19/4/24

Antístenes

Por Bertrand Russell

Antístenes era un carácter notable; en ciertos aspectos, algo así como Tolstoi. Hasta después de la muerte de Sócrates vivió en el círculo aristocrático de sus condiscípulos y no mostró ningún signo de heterodoxia. Pero algo le incitó –sea la derrota de Atenas, la muerte de Sócrates o cierto disgusto por el ergotismo filosófico–, ya no muy joven, a despreciar las cosas que anteriormente estimara. No tenía nada, sino la simple bondad. Se asoció con los hombres trabajadores y vistió como ellos. Adoptó un aire práctico al perorar, en un estilo que el inculto podía comprender. Reputó de viles a todos los filósofos refinados; cuanto tuviera que conocerse, podía ser conocido por el hombre sencillo. Creía en la «vuelta a la naturaleza», y llevó este credo muy lejos. No había que tener gobierno ni propiedad privada, ni matrimonio, ni religión establecida. Sus seguidores, si no él mismo, condenaron la esclavitud. No era exactamente ascético, pero despreciaba el lujo y todo lo que fomentaba los placeres artificiales de los sentidos. «He sido más bien loco que voluptuoso», dice.

Fuente: Russell, B. (1946), Historia de la filosofía occidental, Espasa, Madrid.

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