28/10/22

Campeonato mundial del terror

Por Eduardo Galeano

En el desprecio por la vida humana, Hitler era imbatible; pero tuvo competidores.

En el año 2010, el gobierno ruso reconoció oficialmente que había sido Stalin el autor de la matanza de catorce mil quinientos prisioneros polacos en Katyn, Kharkov y Miednoje. Los polacos habían sido fusilados por la nuca en la primavera de 1940, y el crimen había sido siempre atribuido a la Alemania nazi.

En 1945, cuando ya era más que evidente la victoria de los aliados, la ciudad alemana de Dresden y las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas hasta la última piedra. Las fuentes oficiales de las naciones victoriosas dijeron que esos eran objetivos militares, pero los miles y miles de muertos fueron todos civiles, y entre las ruinas no apareció ni una honda para cazar pajaritos.

Fuente: Galeano, E. (2012), Los hijos de los días, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

21/10/22

Allende según García Márquez

Por Gabriel García Márquez

Había cumplido sesenta y cuatro años en el julio anterior y era un Leo perfecto: tenaz, decidido e imprevisible. "Lo que piensa Allende sólo lo sabe Allende", me había dicho uno de sus ministros. Amaba la vida, amaba las flores y los perros, y era de una galantería un poco a la antigua con esquelas perfumadas y encuentro furtivos. Su virtud mayor fue la consecuencia, pero el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un Congreso miserable que lo había declarado ilegítimo pero que había de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la libertad de los partidos de oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema de mierda que él se había propuesto desmantelar sin disparar un tiro. El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para siempre.

Fuente: García Márquez, G. (1992), Por la libre, Norma, Bogotá.

14/10/22

La clase media

Por Eduardo Galeano

El miedo del medio: el piso cruje bajo los pies, ya no hay garantías, la estabilidad es inestable, se evaporan los empleos, se desvanece el dinero, llegar a fin de mes es una hazaña. Bienvenida, clase media, saluda un cartel a la entrada de uno de los barrios más miserables de Buenos Aires. La clase media sigue viviendo en estado de impostura, fingiendo que cumple las leyes y que cree en ellas, y simulando tener más de lo que tiene; pero nunca le ha resultado tan difícil cumplir con esta abnegada tradición. Está la clase media asfixiada por las deudas y paralizada por el pánico, y en el pánico cría a sus hijos. Pánico de vivir, pánico de caer: pánico de perder el trabajo, el auto, la casa, las cosas, pánico de no llegar a tener lo que se debe tener para llegar a ser. En el clamor colectivo por la seguridad pública, amenazada por los monstruos del delito que acecha, la clase media es la que más alto grita. Defiende el orden como si fuera su propietaria, aunque no es más que una inquilina agobiada por el precio del alquiler y la amenaza del desalojo.

Fuente: Galeano, E. (1998), Patas arriba, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

7/10/22

La sociedad del futuro

Por Noam Chomsky

Tengo mis propias ideas sobre cómo tendría que ser la sociedad del futuro. Desde una perspectiva muy general, deberíamos desvelar las diferentes manifestaciones de la autoridad y la dominación y poner en tela de juicio su legitimidad. A veces son legítimas. Digamos que se necesitan para sobrevivir. Durante la Segunda Guerra Mundial, teníamos una sociedad totalitaria; y es posible que estuviera en parte justificada dado que vivíamos en tiempo de guerra. Las relaciones entre padres e hijos, por ejemplo, requieren un cierto grado de coerción. A veces está justificada. Pero todo mecanismo de control y coerción debe estar justificado; y, en la mayoría de los casos, no existe justificación alguna. En diferentes estadios de la civilización humana ha sido posible cuestionar algunos de ellos, pero no otros. Otros están demasiado enraizados, o no se perciben, o lo que sea. Por tanto, en cualquier campo concreto, lo que tienes que hacer es detectar las diferentes manifestaciones de la autoridad y la dominación, manifestaciones que cambian con el tiempo y no tienen legitimidad alguna y que, de hecho, a menudo atentan contra los derechos humanos fundamentales y contra tu propia concepción de los derechos fundamentales y de la naturaleza humana. En mi opinión, en vista de la situación actual, la sociedad del futuro que a mí me gustaría sería aquella en la que estuviéramos continuamente haciendo esto, una sociedad en la que estuviéramos aumentando continuamente las cuotas de libertad y justicia, una sociedad en la que no existieran controles externos y hubiera una mayor participación de la población.

¿Cuáles son las cuestiones centrales hoy día? Se está intentando resolver algunas de ellas. Hay quien participa en el movimiento feminista. Hay gente metida en el movimiento en defensa de los derechos civiles. Pero una cuestión fundamental pendiente es la crítica a los fundamentos del sistema de dominación: el control privado de la producción y la distribución de los recursos. Las revoluciones del siglo XVIII no han sido consumadas. Hasta los textos del liberalismo clásico hablaban de que las personas quedaban condenadas a trabajar para otros, en lugar de trabajar para sí mismas, y a no controlar el proceso de producción. Ésta es una parte fundamental del liberalismo clásico. Nadie se acuerda de ello. Pero habría que plantearlo de nuevo. Se trata de una posibilidad real, una posibilidad que supondría un ataque contra las estructuras básicas del capitalismo de estado. Creo que es algo que hay que hacer. Y no en un futuro lejano. En realidad, ni siquiera necesitamos ideas originales. Buena parte de las ideas las encontramos en el siglo XVIII incluso en los textos liberales clásicos y, más tarde, en los textos de la tradición libertaria del movimiento socialista y en los del movimiento anarquista. Creo que se trata de una cuestión muy actual que debería plantearse de nuevo. La sociedad del futuro, desde este punto de vista, sería aquella en la que la producción, las decisiones sobres las inversiones, etc. estuvieran sometidas a control democrático. Es decir, a un control ejercido desde las comunidades, desde los lugares de trabajo, desde los consejos de trabajadores de las fábricas o las universidades, desde todo tipo de organizaciones, con unas estructuras federales que integraran a sectores organizados de muy diverso signo.

Es posible conseguirlo, especialmente en el caso de las sociedades industriales avanzadas. El ambiente cultural necesario sólo existe en pequeño grado, pero podría crearse. He aquí un retrato de una parte de la sociedad del futuro.

Fuente: Chomsky, N. (1993), Crónicas de la discrepancia, Visor, Madrid.