Por Eduardo Galeano
1957
El Hombrito
…
Imagen tomada de https://bit.ly/2OssAZX
En el valle del Hombrito, los rebeldes
mandan. Aquí han instalado un horno de pan, una imprenta, que consiste es un
viejo mimeógrafo, y un consultorio médico que funciona en un bohío de una sola
pieza. El médico es Ernesto Guevara, llamado el Che, que de argentino tiene,
además del sobrenombre, ciertas costumbres como el mate y la ironía. Peregrino
de América, se incorporó a las fuerzas de Fidel en México. Allí había ido a
parar después de la caída de Guatemala y se ganaba la vida como fotógrafo, a
peso la foto, y vendiendo estampitas de la Virgen de Guadalupe.
En el consultorio del
Hombrito, el Che atiende a una caravana de niños barrigudos, casi enanos, y
muchachas viejas, gastadas en pocos años de mucho parir y poco comer, y hombres
que son como pellejos secos y vacíos, porque la miseria va convirtiendo a cada
cual en su propia momia.
El año pasado, cuando la
metralla arrasó a los guerrilleros a poco de llegar, el Che tuvo que elegir
entre una caja de balas y una caja de remedios. No podía cargar con las dos, y
prefirió la caja de balas. Ahora acaricia su viejo fusil Thompson, que es el
único instrumento de cirugía en el que de veras cree.
…
Chana la Vieja,
campesina de la Sierra Maestra, lo recordará así:
Pobrecito
el Che. Yo siempre lo veía con aquella carga de su asma y decía: “Ay, Virgen”.
Para el asma él se quedaba tranquilito, respirando bajito. Hay persona que con
el asma se pone histérica, tose y abre los ojos y abre la boca. Pero el Che
trataba de amansar el asma. Se tiraba en un rincón para que el asma descanse.
A
él no le gustaba la lástima. Si una le decía: “Pobrecito”, él le echaba a una
una miradita rápida que no quería decir nada y quería decir mucho.
Yo
le preparaba algo calientito, que le pasara por el pecho y lo aliviara. Él, muy
zalamero, me decía: “Ah, la novia mía”. Pero de canalla que era.
Fuente: Galeano, E.
(1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO
DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.
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