Por Mario Bunge
Para
que un gobierno sea legítimo, debe cumplir dos condiciones: debe gozar de
amplio apoyo popular y debe comportarse moralmente, o sea, trabajar al servicio
del pueblo en lugar de servirse de él. Por ejemplo, los gobiernos peronistas
gozaron de legitimidad política porque fueron libremente elegidos por grandes
mayorías. Pero su legitimidad moral es dudosa, ya que hicieron tanto o más mal
que bien. Por ejemplo, los dos primeros gobiernos peronistas ampliaron la
legislación laboral, pero sometieron al movimiento obrero; dieron el voto a la
mujer, pero la engañaron; construyeron edificios escolares, pero transformaron
las escuelas en centros de adoctrinamiento partidario; abrieron nuevos mercados
internacionales, pero inauguraron la inflación; aseguraron el libre sufragio,
pero no la libertad de asociación ni de expresión. Para colmo, minaron la débil
cultura superior.
Fuente:
Bunge, M. (2006), 100 ideas, Laetoli, Pamplona.
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