28/6/08

Stephen Hawking

Por Carl Sagan
En la primavera de 1974, unos dos años antes de que la nave espacial Viking aterrizara en Marte, estuve en una reunión en Inglaterra, financiada por la Royal Society de Londres, para examinar la cuestión de cómo buscar vida extraterrestre. Durante un descanso noté que se estaba celebrando una reunión mucho mayor en un salón adyacente, en el cual entré movido por la curiosidad. Pronto me di cuenta de que estaba siendo testigo de un rito antiquísimo, la investidura de nuevos miembros de la Royal Society, una de las más antiguas organizaciones académicas del planeta. En la primera fila, un joven en una silla de ruedas estaba poniendo, muy lentamente, su nombre en un libro que lleva en sus primeras páginas la firma de Isaac Newton. Cuando al final acabó, hubo una conmovedora ovación. Stephen Hawking era ya una leyenda.
Hawking ocupa ahora la cátedra Lucasian de matemáticas de la Universidad de Cambridge, un puesto que fue ocupado en otro tiempo por Newton y después por P.A.M. Dirac, dos célebres exploradores de lo muy grande y lo muy pequeño. Él es su valioso sucesor.
Fuente: La cita procede de Hawking, S. (1988), Historia del tiempo, Grijalbo, Bogotá.

23/6/08

El Estado omni-impotente

Por Eduardo Galeano
Fidel Castro es un símbolo de dignidad nacional. Para los latinoamericanos, que ya estamos cumpliendo cinco siglos de humillación, un símbolo entrañable.
Pero Fidel ocupa, desde hace añares, el centro de un sistema burocrático, sistema de ecos de los monólogos del poder, que impone la rutina de la obediencia contra la energía creadora; y a la corta o a la larga, el sistema burocrático –partido único, verdad única- acaba por divorciarse de la realidad. En estos tiempos de trágica soledad que Cuba está sufriendo, el Estado omni-potente se revela omni-impotente.
Este sistema no proviene de la oreja de una cabra. Proviene, sobre todo, del veto imperial. Apareció cuando la revolución no tuvo más remedio que cerrarse para defenderse, obligada a la guerra por quienes prohibían que Cuba fuera Cuba; y el incesante bloqueo exterior lo fue consolidando a lo largo del tiempo. Hace más de treinta años que el veto imperial se aplica, de mil maneras, para impedir la realización del proyecto de la Sierra Maestra.
Continuo escándalo de hipocresía: desde aquel entonces, toman examen de democracia a Cuba, los fabricantes de todas las dictaduras militares que en Cuba han sido.
En Cuba, democracia y socialismo nacieron para ser dos nombres de la misma cosa; pero los mandones del mundo sólo otorgan la libertad de elegir ente el capitalismo y el capitalismo.
Fuente: Galeano, E. (1992), Ser como ellos y otros artículos, Siglo Veintiuno, México, D.F.

19/6/08

¿Cree usted en Dios?

Por Carl Sagan
Como la palabra «Dios» significa cosas distintas para las distintas personas, normalmente respondo preguntando qué entiende mi interlocutor por «Dios». Sorprendentemente, la respuesta es a veces enigmática o inesperada: «¡Oh! Ya sabe usted, Dios. Todo el mundo sabe quién es Dios», o bien, «Pues un tipo de fuerza superior a nosotros y que existe en todos los puntos del universo». Hay muchas fuerzas de ese tipo. Una de ellas se llama gravedad, pero no es frecuente identificarla con Dios. Y no todo el mundo sabe a lo que se hace referencia al decir Dios. El concepto cubre una amplia gama de ideas. Alguna gente piensa en Dios en forma de un hombre de piel blanca, de grandes dimensiones, con una larga barba blanca, sentado en un trono en algún lugar ahí arriba, en el cielo, llevando afanosamente la cuenta de la muerte de cada gorrión. Otros –por ejemplo, Baruch Spinoza y Albert Einstein- consideraban que Dios es básicamente la suma total de las leyes físicas que describen el universo. No sé de ningún indicio de peso a favor de los patriarcas antropomórficos capaces de controlar el destino humano desde algún lugar privilegiado oculto en el cielo, pero sería estúpido negar la existencia de las leyes físicas. Creer o no en Dios depende mucho de lo que se entiende por Dios.
Fuente: Sagan, C. (1994), El cerebro de Broca, Crítica, Barcelona.

14/6/08

Él hará la revolución

Por Paco Igancio Taibo II
Es en esos días de la segunda mitad de junio del 55 cuando, en sus visitas a los exiliados cubanos, Ernesto entra en contacto con el menor de los hermanos Castro, Raúl, un personaje de rostro aniñado que tras la amnistía reciente se ha tenido que exiliar porque las autoridades batistianas le han montado una provocación acusándolo de haber puesto una bomba en un cine. Raúl, con una formación marxista y además con la experiencia del asalto al Moncada a sus espaldas, debió resultarle a Ernesto mucho más atractivo que los exiliados latinoamericanos con los que había estado previamente en contacto, expertos en barajar sueños y confundir ilusiones con realidades, vividores del cuento de hadas del retorno triunfal.
Durante esos días se entrevistan varias veces, tanto en el nuevo hogar que Ernesto comparte con Hilda [pareja del Che] como en el mísero departamento 29 en la calle Ramón Guzmán num. 6 donde el joven cubano se ha establecido. En esas conversaciones se habla de la próxima llegada del mítico Fidel Castro, quien a pesar de sus iniciales intenciones de permanecer en Cuba para armar una red revolucionaria opositora a la dictadura, bajo la presión de la censura y las múltiples provocaciones a sus compañeros, ha decidido finalmente exiliarse para organizar un retorno armado.
Según uno de sus muchos biógrafos, el impacto de las conversaciones con Raúl hace que Ernesto Guevara se dé una vuelta a la hemeroteca de la universidad para releer la historia del asalto al Moncada. Será en la segunda semana de julio, en una noche que Ernesto recordaría como una de esas frías noches de México a pesar de ser verano, cuando se encuentra con el mayor de los hermanos Castro, el líder indiscutido del movimiento de resistencia a Batista que empieza a llamarse 26 de julio. Fidel, que ha llegado a México el día 8, se encuentra a Ernesto en la casa de María Antonia González, un poco el hada madrina del grupo de exiliados, una cubana casada con el luchador de lucha libre Avelino Palomo, alias Medrano, en cuyo hogar de Emparán 49 han ido cayendo uno por uno los cuadros políticos del exilio cubano.
La conversación inicial entre Fidel y Guevara dura ocho o diez horas, según la memoria de los testigos o de los interrogadores futuros de los testigos, y a los dos interlocutores les ha de quedar profundamente grabada en la memoria; de ocho de la noche hasta el amanecer hablaron de la situación internacional, repasaron sus versiones de América Latina, hablaron de política y sobre todo de revoluciones, en particular, de la visión de Ernesto de lo sucedido en Guatemala y de la idea de Fidel de la futura revolución contra la dictadura batistiana.
Guevara, un hombre que en esos momentos de su vida había aprendido a mantener la distancia, a soterrar sus emociones, ha quedado profundamente impresionado con su interlocutor, ha sido capturado por la magia de hipnotizador de serpientes de Fidel. Al día siguiente escribe en su diario: Un acontecimiento político es haber conocido a Fidel Castro, el revolucionario cubano, muchacho joven, inteligente, muy seguro de sí mismo y de extraordinaria audacia; creo que simpatizamos mutuamente.
Al llegar a su casa le contaría a Hilda: Tenía razón Ñico en Guatemala cuando nos dijo que si algo bueno se ha producido en Cuba desde Martí, es Fidel Castro: él hará la revolución.
Fuente: Taibo II, P. (2003), Ernesto Guevara también conocido como el Che, Planeta, México, D.F.

11/6/08

¿Está superado Marx?

Por John K. Galbraith
Sí, así lo creo. Por mucho que sus ideas forman parte de nuestro universo igual que las de Adam Smith. Pero la empresa ha evolucionado en un sentido distinto al anunciado por él. Los propietarios del capital han perdido en ella el poder a favor de los managers, de los responsables de la organización y de la burocracia, lo que yo he bautizado como tecnoestructura. En gran parte a causa de este fenómeno, la confrontación con los obreros ha sido menos aguda de lo que había previsto e incluso deseado Marx. Los sindicatos han moderado su tendencia revolucionaria. El papel jugado por los sindicatos y la acción del Estado del bienestar han limado las aristas del capitalismo. Sin embargo, Marx ya había podido observar los signos anunciadores de esta evolución en Inglaterra.
En cuanto al comunismo, el peso del aparato burocrático ha sido muy superior a todo lo que Marx pudo imaginar. Si el desarrollo de la sociedad socialista hubiese sido tan fluido y si sus resultados hubiesen sido tan brillantes como esperaron Marx y Lenin (aun cuando este último supo presentir la sanción), el sistema capitalista habría desaparecido en el presente. Ninguna propaganda se habría podido oponer, ni siquiera por la fuerza, a su descomposición.
Fuente: Galbraith, J. K. (1979), Introducción a la economía, Crítica, Barcelona.

9/6/08

Ventana sobre la historia universal

Por Eduardo Galeano

Hubo una vez que fue la primera vez, y entonces el bicho humano se alzó y sus cuatro patas se convirtieron en dos brazos y dos piernas, y gracias a las piernas los brazos fueron libres y pudieron hacer casa mejor que la copa del árbol o la cueva de paso. Y habiéndose erguido, la mujer y el hombre descubrieron que se puede hacer el amor cara a cara y boca a boca, y conocieron la alegría de mirarse a los ojos durante el abrazo de sus brazos y el nudo de sus piernas.

Fuente: Galeano, E. (1993), Las palabras andantes, Siglo Veintiuno, México, D.F.

5/6/08

¿Padecía el Che Guevara de amusia?

El Dr. Laurent Stewart, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres, afirma que hay personas que no pueden percibir música. Dichas personas padecen de amusia: escuchan perfectamente pero no distinguen entre dos notas cercanas y, por tanto, todas las tonadas les suenan igual.
Quizá el Che Guevara padecía de amusia. Vilma Espín, la compañera de Raúl Castro, fallecida hace poco, cuenta que al Che le sonaba casi iguales el himno del 26 de Julio y La Internacional.
Sin embargo al Che le gustaba la música.
Y cantaba, pero desafinado: a la hora de entonar el himno, en la escuela, lo sacaban de la fila.
Y bailaba, pero con los pasos cambiados: cuando celebraba su 24 cumpleaños pidió a Alberto Granado, su compañero de viaje, que le dé con el codo si es un tango lo que está sonando. Lo codeó, pero para recordarle que esta canción le fascina a Chichina, la novia del Che. Era una samba… y el Che la bailó como si fuera un tango.

2/6/08

Supervivencia de la obra de Aristóteles

Por Daniel J. Boorstin
La supervivencia aleatoria de la miscelánea enciclopédica de Aristóteles constituye una saga por sí sola. El pionero griego de la geografía, Estrabón (c. 63 a.C.-19 d.C.), afincado en Roma c. 20 a.C., nos cuenta su historia. A su muerte, Aristóteles legó su biblioteca y escritos –junto con la dirección del Liceo– a su polifacético amigo y colega Teofrasto (c. 371-287 a.C.), quien se había granjeado el liderazgo de la escuela peripatética con sus escritos sobre botánica y su Metafísica, y abrió nuevos caminos a la ensayística con sus ingeniosos «Caracteres». A la muerte de Teofrasto, dejó la herencia literaria aristotélica al joven filósofo Neleo, de quien esperaba que le sucediera en el Liceo. Neleo procedía de una ciudad llamada Escepsis, en Anatolia, en la zona en la que Aristóteles había contado con el patrocinio de Hermias. Neleo legó este material a sus herederos personales, que no eran filósofos. Cuando los reyes Atálidas de Pérgamo invadieron Escepsis en busca de obras para su biblioteca, los herederos habían enterrado los libros en una bodega, abandonándonos al moho y la polilla. Sin embargo, al final consiguieron vender esos libros y manuscritos que se desintegraban.
El bibliófilo Apelicón realizó y publicó nuevas copias, descuidadas. El siguiente paso de la saga aristotélica lo cuenta Plutarco. Cuando Sila (138-78 a.C.), el general romano, capturó Atenas en el 86 a.C., en su campaña contra Mitrídates, se apoderó de la biblioteca de Apelicón, incluidos los libros y papeles de Aristóteles, y la llevó a Roma. Ahí, afortunadamente, un discípulo y admirador del filósofo, el gramático Tiranio, amigo de Cicerón y César, se granjeó la confianza del bibliotecario, trabajó en los libros, organizó los manuscritos y realizó nuevas copias. El propio Cicerón admiraba tanto «el flujo dorado de la conversación» de Aristóteles (en sus diálogos, perdidos), que dijo haber tratado de escribir «al modelo aristotélico». Por suerte, Tiranio envió sus copias a Andrónico de Rodas, otro admirador de Aristóteles.
Y fue este Andrónico quien dio alas a la popularidad del filósofo. En torno al 40 a.C., organizó las obras en el orden en que han llegado hasta nosotros y en el que se basan los listados posteriores. Escribió un tratado personal sobre el conjunto de los escritos, redactó una vida de Aristóteles y nos transmitió una transcripción de su testamento. Hasta Andrónico, señala Plutarco, «los primeros peripatéticos fueron muy inteligentes y estudiosos, pero no tuvieron un conocimiento amplio ni preciso de los escritos de Aristóteles y Teofrasto». Andrónico había dado forma, sin saberlo, al vocabulario científico y filosófico de la Europa cristiana.
Fuente: Boorstin, D. (1988), Los pensadores, Crítica, Barcelona.