31/12/20

El impacto de la pandemia de COVID-19

 

Lo que más me ha extrañado de la pandemia de COVID-19 es lo difícil que resultó predecir el impacto que tendría en los diversos países. Al principio se podía suponer que los países con sistemas de salud más vigorosos serían los menos afectados o, en general, que los países más desarrollados serían los menos afectados. Pero el desastre que se previó en África e India no ha ocurrido, y sorpresivamente los continentes más golpeados son América y Europa.

            La forma obvia de medir el impacto de la pandemia en un país es mirar el número de fallecidos teniendo en cuenta el tamaño de la población, el número de muertes por COVID-19 por cada 100 mil habitantes. Pero este indicador puede ser manipulado por las autoridades, y no tiene en cuenta a la inmensa cantidad de personas que murieron infectadas por el virus sin saberlo. En su lugar podemos utilizar el número de «muertes en exceso». A partir del número de fallecidos de años previos, se estima el número de fallecidos que hubiese habido este año sin la pandemia, se contrasta esta cifra con las defunciones registradas, y las muertes adicionales se atribuyen a la pandemia. Es un método impreciso que incluye no solo las muertes por COVID-19, sino también las ocasionadas por otras enfermedades que no se pudieron atender porque los hospitales colapsaron.

No es fácil encontrar cifras de muertes en exceso. A partir de las de The Economist, elaboré la Tabla 1, que muestra los diez países más afectados por la pandemia, comparando las muertes por COVID-19 actuales con las muertes en exceso de meses anteriores. A pesar de que las fechas no están sincronizadas, bastan para comprobar que en algunos países las cifras de muertes en exceso son mucho peores que las de muertes por COVID-19.

 

Tabla 1. Muertes por COVID-19 y muertes en exceso, total y por cada 100 mil habitantes.

País

COVID-191

COVID-19 por 100 mil habitantes1

Exceso2

Exceso por 100 mil habitantes2

Perú

37 574

116

82 076

250

Ecuador

14 023

80

34 067

198

México

123 845

97

191 284

160

España

50 689

107

64 709

138

Bélgica

19 361

168

14 008

123

Reino Unido

72 548

108

72 878

110

Estados Unidos

348 744

105

310 576

95

Portugal

6 830

66

9 489

92

Rusia

56 426

38

131 529

90

Italia

73 604

122

51 554

87

1https://es.wikipedia.org/wiki/Pandemia_de_COVID-19

2https://www.economist.com/graphic-detail/2020/07/15/tracking-covid-19-excess-deaths-across-countries

 

Por qué Ecuador y Perú tienen las peores cifras de muertes en exceso del mundo, no lo sé. Sospecho que la explicación no tiene tanto que ver con la escasez de médicos, o la incapacidad del gobierno para ayudar a los más vulnerables, sino con el hecho de que el virus se esparció antes de que las autoridades adopten medidas para evitarlo, o con lo inútiles que resultan tales medidas en ciudades donde tanta gente se gana la vida en las calles, o simplemente por lo difícil que es alterar la costumbre de la gente de hacer reuniones. Desglosando las cifras de exceso de muertes en Ecuador por meses (Tabla 2), se puede ver que en los primeros meses de la pandemia el promedio de muertes diarias atribuibles a la pandemia fue de alrededor de 100, con un pico de casi 500 en abril. En julio fue de 150 y desde entonces ha disminuido paulatinamente hasta llegar a menos de 20 en diciembre. Son cifras provisionales que se irán ajustando, pero la tendencia parece clara.

 

Tabla 2. Promedio de muertes al día por mes.

