28/3/08

Albert Einstein

Por Stephen Hawking
Imagen tomada de https://bit.ly/2HzBdBe
La relación de Einstein con la política de la bomba nuclear es bien conocida: firmó la célebre carta al presidente Franklin Roosevelt que acabó convenciendo a Estados Unidos de tomar seriamente en cuenta la idea, y se comprometió activamente con los esfuerzos que se llevaron a cabo durante la posguerra para prevenir la guerra nuclear. Pero estas no fueron acciones aisladas de un científico que se ve arrastrado al mundo de la política, sino que, de hecho, toda la vida de Einstein estuvo, por decirlo con sus propias palabras, «dividida entre la política y las ecuaciones».
Las primeras actividades políticas de Einstein se desarrollaron durante la primera guerra mundial, cuando era profesor en Berlín. Enfurecido por lo que consideraba una dilapidación de vidas humanas, participó activamente en las manifestaciones contra le guerra. Su apoyo a la desobediencia civil y su exhortación pública a rehusar el enrolamiento en el ejército no contribuyeron demasiado a que sus colegas le apreciaran. Una vez acabada la guerra, orientó sus esfuerzos hacia la reconciliación y la mejora de las relaciones internacionales, lo que también aumentó su popularidad, y pronto sus actitudes políticas le dificultaron visitar Estados Unidos, incluso como conferenciante.
La segunda gran causa de Einstein fue el sionismo. Aunque de ascendencia judía, Einstein rechazaba la idea bíblica de Dios. Sin embargo, una conciencia creciente del antisemitismo, antes y durante la primera guerra mundial, le llevó a identificarse cada vez más con la comunidad judía, hasta convertirse en un abierto defensor del judaísmo. Una vez más, el riesgo de hacerse impopular no le impidió expresar sus opiniones. Sus teorías fueron atacadas e incluso se fundó una organización anti-Einstein. Un hombre convicto de incitar el asesinato de Einstein sólo fue multado con unos seis euros. Pero el científico no se inmutó: cuando se publicó un libro titulado Cien autores contra Einstein, dijo: «Si estuviera realmente equivocado, ¡con uno solo hubiera bastado!».
En 1933, Hitler llegó al poder. Einstein estaba en América, y declaró que no regresaría a Alemania. Entonces, mientras las milicias nazis arrasaban su casa y sus cuentas bancarias eran confiscadas, un periódico de Berlín tituló: «Buenas noticias de Einstein: no regresará». Ante la amenaza nazi, Einstein renunció a su pacifismo, por temor a que los científicos alemanes construyeran una bomba nuclear, y propuso que Estados Unidos desarrollara la suya. Pero incluso antes de estallar la primera bomba, advirtió públicamente de los peligros de la guerra atómica y propuso un control internacional sobre el armamento nuclear.
Los esfuerzos de Einstein a lo largo de su vida en favor de la paz no lograron nada duradero, y ciertamente le granjearon muchas enemistades. Su apoyo explícito a la causa sionista, sin embargo, fue debidamente reconocido en 1952, cuando se le ofreció la presidencia de Israel. Él declinó la propuesta, diciendo que creía que era demasiado ingenuo para la política. Pero quizá la auténtica razón fue otra; por citarle una vez más: «Las ecuaciones son más importantes para mí, porque la política es para el presente, mientras que las ecuaciones son para la eternidad».
Fuente: Hawking, S. (2005), Brevísima historia del tiempo, Crítica, Barcelona.

Los ojos más tristes

Por Eduardo Galeano

1945

Princeton

...

Albert Einstein se siente como si su propia mano hubiera apretado el botón. Él no hizo la bomba atómica, pero la bomba atómica no hubiera sido posible sin sus descubrimientos. Ahora Einstein quisiera haber sido otro, haberse dedicado al inofensivo oficio de reparar cañerías o levantar paredes en vez de andar averiguando secretos de la vida, que otros usan para aniquilarla.

Cuando era niño, un profesor le dijo:

-Nunca llegarás a nada.

Papando moscas, con cara de estar en la luna, él se preguntaba cómo sería la luz vista por alguien que pudiera cabalgar un rayo. Cuando se hizo hombre, encontró la respuesta, que resultó ser la teoría general de la relatividad. Recibió un premio Nóbel y mereció varios más, por las respuestas que desde entonces ha encontrado para otras preguntas, nacidas del misterioso vínculo entre las sonatas de Mozart y el teorema de Pitágoras o nacidas de los desafiantes arabescos que dibuja, en el aire, el humo de su larguísima pipa.

Einstein creía que la ciencia era una manera de revelar la belleza del universo. El más célebre de los sabios tiene los más tristes ojos de la historia humana.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

27/3/08

El único país sostenible

Si hemos de sobrevivir como humanidad, necesitamos cambiar drásticamente nuestra forma de pensar
-Albert Einstein

El capitalismo ha dado resultados en Noruega, Australia, Japón, Estados Unidos, etc.: son los países con mayor desarrollo humano.
¿Debemos imitarlos? ¿Podemos hacerlo? Aún en el caso de que algún país del llamado Tercer Mundo pueda, no debe hacerlo. Y la razón no proviene del marxismo sino de la ecología.
Partamos de un hecho científico: somos animales. Y necesitamos alimentos, hogar, etc. para sobrevivir. Y los obtenemos presionando al ambiente. A esto se le llama huella ecológica. Y no pasaría nada si no fuera porque la huella ecológica humana supera a la biocapacidad del planeta. No hoy sino desde finales de la década de 1980.
¿Cómo puede ser posible que la huella supere a la biocapacidad? La respuesta está en las reservas terrestres:

La humanidad ya no vive de los intereses que produce la naturaleza, sino que está desfalcando su capital. Esta creciente presión sobre los ecosistemas está ocasionando la destrucción o la degradación de los hábitat y la permanente pérdida de la productividad, amenazando tanto la biodiversidad como el bienestar de la humanidad. ¿Durante cuánto tiempo será esto posible?[1]

Si seguimos así, para el 2050 la huella ecológica humana será más del doble de la biocapacidad.
Recuerde, además, que la huella no es sólo humana:

Compartimos la Tierra con 5 a 10 millones de especies, o más. Al escoger cuánto nos apropiamos de la biocapacidad del Planeta, determinamos cuánto queda para las otras especies. Para mantener la biodiversidad, es esencial que una parte de la capacidad productiva de la biosfera esté reservada para la supervivencia de otras especies y que esta parte se divida entre todos los reinos biogeográficos y los principales biomas.[2]

¿Cuál es la relación entre todo esto y el capitalismo? se preguntará usted. La respuesta está en el desglose de la huella global y la biocapacidad en países:
Miren la tabla: cada persona tiene 1,8 hectáreas globales[3], independientemente de que la biocapacidad varíe entre países, porque no obtenemos los recursos necesariamente de la tierra que pisamos. La huella, en cambio, es mayor en países con mayor desarrollo humano.
Llegamos al hecho clave: el capitalismo logra, en ciertos países, un alto desarrollo humano sobrepresionando al ambiente. Tanto que si todos los habitantes del planeta tuviésemos la misma huella que el estadounidense promedio, ¡necesitaríamos más de cuatro planetas! O, si todos los habitantes del planeta tuviésemos la misma huella que el hindú promedio, es decir, una huella racional, el 80 por 100 viviría con 2 dólares diarios y el 47 por 100 de los niños pesaría deficientemente.[4]
Así, un país debe cumplir con dos criterios mínimos de sostenibilidad: alto desarrollo humano y huella ecológica menor a 1,8 hectáreas globales por persona. El único país que hoy lo logra, según el PNUD y la WWF, es Cuba.
¿Por qué el único país no capitalista de América es también el único país sostenible del mundo?

