Por Noam Chomsky
Imagen
tomada de https://bit.ly/367uvvY
Ortega
nunca me ha inspirado confianza. Se desprestigió completamente en los años
noventa cuando hizo el pacto con Arnoldo Alemán, el anterior presidente de
Nicaragua, un gángster extremadamente corrupto. Los dos juntos, con el Frente
Sandinista de Liberación Nacional–el partido sandinista–, controlado por
Ortega, y con el partido de Alemán, el Partido Liberal Constitucional, evitaron
que Alemán recibiese su castigo y que, durante su legislatura, se tomase alguna
medida de importancia en beneficio del país, algo que, por otro lado, era
bastante improbable. Ortega ha resultado ser otro oportunista de derechas.
Siempre fue un oportunista. Aún tiene seguidores fieles entre los nicaragüenses
comprometidos con los antiguos ideales sandinistas, pero es un espejismo.
Nicaragua es un lugar sórdido. Actualmente
es el segundo país más pobre del continente americano. Gran parte de la
población activa está en el extranjero, sobre todo en Costa Rica, pero también
en Estados Unidos y en otros países. El desarrollo es nulo, pero hay mucha
riqueza. Este esplendor puede contemplarse dando una vuelta en coche por
Managua. Uno puede comprar lo que quiera. Pero luego están los niños que
limpian los parabrisas a cambio de un córdoba para poder pasar la noche.
Nicaragua ha decaído mucho desde que Estados Unidos volvió a hacerse con el
control del país en 1990. Y Ortega sigue la corriente. Sus amigos y él se
enriquecieron y se entenderán perfectamente con Alemán y su círculo. No creo
que los inversores estadounidenses tengan por qué estar preocupados. Desde
luego, no parece que lo estén. Ni tampoco la élite empresarial de Nicaragua,
que es multimillonaria, como en la mayoría de los países del Tercer Mundo.
Nicaragua es el país centroamericano que
ha seguido más fielmente las directrices del FMI. Es el único que privatizó la
energía y, como era de esperar, sufre una grave escasez, mucho peor que la de
los demás países. Guatemala está bastante mal, pero Nicaragua está peor. En
cambio, Costa Rica, el único país centroamericano que funciona bien y, por
cierto, el único que Estados Unidos no ha invadido, dispone de un sistema
energético que está alcanzando el 100 por 100 de sostenibilidad.
Chomsky,
N. (2007), Lo que decimos, se hace, Península, Barcelona.
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