Por John K. Galbraith
Sí, así lo creo. Por mucho que sus ideas
forman parte de nuestro universo igual que las de Adam Smith. Pero la empresa
ha evolucionado en un sentido distinto al anunciado por él. Los propietarios
del capital han perdido en ella el poder a favor de los managers, de los responsables de la
organización y de la burocracia, lo que yo he bautizado como tecnoestructura.
En gran parte a causa de este fenómeno, la confrontación con los obreros ha
sido menos aguda de lo que había previsto e incluso deseado Marx. Los sindicatos
han moderado su tendencia revolucionaria. El papel jugado por los sindicatos y
la acción del Estado del bienestar han limado las aristas del capitalismo. Sin
embargo, Marx ya había podido observar los signos anunciadores de esta
evolución en Inglaterra.
En cuanto al comunismo,
el peso del aparato burocrático ha sido muy superior a todo lo que Marx pudo
imaginar. Si el desarrollo de la sociedad socialista hubiese sido tan fluido y
si sus resultados hubiesen sido tan brillantes como esperaron Marx y Lenin (aun
cuando este último supo presentir la sanción), el sistema capitalista habría
desaparecido en el presente. Ninguna propaganda se habría podido oponer, ni
siquiera por la fuerza, a su descomposición.
Fuente: Galbraith, J. K. (1979), Introducción a la economía, Crítica,
Barcelona.
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