Notas
[1] WWF, Informe planeta vivo 2006.
[2] Ibídem.
[3] Hectáreas globales. Hectáreas con productividad biológica promedio a nivel mundial.
[4] PNUD, Informe sobre desarrollo humano 2007-2008.

18/3/08

¿Los votos ya son el camino?

1959. La Revolución cubana lanza a su pueblo hacia una peculiaridad: es el último en independizarse y el primero en ser libre en nuestro continente. Las armas eran el camino.
1970. Salvador Allende gana las elecciones en Chile.
1973. Estados Unidos, por medio de Pinochet, recordó a los socialistas de Chile y del resto del mundo que los votos no eran el camino.
1979. César Augusto Sandino, muerto en 1934, resucita embarazado y pare a Nicaragua. Las armas eran el camino.
1990. Estados Unidos asesina, otra vez, después de larga tortura, a Sandino.
1999. Hugo Chávez empieza a gobernar.
2002. Estados Unidos emplea la fuerza para derribar a Chávez. Fracasa. Parece, pues, que los votos ya son el camino.
¿Qué ocurrirá en 2019 si cada veinte años, desde 1959, la justicia renace en América Latina?

4/3/08

Desarrollo del subdesarrollo

Por Marvin Harris
Entre el año 500 y el 1200 d. C., tanto en África occidental como en el este de Europa florecieron reinos feudales, que a grandes rasgos presentaban niveles de complejidad similares. … Europa occidental se desarrolló más rápidamente a partir de entonces desde el punto de vista de la tecnología, el poder militar y el conocimiento científico. … Son la geografía y la ecología las que explican de inmediato esta diferencia en el ritmo de desarrollo. La presencia de la mosca tsé-tsé en las regiones forestales del África subsahariana supuso que el ganado y otros animales domesticados no pudieran usarse para la tracción animal ni el ordeño. Sin animales de tiro, las principales herramienta agrícolas siguieron siendo las azadas, en lugar de los arados. Los caballos, que llegaron a ser los instrumentos bélicos primordiales de la Europa medieval, escaseaban o eran desconocidos en el África tropical.
Mientras las poblaciones que vivían en la cuenca del Mediterráneo realizaban sus intercambios comerciales y guerreaban a bordo de navíos, convirtiéndose en potencias marítimas, a sus homólogos negros al sur del Sáhara les preocupaba sobre todo atravesar el desierto y carecían de motivación para las aventuras marítimas. Los primeros barcos portugueses llegaron a la costa de Guinea en el siglo XV y se hicieron rápidamente con el control de los puertos naturales, sellando el destino de África durante los quinientos años siguientes. El oro fue el primer producto explotado pero, cuando las minas se agotaron, el comercio de esclavos se reveló aún más provechoso. Los europeos recurrían a cazadores de esclavos africanos, a los que pagaban con armas de fuego y ropa. Pronto, grandes porciones del interior pasaron a ser los terrenos de cultivo de una cosecha humana destinada a ser enviada a las plantaciones de azúcar, algodón y tabaco, del otro lado del Atlántico.
            Dicho sea de paso, los afrocentristas alegan que los africanos no conocían la esclavitud hasta la llegada de los europeos; pero allí donde surgieron feudos independientes o estados antiguos hubo una u otra forma de esclavitud: es decir, que era un fenómeno conocido en todos los continentes salvo Australia. Ni los árabes ni los europeos fueron los responsables de la introducción de la esclavitud en África. Lo que hicieron los europeos fue convertir la caza de esclavos en una industria de una magnitud y ferocidad sin precedentes. Sin embargo, no podrían haberlo hecho sin la ayuda de los esclavistas africanos, que se dejaban arrastrar por los mismos demonios de la codicia que impulsaban a los blancos.
Cuando concluyó la trata de esclavos, los europeos recurrieron a nuevos métodos para extraer la riqueza de África que no supusieran el envío de la mano de obra a través del océano. Las leyes laborales coloniales expulsaron a los africanos de su tierra y les empujaron a empleos migratorios mal pagados en las minas y las plantaciones propiedad de los europeos. Mientras tanto, las autoridades coloniales hicieron cuanto estuvo en su mano para mantener subordinada y retrasada a África, alentando las guerras étnicas, ciñendo la educación a escuelas rudimentarias y, por encima de todo, impidiendo que las colonias crearan una infraestructura industrial que les habría permitido competir en el mercado mundial después de alcanzar la independencia política. Independientemente de que Egipto fuera blanco o negro, nada puede alterar el hecho de que fueron los europeos, con sus tecnologías militares y marítimas avanzadas, los que impusieron su dominio sobre África. Señalar los triunfos de un antiguo Egipto negro, incluso en el caso de que hubiera existido, no explica un ápice de lo que ocurrió en África durante el periodo del colonialismo e imperialismo europeos. Sólo sirve para dar crédito a la creencia demasiado extendida de que la raza explica por qué la mayoría de las naciones más pobres y menos industrializadas del mundo se encuentra en el África negra.
Fuente: Harris, M. (2000), Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, Crítica, Barcelona.

