Por Mario Bunge
Una
rápida mirada a los Gobiernos existentes muestra que pueden ser agrupados en
los siguientes tipos, de izquierda a derecha: socialdemócratas (por ejemplo, el
sueco), liberal demócratas (como los de la India, Francia y Canadá),
conservadores (como el estadounidense) y dictatoriales (como el chino y el
iraní). Sin embargo, esta agrupación, aun si fuera correcta, no dice mucho
acerca del buen gobierno ni del bienestar de los gobernados. Por ejemplo, si
bien todos los Gobiernos japoneses han sido conservadores, la japonesa es una
de las más igualitarias de las sociedades desarrolladas en lo referente a la
distribución de los ingresos, aunque no en lo concerniente a estatus y rango.
En cambio, la sociedad británica está casi tan rígidamente estratificada como
siempre lo ha estado, muy por debajo de Japón y Suecia y solo un paso por
delante de España en lo que toca a desarrollo humano.
Sostengo la obviedad de que un buen
Gobierno es aquel que ayuda a mejorar el nivel de desarrollo de su pueblo,
medido según indicadores económicos, culturales y políticos. Un mal Gobierno es
aquel que crea o aumenta algunos déficits, ya sean económicos (fiscal y
comercial), sociales (en el estándar de vida, la salud pública y la educación)
o políticos (participación ciudadana y cooperación internacional). De acuerdo
con estas medidas objetivas, los Estados de bienestar son los mejores y los
autoritarios, así como los neoliberales, los peores.
Fuente:
Bunge, M. (2009), Filosofía política, Gedisa, Barcelona.
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