29/8/19

Autorretrato

No sé nadar ni sé bailar ni sé cantar ni sé decir malas palabras ni sé tomar el alcohol que no sea el de los brindis. Pronuncio la ere como si fuese doble ere cuando está en medio de palabras como hojarasca o rural, y no puedo leer en voz alta con claridad porque no sé respirar correctamente. Casi no puedo soportar la presencia de personas que no sean mis familiares más cercanos. Esta timidez debe ser en parte heredada porque mis hermanos también la padecen, pero la mía se retroalimenta con mi fealdad. Soy flaco y no engordo aunque me coma un elefante y haga mucho ejercicio. Mi piel está reseca o grasosa, nunca tersa. Suelo andar encorvado y ningún peinado me va bien. Por suerte mi mente no es tan débil como mi cuerpo. Intento ser razonable y puedo vivir sin el auxilio de la fe religiosa. Soy compasivo y suelo justificar el mal que causan los débiles. Creo en la democracia radical. Me interesa mucho saber qué es lo que la gente realmente cree/siente/piensa y acepto el dictamen de la mayoría aunque me parezca equivocado, salvo cuando desborda el sentido común. Una mayoría no puede optar por torturar o asesinar, pero sí puede optar por la independencia de una región o por no reducir la jornada laboral. Me ha costado aprender a soportar el cuerpo y la mente que me tocaron, pero pasados los treinta años estoy al fin dejando atrás la adolescencia y empiezo a aceptar mi destino.

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