10/3/23

Como en América

Por Eduardo Galeano

Casi tres siglos después del desembarco de Colón en América, el capitán James Cook navegó los misteriosos mares del sur del oriente, clavó la bandera británica en Australia y Nueva Zelanda, y abrió paso a la conquista de las infinitas islas de la Oceanía.

Por su color blanco, los nativos creyeron que esos navegantes eran muertos regresados al mundo de los vivos. Y por sus actos, supieron que volvían para vengarse.

Y se repitió la historia.

Como en América, los recién llegados se apoderaron de los campos fértiles y de las fuentes de agua y echaron al desierto a quienes allí vivían.

Y los sometieron al trabajo forzado, como en América, y les prohibieron la memoria y las costumbres.

Como en América, los misioneros cristianos pulverizaron o quemaron las efigies de piedra o madera. Unas pocas se salvaron y fueron enviadas a Europa, previa amputación de los penes, para dar testimonio de la guerra contra la idolatría. El dios Rao, que ahora se exhibe en el Louvre, llegó a Paris con una etiqueta que lo definía así: Ídolo de la impureza, del vicio y de la pasión desvergonzada.

Como en América, pocos nativos sobrevivieron. Los que no cayeron por extenuación o bala, fueron aniquilados por pestes desconocidas, contra las cuales no tenían defensas.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

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