20/1/22

La mutilación genital de las mujeres

Por Jesús Mosterín

La mutilación genital de las mujeres es práctica casi universal en los países del África islámica central y oriental, como Egipto, Sudán, Somalia, Yibuti, Chad, Mali y norte de Nigeria. También se da fuera de África, en Yemen, Omán e Indonesia. En Francia, en 1999, fue condenada una curandera por practicar la ablación del clítoris a cincuenta niñas originarias de Mali. Esta costumbre ancestral precede al islam, que luego la adoptó en esos países como un medio para asegurar la castidad y fidelidad femenina. Se calcula que en el mundo hay unos 130 millones de mujeres mutiladas genitalmente. Cada día se realizan unas seis mil nuevas mutilaciones. La costumbre garantiza la castidad y fidelidad de las mujeres, por lo que es defendida por los hombres obsesionados por su presunto honor. Las propias mujeres también transmiten la costumbre, llevan a sus hijas a la curandera a mutilarlas y les cuentan todo tipo de mitos absurdos, como que el clítoris es peligroso para la salud, perjudica al marido y puede matar al bebé durante el parto.

Hay diversos tipos de mutilación genital femenina. La más frecuente incluye la ablación (extirpación) del clítoris, el corte de los labios interiores, el corte de la parte superior de los labios mayores, la infibulación (obstaculización y costura) de la vagina, colocando a su través espinas afiladas como agujas, fijadas con cordeles. La mujer queda completamente cosida y cerrada por debajo, con solo un agujero del diámetro de un palillo de dientes. Además del dolor tremendo de la operación, realizada al margen de cualquier higiene o tecnología actual por mujeres ignorantes e insensibles, y del trauma físico y psíquico correspondiente, a la víctima le aguarda una vida de dolores recurrentes. Sufren cada vez que orinan o defecan y padecen durante las menstruaciones. Cuando se casan, son brutalmente desvirgadas y sufren en las relaciones sexuales, de las que no obtienen ningún placer, y experiencian terribles dolores cuando paren. Con frecuencia, los maridos insisten en que sus mujeres vuelvan a ser infibuladas después del parto o cuando ellos se van de viaje, a fin de asegurar su fidelidad. Las mujeres somalíes, que se cuentan entre las más bellas del mundo, son objeto sistemático de estas prácticas brutales, condenadas a una vida de sufrimiento absurdo e innecesario. Obviamente, se trata de prácticas culturales frontalmente opuestas a los intereses y tendencias de la naturaleza humana.

Fuente: Mosterín, J. (2006), La naturaleza humana, Espasa Calpe, Madrid.

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