Casi
todas las personas toman partido por la vida, a pesar de lo dura que puede ser,
pero en la secta nos parecía importante auxiliar a la la minoría que opta por
el suicidio. Hay buenos y malos motivos para quitarse la vida. Un adolescente desesperado
que piensa en el suicidio luego de una ruptura amorosa, tiene un mal motivo, pues
seguramente el tiempo curaría esa herida. En la secta creíamos que treinta son
los años que hacen falta para conocer la vida. Quien opte por el suicidio debería
entonces haber vivido al menos treinta años, con la excepción de quienes
padezcan una grave enfermedad desde temprana edad. Un sufrimiento tan intenso
que un adulto lo considere insoportable, constituye un buen motivo para quitarse
la vida. Pero el cuerpo es resistente y no se deja apagar tan fácilmente, como
muestran los penosos casos de personas que logran quitarse la vida después de
varios intentos y recurriendo a métodos cada vez más violentos. Hay que ayudar
a los suicidas a conseguir su objetivo. El procedimiento consiste en
proporcionarle una pastilla que lo duerma para que a continuación un médico compasivo
le inyecte una droga letal. En la secta pensábamos que lo ideal sería que
existieran centros para asistir a los suicidas en todas las ciudades del mundo con
al menos un millón de habitantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario