14/1/08

Tlatelolco entero respira sangre

Por Eduardo Galeano
1968
Ciudad de México
Los estudiantes
invaden las calles. Manifestaciones así, en México jamás se han visto, tan inmensas y alegres, todos atados brazo con brazo, cantando y riendo. Los estudiantes claman contra el presidente Díaz Ordaz y sus ministros, momias con vendas y todo, y contra los demás usurpadores de aquella revolución de Zapata y Pancho Villa.
En Tlatelolco, plaza que ya fue moridero de indios y conquistadores, ocurre la encerrona. El ejército bloquea todas las salidas con tanques y ametralladoras. En el corral, prontos para el sacrificio, se apretujan los estudiantes. Cierra la trampa un muro continuo de fusiles con bayoneta calada.
Las luces de bengala, una verde, otra roja, dan la señal.
Horas después, busca su cría una mujer. Los zapatos dejen huellas de sangre en el suelo.
«Había mucha, mucha sangre», Relata la madre de un estudiante,
a tal grado que yo sentía en las manos lo viscoso de la sangre. También había sangre en las paredes. Creo que los muros de Tlatelolco tienen los poros llenos de sangre; Tlatelolco entero respira sangre… Yacían los cadáveres en el piso de concreto esperando a que se los llevaran. Conté muchos desde la ventana, cerca de sesenta y ocho. Los iban amontonando bajo la lluvia. Yo recordaba que Carlitos, mi hijo, llevaba una chamarra de pana verde y en cada cadáver yo creía reconocerla…
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

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