8/12/23

Aristócratas y demócratas

Por Noam Chomsky

Jefferson murió el 4 de julio de 1826 –exactamente cincuenta años después de la Declaración de Independencia. Casi al final de su vida hablaba de los logros alcanzados con una mezcla de preocupación y esperanza, e instaba a la población a luchar por mantener los triunfos de la democracia.

Jefferson distinguía dos grupos: los aristócratas y los demócratas. Los primeros "temen y desconfían de la gente y desean quitarle todo el poder para depositarlo en la clase alta". Incluso hoy muchos intelectuales respetables consideran válida esta postura, que es muy similar a la doctrina leninista de que el partido de vanguardia o los intelectuales radicales deben tomar el poder y encaminar a las masas hacia un futuro mejor. La mayoría de los liberales es aristócrata en el sentido jeffersoniano, y [el ex secretario de estado] Henry Kissinger es un ejemplo extremo de un aristócrata.

Los demócratas –escribió Jefferson– "se identifican con la gente, le tienen confianza, la valoran y la consideran el guardián más honesto y seguro –aunque no el más sabio– del interés público. En otras palabras, los demócratas creen que la gente debe ejercer el control, tome o no las decisiones acertadas. Existen algunos demócratas hoy en día, pero su participación es cada vez más restringida.

Jefferson advirtió sobre todo que se vigilara a las "instituciones bancarias y sociedades mercantiles" –lo que hoy llamaríamos consorcios– pues afirmaba que, en caso de que crecieran, los aristócratas habrían ganado y la revolución estaría vencida. Los peores temores de Jefferson se cumplieron –aunque no enteramente como él lo supuso.

Fuente: Chomsky, N. (1994), Secretos, mentiras y democracia, Siglo XXI, México, D. F.

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