25/8/22

Borges según Bunge

Por Mario Bunge

Todo el mundo admira la obra de Borges. Se lo cita hoy día tan a menudo como antes se citaba a Paul Valéry, otro poeta cerebral. El motivo es que Borges era extremadamente culto, inteligente, imaginativo e ingenioso, y escribía como los ángeles (como se diría en inglés). Casi todo lo que escribió es interesante, particularmente para los intelectuales.

Pero también hay quien piensa que a Borges le faltó algo.

¿Qué? Tengo la osadía de proponer que carecía de empatía, que no simpatizaba con sus personajes. Propongo esta idea con osadía porque carezco de credenciales literarias y porque soy consciente de que estoy haciendo piscología de butaca.

Creo que Borges admiraba, temía o despreciaba a la gente. Pero ¿alguna vez se compadeció de alguien o amó a alguien al punto de sacrificar algo? Si hemos de juzgar por sus personajes, Borges no le tuvo lástima ni amó apasionadamente a persona alguna. En efecto, ninguno de sus personajes es entrañable. Al menos, yo no querría ser amigo de ninguno de ellos.

Nos reímos de don Quijote y de Sancho Panza, pero también nos encariñamos con ellos. No apreciamos al Doctor Bovary, pero nos da pena. También le tenemos lástima al coronel a quien nadie escribe de García Márquez, aunque no lo admiramos.

Quien lee poemas, cuentos o novela no busca información ni gimnasia intelectual. Busca emoción, asombro o diversión. Borges me asombra, interesa y admira, pero no me emociona. En cambio, el francés Le Clézio, el danés Peter Høeg, el brasileño Jorge Amado, el portugués José Saramago, el indo-canadiense Rohinton Mistry, el albanés Ismail Kadaré, la sudafricana Nadine Gordimer, el nigeriano Wole Soyinka, el egipcio Naguib Mahfouz, el australiano Peter Carey, el español Miguel Delibes, el norteamericano Kurt Vonnegut y muchos otros me emocionan, además de asombrarme y divertirme. Que esto es arte ardiente y perdurable: su capacidad de emocionar.

Creo que Borges fue más porteño "piola" (astuto) de lo que le hubiera gustado ser. Por si no lo sabía la lectora, el porteño piola de aquellos tiempos era despreciativo y perdonavidas, hacía alarde de pellejo duro y de intelecto superior, era escéptico y cínico. Si lo sabré yo, que fui porteño casi la mitad de mi vida. Tanto lo fui, que en mi juventud elogiaba a Borges, a quien respetaba intelectualmente, por ser el mejor escritor inglés en lengua castellana.

Si mi hipótesis fuera verdadera, explicaría por qué la obra de Borges admira pero no conmueve. Fue escrita con la corteza cerebral, sin participación del sistema límbico. Es fría y distante como una escultura moderna o como la música atonal.

Me corrijo: así veo yo la obra de Borges. Admito que otros puedan sentirla de maneras diferentes, acaso por identificarse con el autor o con alguno de sus personajes. Para averiguar la verdad habría que hacer una investigación experimental de la apreciación estética de la obra de Borges. ¿Se anima? Yo tampoco.

Fuente: Bunge, M. (2006), 100 ideas, Laetoli, Pamplona.

18/8/22

Asia oriental versus América Latina

Por Noam Chomsky

La comparación entre Asia oriental y América Latina es impresionante. América Latina tiene una de las peores marcas del mundo en desigualdad, el este de Asia una de las mejores. Lo mismo puede decirse de la enseñanza, la sanidad y los servicios sociales en general. Las importaciones de América Latina se decantan señaladamente hacia el consumo de los ricos; en Asia oriental, hacia la inversión productiva. La fuga de capitales latinoamericanos se ha acercado a las dimensiones de la aplastante deuda; en Asia oriental se ha controlado firmemente hasta hace muy poco. En América Latina los acaudalados suelen estar exentos de obligaciones sociales, incluidos los impuestos. El problema de América Latina no es el «populismo», señala el economista brasileño Bresser Pereira, sino «el sometimiento del estado a los ricos». Asia oriental es tajantemente distinta.

Fuente: Chomsky, N (1999), El beneficio es lo que cuenta, Crítica, Barcelona.

11/8/22

Isaac Newton

Por Eduardo Galeano

Enero

4

Hoy nació, en 1643, Isaac Newton.

Newton nunca tuvo, que se sepa, amantes ni amantas.

Murió virgen, tocado por nadie, aterrorizado por la amenaza de contagios y fantasmas.

Pero este señor miedoso tuvo el coraje de investigar y revelar

el movimiento de los astros,

la composición de la luz,

la velocidad del sonido,

la conducción del calor

y la ley de la gravedad, esa irresistible fuerza de atracción de la tierra que nos llama y llamándonos nos recuerda nuestro origen y nuestro destino.

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

4/8/22

Quién, quién, quién

Por Roberto Bolaño

De detrás de una arboleda volaron algunos pájaros. Parecían chillar el nombre de esa aldea perdida, Querquén, pero también parecían decir quién, quién, quién. Premuroso, recé una oración y me encaminé hacia un banco de madera, para componer una figura más acorde con lo que yo era o con lo que yo en aquel tiempo creía ser. Virgen María, no desampares a tu siervo, murmuré, mientras los pájaros negros de unos veinticinco centímetros de alzada decían quién, quién, quién, Virgen de Lourdes, no desampares a tu pobre clérigo, murmuré, mientras otros pájaros, marrones o más bien amarronados, con el pecho blanco, de unos diez centímetros de alzada, chillaban más bajito quién, quién, quién, Virgen de los Dolores, Virgen de la Lucidez, Virgen de la Poesía, no dejes a la intemperie a tu servidor, murmuré, mientras unos pájaros minúsculos, de colores magenta y negro y fucsia y amarillo y azul ululaban quién, quién, quién, al tiempo que un viento frío se levantaba de improviso helándome hasta los huesos.

Fuente: Bolaño, R. (2000), Nocturno de Chile, Anagrama, Barcelona.