2/3/08

Sentir la injusticia

Por Ernesto Che Guevara
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds. Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada.
Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta siempre, hijitos, espero verlos todavía.
Un beso grandote y un abrazo de
Papá
Fuente: La cita procede de Turner Martí, L. (2007), del pensamiento pedagógico de Ernesto Che Guevara, Editorial Capitán San Luis, La Habana.

El Che

Por Eduardo Galeano
1957
El Hombrito
Imagen tomada de https://bit.ly/2OssAZX
En el valle del Hombrito, los rebeldes mandan. Aquí han instalado un horno de pan, una imprenta, que consiste es un viejo mimeógrafo, y un consultorio médico que funciona en un bohío de una sola pieza. El médico es Ernesto Guevara, llamado el Che, que de argentino tiene, además del sobrenombre, ciertas costumbres como el mate y la ironía. Peregrino de América, se incorporó a las fuerzas de Fidel en México. Allí había ido a parar después de la caída de Guatemala y se ganaba la vida como fotógrafo, a peso la foto, y vendiendo estampitas de la Virgen de Guadalupe.
En el consultorio del Hombrito, el Che atiende a una caravana de niños barrigudos, casi enanos, y muchachas viejas, gastadas en pocos años de mucho parir y poco comer, y hombres que son como pellejos secos y vacíos, porque la miseria va convirtiendo a cada cual en su propia momia.
El año pasado, cuando la metralla arrasó a los guerrilleros a poco de llegar, el Che tuvo que elegir entre una caja de balas y una caja de remedios. No podía cargar con las dos, y prefirió la caja de balas. Ahora acaricia su viejo fusil Thompson, que es el único instrumento de cirugía en el que de veras cree.
Chana la Vieja, campesina de la Sierra Maestra, lo recordará así:
Pobrecito el Che. Yo siempre lo veía con aquella carga de su asma y decía: “Ay, Virgen”. Para el asma él se quedaba tranquilito, respirando bajito. Hay persona que con el asma se pone histérica, tose y abre los ojos y abre la boca. Pero el Che trataba de amansar el asma. Se tiraba en un rincón para que el asma descanse.
A él no le gustaba la lástima. Si una le decía: “Pobrecito”, él le echaba a una una miradita rápida que no quería decir nada y quería decir mucho.
Yo le preparaba algo calientito, que le pasara por el pecho y lo aliviara. Él, muy zalamero, me decía: “Ah, la novia mía”. Pero de canalla que era.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

