2/7/20

Sobre la religión

En mi barrio del norte de Quito nunca he visto tanta gente en las calles como el día que el papa Francisco ofició una misa en el parque que lo circunda. Cuando terminó la ceremonia, ríos de personas regresaron a sus casas caminando, y yo veía a algunas, a muchas, desde la ventana de mi casa. ¿Por qué hay tanta gente religiosa? ¿Por qué los pobres o, en general, la gente con serios problemas, suele ser más religiosa? La gente es religiosa simplemente porque crece en un ambiente religioso. Lo que se aprende en los años de formación de la cabeza no se va, y son pocas las personas que ponen en duda las tradiciones heredadas. Además, la intensidad de la fe aumenta cuando las vicisitudes de la vida aumentan. La vida es dura y la de los más pobres o marginados es especialmente dura.

Desde el punto de vista del bienestar social, la implantación de ideas religiosas en los niños tiene efectos perniciosos difíciles de remediar. Los creyentes poco religiosos no dejan de oponerse a reformas urgentes como la despenalización del aborto y la eutanasia. Y los perjuicios que causa la fe fervorosa son evidentes, desde la intención de los grupos evangélicos estadounidenses de prohibir la enseñanza de la evolución en las escuelas, hasta la violencia atroz del terrorismo islámico y de los estados teocráticos árabes.

No hace falta acabar con la fe para mejorar el mundo, pero reducir su intensidad podría mejorar el mundo abrumadoramente. ¿Cómo reducir la intensidad de la fe de los creyentes? En el caso del mundo islámico no parece haber otro remedio que anhelar una época de ilustración y desarrollo, similar a la que tuvo lugar en Turquía con las reformas emprendidas por Kemal Atatürk. En occidente la fe perdería terreno si nos empeñáramos en combatir males milenarios como la pobreza, la falta de oportunidades, la xenofobia, el racismo, el machismo… fuentes inagotables de envidia, resentimiento y dolor. Acaso no solo lograríamos atajar esos problemas, sino también generalizar la buena costumbre de tomar decisiones evaluando los hechos racionalmente y la de abandonar las convicciones que no están basadas en evidencias.


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