18/8/23

Ventana sobre la herencia

Por Eduardo Galeano

Pola Bonilla modelaba barros y niños. Ella era ceramista de buena mano y maestra de escuela en los campos de Maldonado; y en los veranos ofrecía a los turistas sus cacharros y chocolate con churros.

Pola adoptó a un negrito nacido en la pobreza, de los muchos que llegan al mundo sin un pan bajo el brazo, y lo crió como hijo.

Cuando ella murió, él ya era hombre crecido y con oficio. Entonces los parientes de Pola le dijeron:

Entrá en la casa y llevate lo que quieras.

Él salió con la foto de ella bajo el brazo y se perdió en el camino.

Fuente: Galeano, E. (1993), Las palabras andantes, Siglo Veintiuno, México, D.F.

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