorosa e insolente estatua,
ni cómo iríamos a comprobar que álguienes se amaron
si de pronto estos huesos polvo fueran,
deshaciéndose en la tardía sacudida del espasmo
cien siglos después de haber comenzado apenas a tocarse con los dedos los labios
y nos quedáramos así sin pruebas
de que existió la eternidad un día.
Fuente: La cita procede de Antología poética iberoamericana, Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura, Quito.

Erección mortal

Por Ramiro Díez
No es del todo cierto que el Presidente John Fitzgerald Kennedy hubiese muerto un 22 de noviembre de 1963. Ese día el mundo conoció la noticia de los balazos disparados supuestamente por Lee Harvey Oswald, pero su muerte real estuvo escrita desde una semana atrás cuando, jugado con cuernos y no precisamente en un rodeo texano, tuvo una aparatosa caída.
Kennedy, con su pinta de niño bueno, estudiante aplicado y pulcro, era un fornicador promiscuo, implacable, vocacional y ansioso, que manejaba una amplia base de datos con sus otros hermanos –y con su mismo padre–, para compartir las más provocativas mujeres.
Y todos a su alrededor, empezando por Jackie, su esposa, sabían que al hombre no le era difícil, en absoluto, disfrutar de todas las escaramuzas de cama que se quisiera imaginar. Tenía el poder, que es el más irresistible afrodisíaco, y era joven, apuesto, famoso, saludable, y usuario del más lujoso y seguro motel del mundo: La Casa Blanca.
Sus amigos, y con mayor razón los que no lo eran, se retorcían de la más rabiosa y silenciada envidia, porque era conocido que a su lecho las mujeres caían en racimo como bombas arrojadas desde un B-52.
Ocho días antes de aquella tarde en Dallas, jugando al lado de la piscina con una rubia escultural y sin bikini, que pataleaba entre sus brazos, el presidente cayó sobre el piso mojado. La rubia, con todas sus deliciosas curvas, le cayó sobre su vientre y, por primera vez con una mujer encima, el presidente dio un grito, no de placer, sino de dolor.
Resultado: fin de la fiesta, vértebra dislocada, disculpa inventada a su mujer, y corsé para mantener recta la espalda. Ocho días más tarde, en Dallas y desde no se sabe dónde, un primer balazo le pegó en el cuello.
Sin el chaleco ortopédico, Kennedy se hubiese derrumbado y no hubiera recibido más heridas. Hubiese sobrevivido, porque ese primer balazo era grave pero no mortal. Pero el chaleco lo mantuvo erecto. Entonces un balazo más. Y el hombre siguió sin caerse. Otro balazo. Y la muerte. Lo mató la erección de su espalda.
Fuente: Díez, R. (2004), Páginas con Cierto Sentido, Impresores MYL, Quito.

12/1/08

Felices los normales

Por Roberto Fernández Retamar
A Antonia Eiriz

Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más.
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y los secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones.
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles,
Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños.
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen los más locos que sus madres, los más borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.
Fuente: La cita procede de Antología poética iberoamericana, Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura, Quito.

John Lennon

Por Eduardo Galeano
1980
Nueva York
Imagen tomada de https://bit.ly/2OwdL8n
Una camisa, colgada en una azotea, pega manotazos. Se queja el viento. A los rugidos y chillidos de la ciudad se une el alarido de una sirena que corre por las calles. En este sucio día ha caído asesinado John Lennon, fundador de música, en una esquina de Manhattan.
Él no quería ganar ni matar. No aceptaba que el mundo fuera bolsa de valores ni cuartel militar. Lennon estaba al margen de la pista: cantando o silbando con aire de distraído, miraba girar las ruedas de los demás en el incesante vértigo que va y viene entre el manicomio y el matadero.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

