3/3/23

Tales

Por Eduardo Galeano

Hace dos mil seiscientos años, en la ciudad de Mileto, un sabio distraído llamado Tales paseaba en las noches, y espiando estrellas solía caerse en algún pozo.

Tales, hombre curioso, pudo averiguar que nada muere, que todo se transforma y que nada hay en el mundo que no esté vivo, y que en el origen y en el fin de toda vida está el agua. No los dioses: el agua. Los terremotos ocurren porque la mar se mueve y alborota la tierra, y no por las rabietas de Poseidón. No es por gracia divina que el ojo ve, sino porque el ojo refleja la realidad, como el río refleja los arbustos de las orillas. Y los eclipses ocurren porque la luna tapa el sol, y no porque el sol se esconda de las iras del Olimpo.

Tales, que en Egipto había aprendido a pensar, predijo los eclipses sin error, sin error midió la distancia de los barcos que venían de altamar, y supo calcular exactamente la altura de la pirámide de Keops por la sombra que proyectaba. Se le atribuye el teorema más famoso, y cuatro más, y hasta dicen que descubrió la electricidad.

Pero quizá su gran hazaña fue otra: vivir como vivió, desnudo del abrigo de la religión, sin consuelos.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

No hay comentarios: