28/10/21

Aristóteles versus Madison

Por Noam Chomsky

Aristóteles observó lo mismo que vería Madison siglos después. Si Atenas era una democracia de hombres libres, los pobres se unirían y les quitarían sus propiedades a los ricos. Sin embargo, dieron soluciones opuestas al mismo dilema. La solución de Madison fue reducir la democracia, es decir, organizar el sistema de manera que el poder estuviese en manos de los ricos y fragmentar la población de diferentes formas para impedir que se unieran y organizaran para arrebatarles el poder. La solución de Aristóteles fue la opuesta: propuso lo que en la actualidad se denomina «estado del bienestar», es decir, que se intentara reducir la desigualdad mediante comidas públicas y otras medidas apropiadas para una ciudad-Estado. Al mismo problema, soluciones opuestas. Una es: reduce la desigualdad, y se acaba el problema. La otra es: reduce la democracia. Pues bien, en estas aspiraciones contradictorias se basan los fundamentos del país [Estados Unidos].

De la desigualdad se derivan numerosas consecuencias. No sólo es sumamente injusta en sí, sino que además tiene unos efectos muy negativos para la sociedad en su conjunto. Incluso en temas como la salud. Existen excelentes estudios –como el de Richard Wilkinson y otros– que muestran que cuanto más desigual es una sociedad, sea rica o pobre, peores son sus niveles de salud. También para los ricos. Porque la desigualdad tiene en sí un efecto corrosivo y nocivo en las relaciones sociales, en la conciencia, en la vida humana y en muchos otros aspectos, con toda suerte de consecuencias negativas. Pues bien, son problemas que deben remediarse. Aristóteles tenía razón: para remediar la paradoja de la democracia hay que reducir la desigualdad, no reducir la democracia.

Fuente: Chomsky, N. (2017), Réquiem por el sueño americano, Sexto Piso, Madrid.

21/10/21

La flecha del tiempo

Por Brian Greene

Así que ¿por qué vemos un huevo que se aplasta pero no se desaplasta? ¿De dónde procede la flecha del tiempo que todos experimentamos? Hasta aquí es adonde nos ha llevado esta aproximación. Gracias a una fluctuación rara pero no imposible a partir de un estado primordial poco notable y con alta entropía, una minúscula pepita de espacio de 10 kilogramos logró las condiciones que llevaron a una breve ráfaga de expansión inflacionaria. El tremendo hinchamiento produjo un espacio estirado enormemente grande y extraordinariamente suave, y, cuando la ráfaga terminó, el campo inflatón liberó su energía enormemente amplificada llenando el espacio casi uniformemente de materia y radiación. Cuando se redujo la gravedad repulsiva del inflatón, la gravedad atractiva ordinaria se hizo dominante. Y, como hemos visto, la gravedad atractiva explota minúsculas inhomogeneidades provocadas por agitaciones cuánticas para hacer que la materia se aglutine, formando galaxias y estrellas y llevando en última instancia a la formación del Sol, la Tierra, el resto del sistema solar, y las otras características de nuestro universo observado. (Como se discutió, unos 7.000 millones de años después del bang la gravedad repulsiva se hizo una vez más dominante, pero esto es sólo relevante en la mayor de las escalas cósmicas y no tiene impacto directo sobre entidades más pequeñas como las galaxias individuales o nuestro sistema solar, donde sigue reinando la gravedad atractiva ordinaria.) La energía de relativa baja entropía del Sol fue utilizada por las formas de vida animal y vegetal de baja entropía en la Tierra para producir aún más formas de vida de baja entropía, elevando lentamente la entropía total mediante calor y residuos. Finalmente, esta cadena produjo una gallina que produjo un huevo –y usted ya conoce el resto de la historia: el huevo rodó por la encimera de su cocina y se aplastó contra el suelo como parte del impulso incesante del universo hacia mayor entropía–. Es la naturaleza uniformemente suave, altamente ordenada y de baja entropía del tejido del espacio producido por el estiramiento inflacionario que es el análogo a tener las páginas de Guerra y paz en su disposición numérica adecuada; es este estado de orden primitivo –la ausencia de baches o alabeos severos o agujeros negros gigantescos– el que preparó al universo para la evolución posterior hacia entropía más alta y con ello proporcionó la flecha del tiempo que todos experimentamos. Con nuestro nivel de comprensión actual, ésta es la explicación más completa que se ha dado para la flecha del tiempo.

Fuente: Greene, B. (2004), El tejido del cosmos, Crítica, Barcelona.

14/10/21

Remiendos y transformaciones

Por Noam Chomsky

Los remiendos … son los preliminares de los cambios a gran escala, que no pueden tener lugar hasta que una parte considerable de la población no se comprometa en serio. Las transformaciones sólo pueden provenir de los esfuerzos concertados de una población comprometida. Eso no va a ocurrir, ni debería ocurrir, a menos que la gente considere que los intentos de reforma, los remiendos, chocan con barreras sólo superable mediante cambios institucionales. Surge entonces la exigencia de un cambio institucional. Pero, mientras no se llegue a esa conclusión, no hay ninguna razón para que la gente asuma riesgos, haga el esfuerzo o afronte la incertidumbre y las represalias que conllevan esos intentos. Ésa es la razón por la que todo revolucionario serio es un reformista. Un revolucionario serio no quiere un golpe de Estado. Quiere que los cambios surjan de la base, del pueblo organizado. ¿Por qué iba la gente a asumir el riesgo de acometer una transformación institucional si pensase que las instituciones existentes permiten lograr metas justas y satisfactorias?

Fuente: Chomsky, N. (2007), Lo que decimos, se hace, Península, Barcelona.

7/10/21

Somoza

Por Eduardo Galeano
1972
Managua
El turista llega al país en avión o barco de Somoza y se aloja en uno de los hoteles que Somoza tiene en la capital. El turista está cansado, y se echa a dormir sobre cama y colchón fabricados por Somoza. Al despertar, desayuna un café Presto, propiedad de Somoza, con leche de vacas de Somoza y azúcar cosechada en una de sus fincas y refinada en uno de sus ingenios. Enciende un fósforo de la empresa Momotombo, de Somoza, y prueba un cigarrillo de la Tabacalera Nicaragüense, que Somoza posee en sociedad con la British-American Tobacco Company.
El turista sale a la calle, cambia dinero en un banco de Somoza y en la esquina compra el diario somocista «Novedades». Leer «Novedades» es una imposible proeza, de modo que arroja el diario a la basura que mañana, al amanecer, será recogida por un camión Mercedes importado por Somoza.
El turista sube a un autobús de la empresa Cóndor, de Somoza, que lo llevará hasta la boca del volcán Masaya. Yendo hacia el penacho de fuego va viendo, por la ventanilla, los barrios de latas y charcas donde malvive la baratísima mano de obra que Somoza usa.
El turista regresa al anochecer. Bebe un ron destilado por Somoza, con hielo de su compañía Polar, y después come carne de una de sus terneras, pasada a cuchillo en uno de sus mataderos, con arroz de una de sus arroceras y ensalada que adereza con aceite Corona, que es de Somoza y de la United Brands.
Media hora después de medianoche, revienta el terremoto. Quizás el turista sea uno de los doce mil muertos. Si no va a parar a alguna fosa común, descansará en paz dentro de un ataúd de la empresa funeraria de Somoza, envuelto en un sudario de la textil El Porvenir, que también pertenece a Somoza.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.