11/1/08

Los Esdrújulos

Por Jorge Enrique Adoum
El galope se oía en la esquina de Miseria Velásquez y en seguida el grito “Ahí vienen los Esdrújulos” que llenaba de pavor al barrio. Los vecinos se desgañitaban dando la alarma y de zaguán en zaguán se cerraban las puertas, reforzándolas por dentro con trancas, porque las bisagras y las aldabas pobres estaban hechas para la vida de todos los día. Las viejas decían “Santodiosantofuertesantoinmortal” y se persignaban, los hombres decían “Unagranputa” y apretaban los puños, los chicos lloraban temblando, los más grandes que los habían visto por las rendijas decían que eran igualitos a Buck Jones y a Tom Mix pero era mentira. Yo los vi una vez entrar a caballo al bar del IMPERIAL. Alguien corría, se oía el ruido de las suelas contra el empedrado, luego el ruido del galope y después los disparos, todo como en las manifestaciones. En el IMPERIAL sonaban vidrios rotos, carcajadas y golpes, y en seguida se callaba la pianola.
Eran cinco: Arístides, Germánico, Cleóbulo, Polícrates y Temístocles, “de los Golmés de España, carajo”. Como eran nombres difíciles y desconocidos en nuestro Macondo, la gente los identificaba como El Nerón, El Largo, El Bolo, El Pecas y El Jetas, y ellos mismos aceptaron la nomenclatura local renunciando la sonoridad romana de sus nombres. En la ciudad sólo los diferenciaban los policías, porque los Esdrújulos andaban siempre juntos y, como decía el abuelo de Gálvez, porque nadie tuvo tiempo de mimarles mucho tiempo la cara. Pero el tuerto empleado de la librería contaba: “Al señor Polícrates sí le conozco bien y no me he de olvidar. Una noche pasaba por donde estaban farreando y cuando me vio me llamó: Ve, longo, andá a comprarme cigarrillos, dijo. Fui corriendo a la esquina y cuando le entregué los Fullblanco me turbé y le dije Aquí tiene, señor Calígula. Ahí fue cuando de adrede me hundió el ojo con el dedo diciéndome: Polícrates, para otra vez pendejo.”
Eran hijos de un general que fue jefe de montonera liberal. La revolución en el Poder les dejó una hacienda, La Liria, atravesada en cruz por la línea del tren y el río. Había en ella cerca de cuatro mil indios y dos estaciones del ferrocarril. Nadie supo nunca cuál era su extensión exacta y la llamaban simplemente La Provincia. Cuando alguien les preguntaba dónde quedan los linderos, los Golmés decían “donde nos dé la gana”. A la muerte del general estaban en distintos cursos del colegio. Sólo Arístides llegó a bachiller y todos se fueron a vivir en la hacienda. Debe ser aburrido porque se distraían haciendo prácticas de tiro apuntando al sombrero o al borrego de algún peón que pasaba y también se dedicaban a lo que llamaban cacería de indias: las tumbaban en los chaquiñanes o sobre las siembras tirándolas de las trenzas al mismo tiempo que les ponían la zancadilla. “Se asustan al comienzo, dicen que decía Cleóbulo, pero después se quedan quietas rascando el suelo, porque son frígidas estas cojudas.” Pero, para decir la verdad, también cazaban venados y tórtolas. Pasaban el día a caballo, echaban un rápido vistazo a las siembras o a las cosechas, bebían el aguardiente que se destilaba en la misma hacienda, del viernes al lunes y los días de fiesta iban a beber al pueblo. Nerón, el mayor de los cinco, decía en esa época: “El que está demás es El Jetas: si no fuera por él seríamos cuatro para repartirnos en partes iguales La Liria tal como la dividió la naturaleza con el tren y el río. El Jetas, por haber nacido último y porque es medio pendejo.”
Para los indios de la hacienda, Patrón Golmés era uno solo, como Dios, que estaba en todas partes. Tenían que saludar, recibir órdenes y responder con la cabeza baja, y sólo les conocían las fundas de los revólveres, los foetes, los estribos y las botas, y eran todos iguales. Acababan de venir informando cuántos litros dio el ordeño y se encontraban de nuevo en el camino con los mismos estribos, saludaban santiguándose y haciéndose a un lado, se alejaban corriendo y no era díficil que al llegar al huasipungo vieran las misma botas, el mismo látigo (¿por qué le llamarán “acial”?), esperándolos.
“Quién sabe cuánta gente ha muerto ahí, decía el abuelo. En una fiesta de toros de pueblo un indio borracho que corría huyendo de un toro entre otros borrachos, tropezó contra Germánico, tartamudeó pidiendo perdón y siguió corriendo. El Largo lo volteó de un tiro, delante de todos. Una vez, en una cantina, un amigo le preguntó: ¿Y no te persigue por la noche el alma del indio? El Largo dizque se quedó pensando un rato y después preguntó: ¿A cuál de ellos te refieres?”
