Por Jung Chang y Jon Halliday
En aquel momento [1975], cumplidos
veinticinco años de mandato de Mao, la mayoría de la población vivía en una
pobreza y miseria extremas. En las áreas urbanas, que eran las más
privilegiadas, el racionamiento de comida, ropa y artículos básicos seguía
aplicándose con el mayor rigor. Era frecuente que tres generaciones de la misma
familia vivieran apelotonadas en una pequeña habitación, dado que bajo el
gobierno de Mao la población de las ciudades había aumentado en 100 millones de
personas y sin embargo se habían construido muy pocas viviendas y las obras de
mantenimiento sencillamente no existían. Las prioridades de Mao, y también la
calidad de vida, podían estimarse a partir del dato de que la inversión total
en servicios urbanos (incluyendo agua corriente, electricidad, transporte
público, alcantarillado, etcétera) durante el periodo 1965-1975 representó
menos del 4 por ciento de la destinada a la industria armamentística. La salud
y la educación habían caído muy por debajo del ya ínfimo porcentaje de
inversión que habían recibido en los inicios del mandato de Mao. En el campo,
la mayoría de la población seguía viviendo al borde la inanición. En algunos
lugares, había mujeres adultas que tenían que ir completamente en cueros porque
no tenían ropa para cubrirse. En la ciudad de Yan'an, la antigua capital de
Mao, la gente era más pobre entonces que antes de la llegada de los comunistas,
cuatro décadas antes. La ciudad estaba abarrotada de mendigos hambrientos a los
que se les apresaba y llevaba detenidos cuando llegaban extranjeros a admirar
el antiguo cuartel general de Mao, para a continuación deportarles a sus
pueblos.
Fuente: Chang, J. y J. Halliday (2005), Mao,
Taurus, Madrid.
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