Por Mario Bunge
Es
bien sabido que los fundamentalistas religiosos y la gente de derechas se
oponen al aborto, y también es notable que la mayoría de ellos son varones. Su
principal argumento es que, puesto que la vida humana se inicia con la
concepción (verdadero) y puesto que toda vida humana es sagrada (dogma) el
aborto es un asesinato, aunque matar abortistas, desde luego, no lo es. Sin
embargo, la premisa menor de este argumento es cuestión de creencia
(religiosa), por lo cual el argumento no debería ser tenido en cuenta en una
sociedad laica. Un biólogo podría argüir que un apéndice, una amígdala y el
recorte de una uña son tan humanos como un embrión de ser humano y que, a pesar
de ello, ninguna religión conocida les rinde culto. (Corrección: solía haber
una Congregación del Santo Prepucio.) El biólogo podría argüir, también, que el
todo es más valioso que cualquier parte de él. Y un psicólogo podría argumentar
que un embrión o aun un feto no es una persona, vale decir un ser humano dotado
de capacidades mentales. Más aún, el índice de criminalidad de Estados Unidos
disminuyó después de que el aborto fuera despenalizado en 1973. La causa, se
presume, es el descenso del número de niños no deseados, quienes con frecuencia
son rechazados y pueden, en consecuencia, elegir el delito como profesión.
Fuente:
Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.
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