Por Jesús Mosterín
El unitarismo es la corriente cristiana
que niega el dogma de la Trinidad Divina. Hay un solo Dios y Dios es una única
persona. Jesús fue un hombre admirable y un ejemplo moral; incluso puede que
fuera en algún sentido divino o hijo de Dios o encarnación del Logos, pero
nunca fue Dios. En este sentido teológico, el unitarismo se opone al
trinitarismo. Como la doctrina trinitaria es una de las partes más
inconsistentes del cristianismo tradicional no es de extrañar que su rechazo
haya ido siempre asociado a actitudes intelectuales más tolerantes, racionales y
abiertas a la ciencia y al pensamiento lógico. Los unitaristas típicos piensan
que la razón y la fe, la ciencia, la filosofía y el pensamiento lógico pueden y
deben coexistir. Rechazan las doctrinas del pecado original, de la salvación
por la fe y de la predestinación. Piensan que el humán es capaz de hacer el
bien y el mal y de actuar de un modo moral y responsable, que hay que fomentar.
Están a favor de la tolerancia religiosa (incluso frente al ateísmo), de la
libertad de expresión y de la separación de la Iglesia y el Estado.
Los unitaristas, en base
a los evangelios, pretenden que Jesús fue el primer unitarista, pues siempre
fue consciente de ser un hombre, distinto de Dios, a quien él llamaba «padre»,
pero con el que nunca se identificó. En la Antigüedad hubo otros unitaristas,
el más famoso de los cuales fue Arrio. De todos modos, el unitarismo moderno
surgió en el siglo XVI en el contexto de la Reforma. Los unitaristas actuales
consideran a Miguel Servet su principal precursor y su primer mártir. Lutero se
opuso al unitarismo, al que acusaba de herético y de favorecer la expansión del
islam. Desde luego, Calvino lo rechazó tajantemente, enviando a la hoguera a
los unitarios que cayeron en sus manos, empezando por el mismo Miguel Servet.
Servet también fue un científico, y otros intelectuales y científicos han adoptado
alguna versión del unitarismo, desde el gran físico Isaac Newton hasta el químico
Linus Pauling, pasando por el arquitecto Frank Lloyd Wright.
Fuente: Mosterín, J. (2010), Los cristianos, Alianza Editorial,
Madrid.
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