Por Robert Engelman
Imagen tomada de https://bit.ly/2lfm5iU
El primer presidente de Túnez, Habib
Bourguiba, puso en marcha en 1957 una serie de medidas que supusieron un cambio
radical en el estatus legal y en la salud reproductora de las tunecinas; una
transformación difícil de imaginar en un país musulmán. Bourguiba les garantizó
plenos derechos de ciudadanía, entre ellos el derecho a votar y a prescindir
del velo. Se comprometió a implantar la educación primaria universal para niñas
y niños, prohibió la poligamia, elevó la edad mínima para contraer matrimonio y
concedió a la esposa el derecho al divorcio. Legalizó los anticonceptivos y
subvencionó el aborto a las madres de familia numerosa. Hacia mediados de los
años sesenta, las clínicas ambulantes de planificación familiar ofrecían
anticonceptivos orales en todo el país. Bourguiba no era demócrata –la Asamblea
Nacional, a la cual controlaba con mano de hierro, lo eligió presidente
vitalicio en 1975–, pero sus reformas sociales se mantuvieron tras su
derrocamiento en 1987. La fecundidad de las tunecinas descendió de siete a dos
hijos a comienzos del presente siglo (desde entonces ha aumentado levemente).
Fuente: Engelman, R. (2016), «Seis mil
millones de africanos», Investigación y Ciencia,
475, pp. 28-35.
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