Por Gabriel García Márquez
Lo único realmente nuevo que podría
intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman
el manejo del mundo. No creo que un sexo sea superior o inferior al otro. Creo
que son distintos, con distancias biológicas insalvables, pero la hegemonía
masculina ha malbaratado una oportunidad de diez mil años.
Alguien dijo: “Si los
hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento”. Este
aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que
invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del
género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos
menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la
razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras
ideologías, casi todas absurdas o abominables.
La humanidad está
condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente.
El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo, por su incapacidad de
sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del
medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo
fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte.
Fuente: García Márquez, G. (1992), Por la libre, Norma, Bogotá.
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