Por Ernesto Che Guevara
A Fidel Castro
“Año de la Agricultura”
Habana
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas,
de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de
toda la tensión de los preparativos.
Un día pasaron
preguntando a quién debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del
hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución
se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo
del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono
menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que
he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su
territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago formal renuncia de
mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado
de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos
de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuerdo de
mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para
consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad, es no
haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no
haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de
revolucionario. He vivido días magníficos y sentó a tu lado el orgullo de
pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del
Caribe.
Pocas veces brilló más
alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido
sin vacilaciones, identificado con tu forma de pensar y de ver y apreciar los
peligros y los principios.
Otras tierras del mundo
reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está
negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con
una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de
constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me
admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos
de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi
pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar
contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces
cualquier desgarradura.
Digo una vez más que
libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emana de su ejemplo.
Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento
será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus
enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas
consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política
exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me
pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal
actuaré. Que no dejó a mis hijos ni a mi mujer nada material y no me apena: me
alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo
suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que
decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que nos innecesarias, las palabras
no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria
siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor
revolucionario,
Che
Fuente: La cita procede de Turner Martí,
L. (2007), del pensamiento
pedagógico de Ernesto Che Guevara, Editorial Capitán San Luis, La
Habana.
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