8/8/19

Cuba, Costa Rica y el camino seguro

La mayoría de gobiernos pasan por la historia sin abollarla significativamente, pero los pocos que llevan a cabo reformas importantes y enrumban a los países por sendas distintas, suelen tener una influencia histórica abrumadora, para bien o para mal. Los gobiernos de José Figueres en Costa Rica y de Fidel Castro en Cuba pertenecen a la categoría de gobiernos históricos. Ambos gobiernos tenían un plan para que su nación salga del subdesarrollo. Ambos dependían de la reacción de Estados Unidos, que suele oponerse al desarrollo independiente de otras naciones. Y sin embargo ambos representan, hasta cierto punto, un desafío exitoso a la ambición imperial. Cuba sobrevivió al terrorismo patrocinado por Estados Unidos, a su bloqueo económico y a la caída de la Unión Soviética, cuyo apoyo había disuadido a Estados Unidos de una invasión militar directa a la isla. En medio de esas adversidades, fue capaz de alcanzar logros en educación y salud, pero la economía no mejoró en igual medida y la pobreza sigue azotando a muchos cubanos, que padecen además una asfixiante falta de libertad.
A Costa Rica le fue mejor. En 1948 José Figueres dio un golpe de estado que elevó al poder a la clase media rural. Su gobierno adoptó medidas socialdemócratas de bienestar, eliminó las fuerzas armadas y reprimió severamente al movimiento obrero. En este caso particular, Estados Unidos, acostumbrado a dar la espalda a los reformistas, tuvo que apoyar a Figueres para no apoyar a los comunistas. Aunque posteriormente Costa Rica sucumbió a la ortodoxia neoliberal dominante, todavía saborea los progresos comenzados en los años de Figures, todavía es el país centroamericano con menos pobreza.
En estos primeros años del siglo veintiuno varios países latinoamericanos, sobre todo sudamericanos, han tenido gobiernos con afán reformista, logrando desmarcarse hasta cierto punto de la ortodoxia neoliberal. Llegaron al poder por los votos y no luego de un periodo de violencia armada como en los casos de Cuba y Costa Rica, pero sucumbieron a la corrupción y a la mala idea de apostar por la exportación de materia prima como fuente primordial de riqueza. Las mismas personas que los votaron ahora apoyan a los partidos rivales, abiertamente neoliberales: los que reducen aun más la capacidad del Estado para aumentar el bienestar ciudadano.
La pobreza de gran parte de latinoamericanos y el malestar de su clase media claman por más reformas de corte socialdemócrata, las que funcionaron en Costa Rica y en las zonas más desarrolladas del mundo. Ese es el camino seguro. Solo falta que los ciudadanos asimilen esa lección histórica y elijan mejor a la hora de votar.

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