En su juventud, cuando estaba con tragos y encendía un cigarrillo, Nerón acercaba la llama del fósforo a un tapete, un periódico o una cortina gritando “Arde Roma”, y él mismo ayudaba a apagar el fuego, en medio de sus carcajadas y del atolondramiento general. Después parece que se cansó pero le quedó gustando la expresión, porque cuando comenzó a ser Senador la intercalaba en sus discursos: “Señor Presidente, si no se pone coto a las actividades subversivas de los bolcheviques, aquí va a arder Roma”, o bien, “Honorables senadores, la sagrada tarea que tenemos los Padres de la Patria es impedir que aquí arda Roma”. En el Club afirmaba: “Mientras haya congreso y haya indios, yo he de ser Senador: esos cojudos se reproducen como cuyes.” Y los enviaba a votar, bajo el control de mayordomos y capataces, en camiones, a pie o a mula, a la parroquia que quedaba junto a una de las estaciones del tren. Cada indio llevaba en un bolsillo o apretada entre los dedos la papeleta “Señor Don Arístides Golmés para Senador de la República”, doblada como billete ajeno o estampa del Señor de los Milagros. La papeleta cambió una vez: “Señor Don Temístocles Golmés para Alcalde de la Ciudad.” Cuando ya se hacía el recuento de votos en la ciudad, al día siguiente de las elecciones municipales, Arístides envió un telegrama: AVISEN CUANTOS VOTOS FALTAN PARA MANDARLES. “Yo le hice Alcalde al maricón del Jetas, dijo esa vez, y así le pagué su parte de La Liria para que no nos siga jodiendo con sus divisiones para cinco, que es más difícil.”
Western de pacotilla, sin Hoppalong Cassidy, sin riesgo ni heroísmo, era a la medida del país y, por eso, con muchos muertos. “No son muertos sino cholos” aclaraba El Pecas y hasta se lo dijo al Comisario de Policía, uno dado de justo, recién nombrado el pobre, que no conocía el folklore local y que lo había hecho comparecer por haber empujado con su caballo a un arriero que cayó sobre los rieles del ferrocarril. Pero como Nerón era Senador y El Jetas era Alcalde, el Comisario fue destituido al día siguiente. Los policías harapientos los respetaban como a sus superiores: hacían detener el tránsito ralo hasta que pasaran los Esdrújulos, abandonaban su puesto en el cruce de dos calles para ir a comprarles trago puro o sánduches cuando farreaban en alguna casa cercana. “Traerás hembras también, cholo.” “Pero, ¿cómo? mi señor Cleobulito.” “Aplicando el peso de la autoridad pues, cerdoso.”
En las fiestas de inocentes se disfrazaban de Escapados del Manicomio: se ponían los zapatos cambiados, calzoncillos largos en lugar de pantalón, bacenillas como sombreros, pintadas las caras o con carteas de cartón o alambre, pero eran inconfundibles. Borrachos escogían al azar casas de amigos o de desconocidos, arrancaban el papel de las paredes, derribaban los armarios, revolvían los cajones, quebraban los espejos, hurgaban a las cholas debajo del anaco, orinaban en las ollas de la cocina, derramaban cerveza en las camas, soltaban en la sala gallinas enloquecidas a las que habían metido velas encendidas en el ano, pedían trago y luego se iban cantando a otra casa. Eran diez días de zozobra de Inocentes. La gente respiraba tranquila el 7 de enero, cuando regresaban a la hacienda “a curarse el chuchaque hasta la próxima”.
El Bolo, por ganar una apuesta de dos botellas de aguardiente, subió un Viernes Santo a la torre de la iglesia del pueblo y tocó las campanas muertas. Cuando se reunió en la plaza la poblada, primero temiendo que fuera el fin del mundo y luego escandalizada al saber que sólo era un sacrilegio, Cleóbulo escapó por la sacristía, dio vuelta a la manzana y a pareció por una esquina de la plaza gritando “Por ahí va, por ahí va, síganlen”. “Todavía han de estar buscando” agregaba para concluir su relato. El Pecas se metió una vez en un confesionario y oyó la confesión de su novia “para saber si era virgo”, después de lo cual fijó la fecha de la boda.
Pese a sus desplantes de comecuras todos se casaron por la Iglesia. El primero en hacerlo fue El Jetas. “Yo siempre dije que era pendejo” había comentado Arístides, quien no tardó en seguir su ejemplo. El matrimonio, que se parece a la edad, los fue frenando: por algo decían siempre “la carlanca de mi mujer”. Nerón se quedó con la hacienda y sus hermanos se gastaron en jaranas la fortuna. Polícrates, cuando amanecía sin un centavo en alguna cantina, se hacía llevar a su casa en el camión de la basura. Cleóbulo tuvo un depósito de harinas que atendía su mujer. Germánico, un almacén de cueros que quebró pronto. Temístocles hasta fue pesquisa. Ya no andaban en montonera, pero los cinco mantenían un espíritu tribal y eran respetados, influyentes, católicos. Se establecieron en la ciudad. Arístides repetía: “Lo que es yo, yo vivo con mis votos”, pero como siempre era Senador o Ministro o Gobernador o Jefe Supremo del Partido Liberal, le quedaba poco tiempo para ir a la hacienda. El dueño de la librería decía: “Para él, cada indio es un cero: no vale nada pero le aumenta la cuenta en el Banco y los votos en las elecciones.” Claro que no le hacían mucho casom, porque no era más que un comunista envidioso.
En esa época ya sólo los chicos les teníamos miedo a los Golmés y los mirábamos de lejos no más, recordando lo que habíamos oído. A quienes conocimos bien fue a sus hijos, que estaban en la escuela con nosotros: reposados y tontos, parecían hechos por un semen envejecido o fatigado. Algunos han llegado inclusive a trabajar. Fabián, el Cretino, era hijo de Arístides. Arístides sigue siendo Senador o Gobernador de cuando en cuando.
Fuente: Adoum, J. E. (1976), Entre Marx y una mujer desnuda, Siglo Veintiuno, México, D.F.

Pobre mi madre querida

Por Eduardo Galeano
A fines de los años sesenta, el poeta Jorge Enrique Adoum regresó al Ecuador, después de mucha ausencia. No bien llegó, cumplió con el ritual obligatorio de la ciudad de Quito: se fue al estadio, a ver jugar al equipo del Aucas. Era un partido importante, y el estadio estaba repleto.
Antes del comienzo, se hizo un minuto de silencio por la madre del árbitro, muerta en la víspera. Todos se pusieron en pie, todos callaron. Acto seguido, un dirigente pronunció un discurso destacando la actitud del deportista ejemplar que iba a arbitrar el partido, cumpliendo con su deber en las más tristes circunstancias. Al centro de la cancha, cabizbajo, el hombre de negro recibió el cerrado aplauso del público. Adoum pestañeó, se pellizcó un brazo: no podía creer. ¿En qué país estaba? Mucho habían cambiado las cosas. Antes, la gente sólo se ocupaba del árbitro para gritarle hijo de puta.
Y empezó el partido. A los quince minutos, estalló el estadio: gol del Aucas. Pero el árbitro anuló el gol, por fuera de juego, y de inmediato la multitud recordó a la difunta autora de sus días:
-¡Huérfano de puta! -rugieron las tribunas.
Fuente: Galeano, E. (1995), El fútbol a sol y sombra, Siglo Veintiuno, México, D.F.

Un nuevo mundo

Por Subcomandante Marcos
La transformación de una realidad no es tarea de un solo actor, por más fuerte, inteligente, creativo y visionario que sea. Ni solos los actores políticos y sociales, ni solos los intelectuales pueden llevar a buen término esa transformación. Es un trabajo colectivo. Y no sólo en el accionar, también en los análisis de esa realidad, y en las decisiones sobre los rumbos y énfasis del movimiento de transformación.
Cuentan que Miguel Ángel Buonarroti realizó su “David” con serias limitaciones materiales. El pedazo de mármol sobre el que trabajó Miguel Ángel era uno que ya había sido empezado a trabajar por alguien más y tenía ya perforaciones, el talento del escultor consistió en hacer una figura que se ajustara a esos límites infranqueables y tan restringidos, de ahí la postura, la inclinación, de la pieza final. …
De la misma forma, el mundo que queremos transformar ya ha sido trabajado antes por la historia y tiene muchas horadaciones. Debemos encontrar el talento necesario para, con esos límites, transformarlo y hacer una figura simple y sencilla: un nuevo mundo.
Vale de nuez. Salud y no olvidéis que la idea es también un cincel.
Desde las montañas del Sureste Mexicano
Subcomandante Insurgente Marcos
México, abril del 2000
P.D. ¿Alguien tiene un martillo a la mano?
Fuente: Marcos, S. (2001), Marcos la dignidad rebelde, Cybermonde, Valencia.