 

Muertes esperadas1

Muertes registradas2

Muertes en exceso

Marzo

223

323

100

Abril

209

699

489

Mayo

203

326

123

Junio

199

300

101

Julio

198

350

151

Agosto

204

324

121

Septiembre

209

266

57

Octubre

196

244

47

Noviembre

203

244

41

Diciembre

213

228

15

1https://datastudio.google.com/reporting/937828fd-93f2-4ff1-a260-e6cdb458d1d2/page/TBdZB

2https://www.registrocivil.gob.ec/cifrasdef/

 

En los próximos meses, con la ayuda de las vacunas, Ecuador podría mantener el nivel de muertes de diciembre o reducirlo, aunque no hasta anularlo. Diríamos entonces que aprendimos a vivir con el virus del COVID-19 rondando por ahí. El ser humano, el animal que a todo se adapta, aprendió a soportar una causa más de muerte.

24/12/20

Ana


De vez en cuando tengo los pies fríos y las orejas calientes, o las manos y los pies fríos y las orejas calientes. En una visita de rutina se lo dije a mi médico, y me contestó que no le parecía un signo preocupante, si las puntas de los dedos no se ponen moradas, no es preocupante, dijo. Pero el calor de mis orejas no deja de inquietarme. No soy tan tonta como para hacer caso a la abuela que dice que la oreja derecha caliente significa que están hablando mal de mí, y la oreja izquierda caliente significa que están hablando bien. Solo creo que mi cuerpo trata de decirme algo importante que no sé interpretar.

A pesar de mis orejas, me considero una mujer sana. No sana hasta el punto en que la salud transmuta en belleza, como ocurre con las afortunadas que lucen bien hasta cuando no se bañan. Ese nivel de buena salud no lo he conocido nunca. Desde pequeña he tenido que bregar con una u otra dolencia menor, desde los pies planos hasta la gastritis, pasando por el acné y las arritmias. Pero he gozado del siguiente nivel de salud. Los resultados de mis exámenes de sangre suelen ser buenos, y nunca me han fallado los signos vitales. La verdad simple es que soy fuerte y he hecho lo que he querido. Llegué a la secta porque no soporto compartir el mundo con un mar de personas que no tuvieron las oportunidades que yo tuve.

17/12/20

Los locos y los dictadores

Por Bertrand Russell

Por egoísmo, el hombre se ha hecho gregario, pero instintivamente ha continuado siendo, en gran medida, solitario; de aquí la necesidad de la religión y de la moral para reforzar el interés propio. Mas la costumbre de renunciar a las satisfacciones presentes por amor a las conveniencias futuras es pesado, y cuando las pasiones están excitadas, las limitaciones prudentes de la conducta social se hacen difíciles de soportar. Quienes en tales épocas se desprenden de ellos, adquieren una energía nueva y un sentimiento de fuerza por la terminación del conflicto interior y, aunque al final pueden llegar a un desastre, gozan mientras tanto de un sentimiento de exaltación divina que, aunque conocido de los grandes místicos, no puede ser experimentado nunca por una virtud meramente pedestre. La parte solitaria de su naturaleza se reafirma, pero si el intelecto sobrevive la reafirmación se cubre con el ropaje del mito. El místico se hace uno con Dios y en la contemplación del infinito se siente dispensado del deber respecto a su prójimo. El rebelde anárquico lo hace aún mejor: se siente, no uno con Dios, sino Dios. La verdad y el deber, que representan nuestra sujeción a la materia y a nuestros prójimos, no existen ya para el hombre que se ha convertido en Dios; para los otros la verdad es lo que él afirma, el deber es lo que él ordena. Si todos pudiéramos vivir solitarios y sin trabajar, todos podríamos gozar este éxtasis de independencia; como no podemos, sus delicias sólo están al alcance de los locos y de los dictadores.

Fuente: Russell, B. (1946), Historia de la filosofía occidental, Espasa, Madrid.


