Por Eduardo Galeano
1907
Iquique
Banderas de varios
países
encabezan la marcha de los obreros del
salitre, a través del cascajoso desierto del norte de Chile. Miles de obreros
en huelga y miles de mujeres y niños caminan hacia el puerto de Iquique,
coreando consignas y canciones.
Cuando los obreros ocupan
Iquique, el ministro del Interior dicta orden de matar. Los obreros, en continua
asamblea, deciden aguantar a pie firme y sin arrojar ni una piedra.
José Briggs, jefe de la huelga, es hijo de un norteamericano, pero se niega a pedir protección al
cónsul de los Estados Unidos. El cónsul del Perú intenta llevarse a los obreros
peruanos. Los obreros peruanos no abandonan a sus compañeros chilenos. El
cónsul de Bolivia quiere salvar a los obreros bolivianos. Los obreros
bolivianos dicen:
-Con
los chilenos vivimos, con los chilenos morimos.
Las ametralladoras y los
fusiles del general Roberto Silva Renard barren a los huelguistas desarmados y
dejan el tendal.
El ministro Rafael
Sotomayor justifica la carnicería en nombre de las cosas más sagradas, que son, en orden de importancia: la
propiedad, el orden público y la vida.
Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO,
Siglo Veintiuno, Madrid.
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