9/1/08

Prohibido fijar carteles

Por Jorge Enrique Adoum
Despiertas casi cadáver cuando el reloj lo ordena,
el día no te espera, hay tanto capataz que mide
el milímetro del centavo que se atrasa por ti,
bebes el café que te quedó de ayer y sales
consuetudinario PROHIBIDIO CURVAR A LA IZQUIERDA
y casi PROHIBIDIO PISAR EL CÉSPED pisas el césped
porque ibas a caerte, luego avanzas, ciudadano
y durable, PROHIBIDO CRUZAR sin saber para qué lado
ir ni para qué PROHIBIDO ESTACIONARSE porque no puedes
parar la maquinaria infatigable con tu dedo
sólo porque te entró una astilla en el alma,
OBEDEZCA AL POLICÍA así es más fácil, saluda,
di que sí, que bueno PROHIBIDO HABLAR CON EL CONDUCTOR
y quitándole dócilmente el sombrero estupefacto
PÓNGASE EN LA COLA anuncia tu hereje necesidad
de trabajar en lo que fuese NO HAY VACANTES,
tal vez el año próximo por la tarde, pero no te dejan
dejar para mañana lo que puedes morir hoy
y aguantas y volverás cuanto te llamen PROHIBIDO
USAR EL ASCENSOR PARA BAJAR con tus piernas, para eso
las tienes gratis desde el último accidente
NO SE ACEPTAN RECLAMOS para que vayas de guerra
en guerra con tu himno nacional SONRÍA, tu banderita,
la patria a la que le debes tanto, como todos,
pero ten cuidado, imbécil: por ir pensando en tu metafísica
descocida ibas a entrar en el parque público
PROHIBIDA LA ENTRADA, zona estratégica, tú, negro
humano, perro cívico, civil, SILENCIO, y tú sabes
que no debes PROHIBIDO PORTAR ARMAS, eso también
se sabe y tampoco los proyectos de amor, los aromas
futuros, no suena todavía la sirena de las seis
PROHIBIDAS LAS HUELGAS que es cuando puedes pensar
LEA SELECCIONES TOME COCA-COLA PROHIBIDO ESCUPIR
hombre libre de este país libre del mundo libre,
y acatas las yuntas formidables de los diarios
y agradeces: otros piensan por ti y les cuesta
para que sigas libre, no te llames PROHIBIDO
USAR EL TELÉFONO sólo para tener quién pregunte
por ti PROHIBIDAS LAS VISITAS EN LAS HABITACIONES
vayan a creer que estás enfermo, PROHIBIDO FORMAS GRUPOS,
porque tú, individuo, aislado, alicaído, con el vientre
pegado al paladar que te sabe a medalla, eres inofensivo;
mejor apágate la luz, deja para algún día los rencores,
ponte en toque de queda, métete en ti, prolóngate
durmiendo para que vuelvas a amanecer, heroico
de puro testarudo, a leer las nuevas instrucciones
para hoy como un estado de sitio: prohibido tener
libros de Marx y otros libros, prohibido llevar los cabellos
como te dé la gana, prohibido ir a China, prohibido
besarse en los parques, prohibido tener fotografías
del Che, nombrar al Che, leer al Che y otros autores,
prohibidas las faldas cortas, las películas suecas,
las canciones de Bob Dylan, los dibujes de Siné,
prohibido hablar mal del gobierno, prohibida
la información sobre los grupos subversivos, prohibidas
todas las manifestaciones, queda prohibida la lucha
de clases ha dicho el Presidente, y sigues, aguantón
y cobarde, sólo porque el instinto, él también,
quién lo creyera, te colgó su letrero: SE PROHÍBE MORIR.
Fuente: La cita procede de Grandes poetas de los 50, La Oveja Negra, Bogotá.