Falacias sobre la raza

Por Marvin Harris
Entre las principales falacias básicas de que está teñida la perspectiva emics [perspectiva del participante] de la raza está la creencia de que hay un número fijo de razas humanas, sobre el que hay un consenso científico. Nada más lejos de la realidad: los antropólogos físicos han utilizado o propuesto como mínimo catorce tipologías de razas diferentes durante el siglo XX … ; algunas de ellas constaban de sólo cuatro o cinco razas, como australoides, capoides, caucasoides, congoides y mongoloides … ; otras, de hasta treinta y dos … Algunos antropólogos físicos han hablado de «estirpes» raciales, que han dividido en treinta razas distintas, subdividiendo a los caucásicos en bálticos, nórdicos, alpinos, dináricos y mediterráneos. El gran número de tipologías etics [perspectiva del observador] se debe al uso de distintos criterios de clasificación por parte de diferentes investigadores: algunos dan más importancia a los grupos sanguíneos; otros se centran en el color de la piel y los rasgos craneales y del esqueleto; otros atienden al ADN. Dado que todos estos rasgos aparecen de una manera discordante (no van juntos en un solo paquete), las tipologías resultantes pueden considerarse demarcaciones arbitrarias carentes de significado biológico (frente, por ejemplo, al significado biológico de los organismos que pertenecen a diferentes especies).
Otra falacia común es la creencia de que las razas humanas no pueden prestarse a hibridaciones o no es normal que lo hagan. Por el contrario, todas las poblaciones humanas conocidas pueden emparejarse y tener descendencia fértil independientemente de su raza etics. Además, en cada divisoria geográfica o social entre los grandes pueblos, se encuentran muestras de flujo génico en forma de frecuencias génicas intermedias. Durante milenos, las conquistas militares propiciaron la aparición de nuevos patrones genéticos indicativos de un cruce genético generalizado. En tiempos más recientes, las grandes migraciones (voluntarias y forzosas) han dado lugar a nuevos patrones de diversidad genética en todo el hemisferio occidental y en gran parte de África. Además, como consecuencia de la globalización industrial, es de esperar que estas nuevas razas se hagan aún más comunes y se difundan por regiones aún más vastas, imponiéndose a las tendencias aislacionistas.
Y, sin embargo, otra falacia es la creencia popular de que la identidad racial emics de un individuo está determinada por su ascendencia biológica. De hecho, en Estados Unidos y en otras sociedades sensibilizadas sobre la raza, se asigna una identidad racial a los individuos en función de reglas arbitrarias de ascendencia, y no de acuerdo con criterios biológicos. En los Estados Unidos, la norma de que «basta una sola gota de sangre» sigue a la orden del día. Tener un ancestro de una raza emics particular es suficiente para establecer la identidad racial propia. Así, si el padre es negro y la madre blanca, todos los niños que tengan juntos serán negros. Cuando la realidad biológica es que heredamos la mitad de nuestros núcleos celulares genéticos del padre y la otra mitad de la madre.
Por último, señalemos la falacia según la cual cada raza tiene su propia lengua y cultura. Naturalmente, nos retrotrae al error originario del racismo y la radiología, que Boas y sus estudiantes creyeron haber desterrado para siempre. Es obvio que, entre razas que ocupan continentes o subcontinentes, hay por lo menos tantas variaciones culturales y lingüísticas en el interior de cada una como entre todas ellas. Una raza no es una cultura. La raza está hecha de personas; la cultura es una forma de vida. Cada una de las grandes razas continentales no tiene una cultura única, sino cientos de culturas distintas. Y estas culturas cubren toda la gama posible de tipos culturales, desde las bandas y los pueblos hasta los estados y los imperios. Así, las personas que pertenecen a diferentes razas biológicas pueden poseer culturas muy similares, incluso idénticas. En Estados Unidos, millones de hijos y nietos racialmente diferentes de asiáticos y africanos llevan una forma de vida esencialmente similar a la de la mayoría «caucásica». Estos hechos biológicos y antropológicos, sin embargo, a menudo se pasan por alto en la caracterización de las razas sociales.
Fuente: Harris, M. (2000), Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, Crítica, Barcelona.