10/12/20

Plotino

Por Jesús Mosterín
Imagen tomada de https://bit.ly/2SvFkT4
Plotino fue el último de los grandes filósofos antiguos. La originalidad, coherencia y vigor de su pensamiento saltan a la vista, y recuerdan y anticipan en muchos aspectos la metafísica de Shankara o la de Hegel. Pero también es evidente la enorme decadencia que ese pensamiento representa frente a los anteriores momentos de la filosofía helénica. Plotino pretendía ser platónico, pero no tenía el más mínimo interés por la ciencia ni por la política, que eran las dos cosas que más habían apasionado a Platón. Su coherencia conceptual era la coherencia de un mundo mental propio y cerrado, y no tenía nada que ver con la lógica, que Plotino despreciaba. Su punto de partida no era la realidad empírica ni los resultados de la ciencia, sino las palabras de Platón, congeladas, sacadas de su contexto y arbitrariamente interpretadas. Su punto de llegada no era la actividad teórica de Aristóteles, ni la serenidad de los estoicos, ni el placer de los epicúreos, sino una confusa y presunta experiencia mística, que no se diferenciaba tanto de lo que prometían los cultos mistéricos y las religiones orientales que ya habían anegado el Imperio Romano.
De hecho, Plotino era un pensador religioso tanto o más que filosófico, y como tal estaba llamado a ejercer una gran influencia en el posterior pensamiento cristiano y musulmán. Pero su religiosidad era todavía laica. Él no aceptaba revelaciones, ritos, sacramentos ni oraciones. Se mantenía al margen tanto de la vieja y seca religión oficial de Roma como de las nuevas y sentimentales modas religiosas. Atacó a los gnósticos e ignoró a los cristianos, pero vivió como un monje y un místico. Con él la filosofía antigua alcanzaba una configuración cuasirreligiosa, que facilitaría su adopción por el cristianismo y, en definitiva, su propia desaparición. La filosofía helénica, en sus buenos momentos, había enseñado a los humanes a enfrentarse al mundo. Plotino solo les enseñaba cómo huir del mundo. Pero si de lo que se trataba es de huir del mundo y de buscar una salvación escatológica, para eso ya no hacía falta la filosofía, para eso bastaba con la religión. Por ello no es de extrañar que, poco después, la marea alta de la religión cristiana acabase por anegar y suprimir todo resto de pensamiento filosófico libre.
Fuente: Mosterín, J. (2007), Roma, Alianza Editorial, Madrid.

3/12/20

Experimentos

Por Carl Sagan
Los métodos de la ciencia –con todas sus imperfecciones– se pueden usar para mejorar los sistemas sociales, políticos y económicos, y creo que eso es cierto cualquiera que sea el criterio de mejora que se adopte. ¿Cómo puede ser así si la ciencia se basa en el experimento? Los humanos no son electrones o ratas de laboratorio. Pero todas las actas del Congreso, todas las decisiones del Tribunal Supremo, todas las directrices presidenciales de seguridad nacional, todos los cambios en el tipo de interés son un experimento. Cualquier cambio en política económica, el aumento o reducción de financiación del programa Head Start, el endurecimiento de las sentencias penales, es un experimento. Establecer el cambio de jeringuillas usadas, poner condones a disposición del público o despenalizar la marihuana son experimentos. No hacer nada para ayudar a Abisinia contra Italia, o para impedir que la Alemania nazi invadiera la tierra del Rin, fue un experimento. El comunismo en la Europa del Este, la Unión Soviética y China fue un experimento. La privatización de la atención de la salud mental o de las cárceles es un experimento. La considerable inversión de Japón y Alemania Occidental en ciencia y tecnología y casi nada en defensa –y como resultado el auge de sus economías– fue un experimento. En Seattle era posible comprar pistolas para autoprotección, pero no en el cercano Vancouver, en Canadá; los asesinatos con pistola son cinco veces más comunes y la tasa de suicidio con pistola diez veces mayor en Seattle: las pistolas facilitan el asesinato impulsivo. Eso también es un experimento. En casi todos esos casos no se realizan experimentos de control adecuados, o las variables no están suficientemente separadas. Sin embargo, hasta cierto grado a menudo útil, las ideas políticas se pueden probar. Sería una gran pérdida ignorar los resultados de los experimentos sociales porque parecen ideológicamente desagradables.
Fuente: Sagan, C. (1995), El mundo y sus demonios, Planeta, Bogotá.