24/3/22

La igualdad es buena para todos

Por Mario Bunge

Hasta el momento, el igualitarismo, sea radical, sea matizado, solo se podía defender con argumentos morales. Ahora también hay argumentos científicos a favor de él: biopsicológicos y sociopolíticos. Echémosles un vistazo. El argumento biopsicológico contra la jerarquía social despótica es que estresa tanto como al jefe como al subordinado por lo que, desde el punto de vista médico, es peligroso para ambos. En efecto, a partir de los trabajos pioneros de Hans Seyle, en la década de 1950, se ha sabido que el estrés de cualquier clase causa todo tipo de enfermedades –cardiovasculares, respiratorias, reumáticas y psiquiátricas– e incrementa la mortalidad debida a todas las causas. En pocas palabras, las diferencias sociales extremas perjudican a todos, incluso a los pocos que obtienen beneficios económicos de estar en la cima. Es interesante señalar que esto vale para las jerarquías despóticas, pero no para las jerarquías naturales derivadas de diferencias aceptadas de capacidades o experiencia.

El argumento sociopolítico contra los abruptos gradientes socioeconómicos y políticos es que generan resentimiento, odio y pereza a nivel personal, así como violencia (tanto desde arriba como desde abajo) a nivel social. Esto, a su vez, produce o intensifica la represión social, a menos que la gente esté tan anquilosada e intimidada por la cosmovisión dominante que la idea misma de una revuelta ni siquiera les quepa en la cabeza, lo cual constituye el motivo de que no hubiera lucha de clases en las civilizaciones antiguas. Pero la resignación, al final, lleva al estancamiento. El progreso necesita de la participación y del inconformismo constructivo. En resumen, la ciencia muestra que la desigualdad injustificada (o jerarquía despótica) es mala tanto para el individuo como para la sociedad. En otras palabras, el igualitarismo tiene fundamento tanto científico como moral.

Fuente: Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.

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