1/3/08

Emiliano Zapata

Por Eduardo Galeano
1911
Anenecuilco
Imagen tomada de https://bit.ly/2BDMk7W
Nació jinete, arriero y domador. Cabalga deslizándose, navegando a caballo las praderas, cuidadoso de no importunar el hondo sueño de la tierra. Emiliano Zapata es hombre de silencios. Él dice callando.
Los campesinos de Anenecuilco, su aldea, casitas de adobe y palma salpicadas en la colina, han hecho jefe a Zapata y le han entregado los papeles del tiempo de los virreyes, para que él sepa guardarlos y defenderlos. Ese manojo de documentos prueba que esta comunidad, aquí arraigada desde siempre, no es intrusa en su tierra.
La comunidad de Anenecuilco está estrangulada, como todas las demás comunidades de la región mexicana de Morelos. Cada vez hay menos islas de maíz en el océano del azúcar. De la aldea de Tequesquitengo, condenada a morir porque sus indios libres se negaban a convertirse en peones de cuadrilla, no queda más que la cruz de la torre de la iglesia. Las inmensas plantaciones embisten tragando tierras, aguas y bosques. No dejan sitio ni para enterrar a los muertos:
-Si quieren sembrar, siembren en macetas.
Matones y leguleyos se ocupan del despojo, mientras los devoradores de comunidades escuchan conciertos en sus jardines y crían caballos de polo y perros de exposición.
Zapata, caudillo de los lugareños avasallados, entierra los títulos virreinales bajo el piso de la iglesia de Anenecuilco y se lanza a la pelea. Su tropa de indios, bien plantada, bien montada, mal armada, crece al andar.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

Nadie sabe lo que habría llegado a realizar

Por Fidel Castro
FIDEL CASTRO. ... El Che era un hombre de una gran integridad personal y política, de una gran integridad moral.
FREI BETTO. Cuando lo conoció, ¿cuántos años tenía usted?
Yo conocí al Che cuando salí de la prisión y marché a México; eso fue en el año 1955. Ya él había trabado contacto con algunos compañeros que estaban allá. Venía de Guatemala donde había vivido el drama de la intervención de la CIA y de Estados Unidos, el derrocamiento de Árbenz, los crímenes que se cometieron allí; no sé si fue a través de una embajada, pero de alguna forma pudo salir. Él era recién graduado de médico y había salido de Argentina una vez o dos veces; recorrió Bolivia, distintos países. Incluso vive en Cuba un compañero argentino que salió con él, se llama Granado, es investigador científico, trabaja aquí con nosotros. Fue quien le hizo compañía en uno de los viajes. Llegaron hasta el Amazonas, estuvieron en un leprosorio, algo así como un par de misioneros, ya graduados de Medicina.
FREI BETTO. ¿Y era más joven que usted?
FIDEL CASTRO. Yo creo que el Che era más joven que yo, tal vez dos años. Creo que nació en 1928.
Se había graduado en Medicina. Era estudiosos del marxismo-leninismo, autodidacta, muy estudioso, era un convencido. Y la vida lo fue enseñando, la experiencia de lo que veía por todas partes, así que cuando nosotros nos encontramos con el Che, ya era un revolucionario formado; además, un gran talento, una gran inteligencia, una gran capacidad teórica. Es verdaderamente triste que haya muerto joven y sin que hubiese podido concretar en obras y en libros su pensamiento revolucionario. Él escribía muy bien, redactaba muy bien, de una forma realista y expresiva, digamos un Hemingway escribiendo, con pocas palabras, la palabra precisa, exacta. A todo eso se unían también condiciones humanas excepcionales, de compañerismo, desinterés, altruismo, valentía personal. Claro, eso no lo sabíamos cuando lo conocimos. Nos caía bien aquella persona, el argentino –por eso le decían el Che-, que hablaba de las cosas de Guatemala. Como él mismo cuenta, hablamos poco tiempo y nos pusimos rápidamente de acuerdo para que formara parte de nuestra expedición.
FREI BETTO. ¿Ustedes le pusieron a él Che, o él se llamaba así?
FIDEL CASTRO. Los cubanos que estaban allí le llamaban Che, si hubiera sido otro argentino le hubieran llamado Che también, como suelen decirles a los argentinos. Lo que pasa es que el Che adquirió tal renombre y tal prestigio, que se hizo propietario de ese seudónimo. Así se le llamó por los compañeros, y así lo conocí yo.
Él era médico, y vino como médico en nuestra expedición; no venía como soldado. Claro, recibió el entrenamiento, algunas instrucciones para la lucha de guerrillas. Era disciplinado, buen tirador; eso le agradaba a él, como le agradaba el deporte. Casi todas las semanas trataba de subir el Popocatépetl; nunca lo alcanzaba pero lo volvía a intentar siempre. Él padecía de asma, tiene mucho mérito en los esfuerzos y proezas físicas que realizó, porque sufría del asma.
FREI BETTO. ¿Era también buen cocinero como usted?
FIDEL CASTRO. Bueno, creo que yo soy mejor cocinero que lo que él lo era. No voy a decir que soy mejor revolucionario, pero mejor cocinero que el Che, sí.
FREI BETTO. En México él preparaba buenas carnes.
FIDEL CASTRO. Él sabía algo de asados tipo argentino; eso solo se puede hacer en pleno campo. En las prisiones de México, donde estuvimos juntos por nuestras actividades revolucionarias, los arroces, los frijoles, los espaguetis preparados de distintas formas eran asunto mío. Yo realmente era el especialista en cuestiones de cocina, aunque él sabía algunas de esas cosas. Tengo que defender mi orgullo profesional como lo defendieras tú y lo defendería tu madre, que sí es una verdadera científica de la cocina.
Pero, bueno, el Che por todas aquellas características empieza a descollar: características humanas, intelectuales, pero más tarde en la guerra también militares, su capacidad de jefe, su valentía. A veces era temerario, de forma que yo mismo tenía que ejercer cierto control sobre él. Algunas operaciones que quería hacer se las controlaba, o las prohibía incluso, porque cuando empezaban los combates se enardecía mucho; era además tenaz, persistente en las acciones. Comprendiendo su valor y su capacidad, hice lo que con otros cuadros también: a medida que ellos adquirían experiencia, buscaba cuadros nuevos para misiones tácticas y reservaba los más aguerridos para operaciones estratégicas; es decir, había un momento en que el tipo de operaciones sencillas, aunque peligrosas, las asignaba a nuevos combatientes destacados para que adquirieran experiencia al mando de pequeñas unidades, y reservaba para misiones estratégicas a los más experimentados.
Che poseía, además, una gran integridad moral. Se demostró que era un hombre de ideas profundas, trabajador infatigable, cumplidor riguroso y metódico de sus deberes y, sobre todo, predicaba con el ejemplo, muy importante. Él era el primero en todo, se ajustaba estrictamente a las normas que predicaba, y tenía un gran prestigio, una gran influencia sobre los compañeros. Es una de las grandes figuras que ha dado esta generación de América Latina, y nadie sabe lo que habría llegado a realizar de haber sobrevivido.
Desde que estábamos en México y se incorporó a neutro movimiento, me hizo prometerle que después de la victoria de la revolución en Cuba, se le autorizaría a volver a luchar en su patria o por América Latina. Así estuvo varios años trabajando aquí en importantes responsabilidades, pero siempre pendiente de eso. Al final, lo que nosotros hicimos fue cumplir el compromiso contraído con él, no retenerlo, no obstaculizar su regreso. Incluso ayudarlo; lo ayudamos a hacer lo que él consideraba que era su deber. En ese momento no nos detuvimos a considerar si podía perjudicarnos. Cumplimos fielmente la promesa que le hicimos, y cuando él dijo: “bueno, yo quiero ya partir a cumplir una misión revolucionaria”, “correcto, cumpliremos la promesa”, le respondí.
En estrecha armonía con nosotros se hizo todo. Las cosas que se dijeron sobre supuestas discrepancias con la Revolución Cubana fueron infames calumnias. Él tenía su personalidad, sus criterios, discutíamos fraternalmente sobre diversos temas, pero siempre hubo una armonía, una comunicación, una unidad completa en todo, y excelentes relaciones, porque, además, era un hombre de gran espíritu de disciplina.
Cuando salió, durante mucho tiempo circulaban los rumores de que había problemas con el Che y que el Che estaba desaparecido. Realmente el Che estaba en África, estaba cumpliendo una misión internacionalista en África, luchando allí en compañía de un grupo de internacionalistas cubanos, junto a los seguidores de Lumumba después de la muerte de este prestigioso dirigente africano, en antiguo Congo Belga, más tarde conocido como Zaire. Allí estuvo el Che varios meses. Trataba de ayudar en lo posible, porque él sentía una gran simpatía y solidaridad por los países africanos, donde adquiría, además, experiencia adicional para sus luchas futuras. Después de aquella misión internacionalista, en espera de que se crearan el mínimo de condiciones en Suramérica, estuvo una parte del tiempo en Tanzania y después en Cuba.
Cuando se marchó, me escribió la conocida carta de despedida, y yo no quise publicarla durante meses por la sencilla razón de que el Che tenía que salir de África. Y, efectivamente, salió de África, regresó a Cuba, estuvo un tiempo, solicitó un grupo voluntario de combatientes de la Sierra Maestra, que nosotros autorizamos, se entrenó duramente junto a sus compañeros, y después partió a Suramérica. Tenía ideas de luchar no solo en Bolivia, sino también en otros países y en su propio país. Esa es la explicación por la cual escogió aquel punto. Desde luego, se hizo mucha campaña de insidias contra Cuba en todo aquel periodo, pero nosotros soportamos la campaña y no publicamos la carta; solo lo hicimos cuando ya el Che tenía asegurada la llegada a la zona escogida por él en Bolivia. Fue entonces cuando la publicamos. Se hizo mucha campaña calumniosa con relación a todo eso.
Si quieres que resuma, diría que si el Che fuera católico, si el Che perteneciera a la Iglesia, tenía todas las virtudes para que hubieran hecho de él un santo.
Fuente: Betto, F. (1985), Fidel y la religión, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana.

