Por Eduardo Galeano
En el mes de marzo del año 2000, sesenta
haitianos se lanzaron a las aguas del mar Caribe, en un barquito de morondanga.
Los sesenta murieron
ahogados.
Como era una noticia de
rutina, nadie se enteró.
Los tragados por las
aguas habían sido, todos, cultivadores de arroz.
Desesperados, huían.
En Haití, los campesinos
arroceros se han convertido en balseros o en mendigos, desde que el Fondo
Monetario Internacional prohibió la protección que el estado brindaba a la
producción nacional.
Ahora Haití compra el
arroz en los Estados Unidos, donde el Fondo Monetario Internacional, que es
bastante distraído, se ha olvidado de prohibir la protección que el estado
brinda a la producción nacional.
Fuente: Galeano, E. (2004), Bocas del tiempo, Siglo XXI, México, D.F.
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