6/8/20

Nikolai Vavilov

Por Jesús Mosterín
Imagen tomada de https://bit.ly/38nVP8X
La colectivización forzosa de la agricultura rusa por Stalin en los años treinta causó cientos de miles de muertos por las purgas y deportaciones y millones de muertos por las hambrunas subsiguientes. En aquel clima de histeria y fracasos, Lysenko prometió multiplicar la producción agrícola aplicando técnicas revolucionarias y proletarias como la «vernalización», incompatibles con la biología académica reaccionaria y convencional. Se declaró discípulo de Ivan Michurin (1855-1935), que ya había atraído la atención de Lenin con una propuesta lamarckista de cambiar el genotipo de las plantas modificando su entorno. Lysenko contrapuso el michurismo, que sería ruso, materialista y proletario, con lo que él llamaba el mendelismo-weismanismo-morganismo, que sería extranjero, idealista y reaccionario. En esta última categoría caerían todos los genéticos rusos, incluido Nikolai Vavilov (1887-1943), el más creativo, riguroso y original; desde luego, todos ellos consideraban que Lysenko era un ignorante y un estafador. Morgan fue atacado porque «amaba a las moscas y odiaba a los hombres», debido a sus experimentos con moscas. La no heredabilidad de los caracteres adquiridos fue rechazada por antiproletaria y aristocrática. Desde 1935, Stalin confió a Lysenko la dirección de la agricultura soviética y también de la biología. Las «nocivas» ideas mendelianas fueron prohibidas y censuradas. Se ordenó el cierre de los laboratorios, la incineración de las moscas y la quema de todos los libros de genética. Los profesores e investigadores de genética fueron encarcelados y muchos maltratados hasta la muerte. Vavilov fue encerrado en una celda subterránea húmeda, fría y sin luz; no se le permitía moverse ni salir al patio y fue dejado prácticamente sin comida ni medicinas hasta que murió en 1943. En contraste con lo ocurrido con la física o la matemática, que mantuvieron un alto nivel, la biología rusa quedó completamente destrozada y arruinada; todavía hoy, más de setenta años después, no se ha recuperado del golpe entonces recibido.
Fuente: Mosterín, J. (2013), El reino de los animales, Alianza Editorial, Madrid.

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