15/12/23

Profetas del siglo veinte

Por Eduardo Galeano

Carlos Marx y Federico Engels habían escrito el «Manifiesto comunista» a mediados del siglo diecinueve. No lo habían escrito para interpretar el mundo, sino para ayudar a cambiarlo. Un siglo después, un tercio de la humanidad vivía en sociedades inspiradas por este panfleto de apenas veintitrés páginas.

El «Manifiesto» fue una certera profecía. El capitalismo es un brujo incapaz de controlar las fuerzas que desata, dijeron los autores, y en nuestros días puede comprobarlo, a simple vista, cualquiera que tenga ojos en la cara.

Pero a los autores no se les pasó por la cabeza que el brujo pudiera tener más vidas que un gato,

ni que las grandes fábricas pudieran dispersar la mano de obra para reducir sus costos de producción y sus amenazas de sublevación,

ni que las revoluciones sociales pudieran ocurrir en las naciones que eran llamadas bárbaras, más frecuentemente que en las llamadas civilizadas,

ni que la unidad de los proletarios de todos los países pudiera resultar menos frecuente que su división,

ni que la dictadura del proletariado pudiera ser el nombre artístico de la dictadura de la burocracia.

Y así, por lo que sí y por lo que no, el «Manifiesto» confirmó la más profunda certeza de sus autores: la realidad es más poderosa y asombrosa que sus intérpretes. Gris es la teoría y verde el árbol de la vida, había dicho Goethe por boca del Diablo. Y Marx solía advertir que él no era marxista, anticipándose así a quienes iban a convertir el marxismo en ciencia infalible o religión indiscutible.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

No hay comentarios: