Por Massimo Piattelli Palmarini
Nos proporcionan la siguiente breve «ficha»
de carácter y actitud, redactada en un estilo casi cablegráfico:
Luis
tiene 34 años. Es inteligente, pero tiene poca imaginación, es rutinario,
metódico y escasamente activo. En la escuela destacaba en matemáticas, pero era
flojo en asignaturas humanísticas y en ciencias sociales.
Sobre la base de este
perfil tan sucinto, nos invitan a adivinar (digamos que de manera intuitiva)
cuál es la probabilidad de que Luis desempeñe determinado oficio, o determinada
profesión, en vez de otros. Concretamente, nos piden que ordenemos (rank), por orden de probabilidades decrecientes, una lista de
profesiones y aficiones entre las que aparecen las siguientes:
–Luis
es médico y le gusta jugar al póker
–Luis
es arquitecto
–Luis
es contable (caso C)
–Luis
es aficionado a tocar música de jazz (caso J)
–Luis
es aficionado al surf
–Luis
es periodista
–Luis
es contable, y es aficionado a tocar música de jazz (caso C&J)
–Luis
es aficionado al alpinismo
Se invita al lector a que
aventure su opinión reordenando una tras otra, por orden de probabilidad
decreciente, las opciones que acabamos de describir. Forma parte de las reglas
de este “juego” que nuestras estimaciones sean vagas, aproximativas, hechas
precisamente de manera intuitiva (no se
exigen valores exactos para las distintas probabilidades, sino solamente
un ranking o jerarquía intuitiva
entre las probabilidades respectivas de estas opciones).
Pasemos ahora a otro
caso, análogo al anterior:
Linda
tiene 31 años. Es soltera, extravertida y muy brillante. Es licenciada en
filosofía. Cuando era estudiante se interesaba mucho por los problemas de
discriminación racial y de injusticia social, y participaba activamente en
manifestaciones antinucleares.
Como en el caso de Luis,
nos invitan a adivinar cuál es la probabilidad de que Linda desempeñe un
determinado oficio o profesión, ordenando, por probabilidad decreciente, una
lista de profesiones y aficiones entre las que aparecen las opciones
siguientes:
–Linda
es profesora en una escuela de educación básica
–Linda
trabaja en una librería y va a clases de yoga
–Linda
participa activamente en el movimiento feminista (caso F)
–Linda
es asistente social
–Linda
es miembro de la Organización Electoral Femenina
–Linda
trabaja en un banco (caso B)
–Linda
es agente de seguros
–Linda
trabaja en un banco y participa activamente en el movimiento feminista (caso
B&F)
De nuevo se invita al
lector a que aventure su opinión aproximada, de manera intuitiva, reordenando
una tras otra, por orden de probabilidad decreciente, las opciones que acabamos
de describir.
Que tire la primera
piedra quien no haya considerado, en el caso de Luis, más probable la opción
C&J, respecto a la opción J. Y en el caso de Linda, la opción B&F,
respecto a la opción B.
Es lo que hacemos todos
(o casi todos), y sin embargo se trata de una pura ilusión cognitiva. En
realidad, la probabilidad de que se produzcan al mismo tiempo dos acontecimientos
(la probabilidad de una «conjunción», como se la denomina en jerga) es siempre y forzosamente inferior a
la probabilidad de cada uno de estos acontecimientos por separado. Si
reflexionamos un momento, no podemos dejar de convenir en que tiene que ser más probable que Luis
toque música de jazz, haciendo cualquier otro trabajo, o incluso ningún trabajo
(el caso J, en realidad, sólo especifica que toca música de jazz –fijaos
bien– por afición), que no que
Luis toque música de jazz y sea contable. Lo mismo ocurre en el caso de Linda.
Debemos convenir en que tiene que ser más probable que Linda trabaje
en un banco, participando en movimientos de cualquier tipo, o incluso sin
participar en ningún movimiento (el caso B no especifica nada más), que no que
Linda trabaje en un banco y colabore activamente en el movimiento feminista. Y
sin embargo, la gran mayoría de los individuos sometidos por [Amos] Tversky y
[Daniel] Kahneman a un montón de tests de este tipo considera más probable una
conjunción que cada uno de los elementos de la conjunción.
De hecho, la jerarquía
intuitiva media obtenida en los dos tests que acabamos de exponer es:
Luis:
La opción C es más
probable que la opción C&J, que a su vez es más probable que la opción J.
Linda:
La opción F es más
probable que la opción B&F, que a su vez es más probable que la opción B.
Lo que nos deja
estupefactos es que no existe
gran diferencia entre las respuestas obtenidas, por término medio, de
individuos «ingenuos», es decir, totalmente profanos en materia de cálculo de
probabilidades, y las obtenidas de sujetos expertos en ciencias estadísticas. O
mejor dicho, existe una ligera diferencia:
los individuos que tienen alguna noción de estadística se equivocan más a menudo que los individuos
absolutamente profanos, y también más a
menudo que los expertos. En cualquier caso, incluso los expertos se equivocan
casi con la misma frecuencia que los profanos. Las diferencias son generalmente
pequeñas. Lo sorprendente es que, por término medio, el 85 por 100 de todos los individuos, sean profanos,
semiprofanos, o expertos, se equivocan. Son, por tanto, víctimas del efecto
conjunción.
Fuente: Piattelli Palmarini, M. (1993), Los túneles de la mente, Crítica,
Barcelona.
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