24/2/23

Del mundo me quexo

Por Fernando de Rojas

Del mundo me quexo porque en sí me crió; porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea; no nascida, no amara; no amando, cesara mi quexosa y desconsolada postrimería. ¡Oh, mi compañera buena! ¡Oh, mi hija despedazada! ¿Por qué no quesiste que estorbase tu muerte? ¿Por qué no hobiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dexaste cuando yo te había de dexar? ¿Por qué me dexaste penando? ¿Por qué me dexaste triste y solo in hac lachrymarum valle?

Fuente: Rojas, F. (1499), La celestina, Libresa, Quito.

17/2/23

La llamada «guerra del fútbol»

Por Eduardo Galeano

1969

San Salvador y Tegucigalpa

Dos turbulentos partidos de fútbol disputan Honduras y El Salvador. Las ambulancias se llevan muertos y heridos de las tribunas, mientras los hinchas continúan en la calle las grescas del estadio.

En seguida rompen relaciones los dos países. En Tegucigalpa, los parabrisas de los autos lucen calcomanías que aconsejan: Hondureño: toma un leño, mata un salvadoreño. En San Salvador, los diarios exhortan al ejército a invadir Honduras para propinar una lección a esos bárbaros. Honduras expulsa a los campesinos salvadoreños, aunque muchos de ellos ni siquiera saben que son extranjeros y jamás han visto un documento de identidad. El gobierno de Honduras llama Reforma Agraria al desalojo de los salvadoreños, obligados a emigrar con lo puesto, y al incendio de sus ranchos. El gobierno de El Salvador considera espías a todos los hondureños que viven allí.

La guerra no demora en estallar. El ejército de El Salvador penetra en Honduras y avanza ametrallando las aldeas fronterizas.

La llamada «guerra del fútbol» tiene por enemigos a dos pedazos de América Central, jirones de la que fue, hace un siglo y medio, patria única.

Honduras, pequeño país agrario, está dominado por los latifundistas.

El Salvador, pequeño país agrario, está dominado por los latifundistas.

El pueblo campesino de Honduras no tiene tierra ni trabajo.

El pueblo campesino de El Salvador no tiene tierra ni trabajo.

En Honduras hay una dictadura militar nacida de un golpe de Estado.

En El Salvador hay una dictadura militar nacida de un golpe de Estado.

El general que gobierna Honduras ha sido formado en la Escuela de las Américas, en Panamá.

El general que gobierna El Salvador ha sido formado en la Escuela de las Américas, en Panamá.

De los Estados Unidos provienen las armas y los asesores del dictador de Honduras.

De los Estados Unidos provienen las armas y los asesores del dictador de El Salvador.

El dictador de Honduras acusa al dictador de El Salvador de ser un comunista a sueldo de Fidel Castro.

El dictador de El Salvador acusa al dictador de Honduras de ser un comunista a sueldo de Fidel Castro.

La guerra dura una semana. Mientras dura la guerra, el pueblo de Honduras cree que su enemigo es el pueblo de El Salvador y el pueblo de El Salvador cree que su enemigo es el pueblo de Honduras. Ambos pueblos dejan cuatro mil muertos en los campos de batalla.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

10/2/23

Sigüenza y Góngora

Por Eduardo Galeano

1681

Ciudad de México

Desde fines del año pasado, un cometa incendia el cielo de México. ¿Qué males anuncia el colérico profeta? ¿Qué penas traerá? ¿Se derrumbará el sol sobre la tierra? ¿El sol como gran puño de Dios? ¿Se secará la mar y no quedará ni gota de los ríos?

–Por ninguna razón han de ser infaustos los cometas –responde el sabio a los despavoridos.

Carlos de Sigüenza y Góngora publica su Manifiesto philosofico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos, formidable alegato contra la superstición y el miedo. Se desata la polémica entre la astronomía y la astrología, entre la curiosidad humana y la revelación divina. El jesuita alemán Eusebio Francisco Kino, que anda por estas tierras, se apoya en seis fundamentos bíblicos para afirmar que casi todos los cometas son precursores de siniestros, tristes y calamitosos sucesos. Desdeñoso, Kino pretende enmendar la plana de Sigüenza y Góngora, que es hijo de Copérnico y Galileo y otros herejes; y le responde el sabio criollo:

Podrá usted reconocer, al menos, que hay también matemáticos fuera de Alemania, aunque metidos entre los carrizales y espadañas de la mexicana laguna.

Cosmógrafo mayor de la Academia, Sigüenza y Góngora ha intuido la ley de gravedad y cree que otras estrellas han de tener, como el sol, planetas volando alrededor. Valiéndose del cálculo de los eclipses y los cometas, ha conseguido situar las fechas de la historia indígena de México; por ser la tierra su oficio tanto como el cielo, también ha fijado exactamente la longitud de esta ciudad (283° 23' al oeste de Santa Cruz de Tenerife), ha dibujado el primer mapa completo de esta región y ha contado sus sucesos, en verso y prosa, en obras de títulos extravagantes, al uso del siglo.

Fuente: Galeano, E. (1982), Memoria del fuego I. Los nacimientos, Siglo XXI, México, D.F.

3/2/23

Zumbí

Por Eduardo Galeano

Imagen tomada de shorturl.at/etU19

1695

Serra Dois Irmãos

Honduras del paisaje, hondones del alma. Fuma en pipa Zumbí, perdida la mirada en las altas piedras rojas y en las grutas abiertas como heridas, y no ve que nace el día con luz enemiga ni ve que huyen los pájaros, asustados, en bandadas.

No ve que llega el traidor. Ve que llega el compañero, Antonio Soares, y se levanta y lo abraza. Antonio Soares le hunde varias veces el puñal en la espalda.

Los soldados clavan la cabeza en la punta de una lanza y la llevan a Recife, para que se pudra en la plaza y aprendan los esclavos que Zumbí no era inmortal.

Ya no respira Palmares. Había durado un siglo y había resistido más de cuarenta invasiones este amplio espacio de libertad abierto en la América colonial. El viento se ha llevado las cenizas de los baluartes negros de Macacos y Subupira, Dambrabanga y Obenga, Tabocas y Arotirene. Para los vencedores, el siglo de Palmares se reduce al instante de las puñaladas que acabaron con Zumbí. Caerá la noche y nada quedará bajo las frías estrellas. Pero, ¿qué sabe la vigilia comparado con lo que sabe el sueño?

Sueñan los vencidos con Zumbí; y el sueño sabe que mientras en estas tierras un hombre sea dueño de otro hombre, su fantasma andará. Cojeando andará, porque Zumbí era rengo por culpa de una bala; andará tiempo arriba y tiempo abajo y cojeando peleará en estas selvas de palmeras y en todas las tierras del Brasil. Se llamarán Zumbí los jefes de las incesantes rebeliones negras.

Fuente: Galeano, E. (1982), Memoria del fuego I. Los nacimientos, Siglo XXI, México, D.F.