Negros en desventaja

Por Marvin Harris
En un estudio clásico de los psicólogos Sandra Scarr y Richard Weinberg … , se comparaban los resultados en tests de inteligencia de niños negros que habían sido adoptados por padres acaudalados blancos con los de niños blancos adoptados y criados por los mismos padres que los niños negros. En estas familias adineradas, tanto negras como blancas, los niños adoptados a la edad de siete años obtenían una puntuación mayor que el resto de la población. Esto puede considerarse una prueba de que los niños de hogares afortunados parten con ventaja con respecto a los niños de hogares desfavorecidos. Además, los CI [coeficiente intelectual] de estos niños de siete años fueron estadísticamente idénticos en el caso de los negros y los blancos. Cuando se les hizo pasar un nuevo teste diez años más tarde, los resultados de los niños negros disminuyeron hasta el promedio de los negros norteamericanos (es decir, quince puntos por debajo de los blancos).
Es obvio que las condiciones en que se llevó a cabo este estudio no permitirían dar cuenta del conjunto de la experiencia social de negros y blancos. Los niños negros ya estaban en desventaja antes de su adopción al haber sido criados en orfanatos de nivel inferior. También habían vivido en dichos orfanatos más tiempo que los niños blancos antes de ser adoptados. Al llegar a la adolescencia, las ventajas que les reportó ser educados en hogares blancos acaudalados y protectivos se vieron gradualmente difuminadas por la discriminación y el racismo crecientes que encontraban fuera de casa.
Fuente: Harris, M. (1989), Teorías sobre la cultura en la era posmoderna, Crítica, Barcelona.