Por Sócrates
No
obstante, al examinarlo… [a un político con reputación de sabio] descubrí,
atenienses, que muchos le tenían por sabio –empezando por él mismo–, pero que
no lo era. Intenté entonces demostrarle que se creía sabio, pero que se
equivocaba. A causa de ello me gané su enemistad y la de muchos que estaban
delante.
Cuando
les dejé, me iba diciendo:
–Yo
soy más sabio que este. Puede que ninguno de los dos sepamos realmente nada que
valga la pena, pero él cree saber algo, y no lo sabe; mientras que yo, que
tampoco sé nada, no creo saber nada. Parece, pues, que al no creer saber lo que
no sé, soy una pizca más sabio.
A
continuación me dirigí a otro que pasaba por ser más sabio que el primero, y
saqué la misma conclusión. Y también en este caso me atraje su enemistad y la
de muchos que le rodeaban.
Fuente:
La cita procede de Boorstin, D. (1988), Los pensadores, Crítica,
Barcelona.