Por Eduardo Galeano
Hubo
una vez que fue la primera vez, y entonces el bicho humano se alzó y sus cuatro
patas se convirtieron en dos brazos y dos piernas, y gracias a las piernas los
brazos fueron libres y pudieron hacer casa mejor que la copa del árbol o la
cueva de paso. Y habiéndose erguido, la mujer y el hombre descubrieron que se
puede hacer el amor cara a cara y boca a boca, y conocieron la alegría de
mirarse a los ojos durante el abrazo de sus brazos y el nudo de sus piernas.
Fuente:
Galeano, E. (1993), Las palabras andantes, Siglo Veintiuno, México, D.F.
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