Por Noam Chomsky
Para los libertarios del siglo XVIII, los
principales enemigos de la libertad eran el sistema feudal, la esclavitud y dos
poderosas instituciones: la Iglesia y el Estado. Concebían un orden social en
el cual los individuos (más exactamente, los hombres blancos con propiedades)
serían más o menos iguales y libres, una vez que esas barreras hacia la
libertad hubiesen sido eliminadas. No podían prever la centralización del poder
efectivo en el sistema industrial y financiero del capitalismo corporativo.
Para aplicar sus ideales libertarios al mundo moderno, hay que ir más allá de
la preocupación por el papel coercitivo de la Iglesia y del Estado. Los
verdaderos herederos del liberalismo clásico, en mi opinión, son los socialistas
libertarios y los anarquistas, quienes se oponen a las estructuras jerárquicas
y a las instituciones autoritarias en un ámbito mucho más amplio.
Fuente: Chomsky, N. (1988), Sobre el poder
y la ideología, A. Machado Libros, Madrid.
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