Por Eduardo Galeano
1958
Yaguajay
…
Atravesando como por magia bombardeos y
emboscadas, las columnas invasoras llegan al centro de la isla. Queda Cuba
cortada en dos cuando Camilo Cienfuegos se hace dueño del cuartel de Yaguajay,
tras once días de combate, y el Che Guevara entra en la ciudad de Santa Clara.
La fulminante ofensiva arrebata a Batista la mitad del país.
Camilo Cienfuegos es
corajudo y glotón. Pelea tan de cerca que cuando mata pesca en el aire, sin que
toque el suelo el fusil del enemigo. Varias veces ha estado a punto de morir de
bala y una vez casi murió de cabrito, por engullir un cabrito entero después de
mucho tiempo de andar comiendo un día no y otro tampoco.
Camilo tiene barba y
melena de profeta bíblico, pero no es hombre de ceño fruncido sino de risa
abierta de oreja a oreja. La gesta épica que más lo enorgullece es aquella
ocasión en que engañó a una avioneta militar, en la sierra, echándose encima un
botellón de yodo y acostándose, quietito, con los brazos en cruz.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO,
Siglo Veintiuno, Madrid.
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