Por Eduardo Galeano
1910
Ciudad
de México
…
Por
cumplirse cien años de la independencia de México, todos los burdeles de la
capital lucen el retrato del presidente Porfirio Díaz.
En la ciudad de México, dos de cada diez
mujeres jóvenes ejercen la prostitución. Paz y Orden, Orden y Progreso: la ley
regula este oficio tan numeroso. La ley de burdeles, promulgada por don
Porfirio, prohíbe practicar el comercio carnal sin el debido disimulo o en las
cercanías de escuelas e iglesias. También prohíbe la mezcla de clases sociales –en
los burdeles sólo habrá mujeres de la clase a la que pertenezcan los clientes–,
a la par que impone controles sanitarios y gravámenes y obliga a las matronas a
impedir que sus pupilas salgan a la calle reunidas en grupos que llamen la
atención. No siendo en grupos, pueden salir: condenadas a malvivir entre la
cama, el hospital y la cárcel, las putas tienen al menos el derecho a uno que
otro paseíto por la ciudad. En este sentido, son más afortunadas que los
indios. Por orden del presidente, indio mixteco casi puro, los indios no pueden
caminar por las avenidas principales ni sentarse en las plazas públicas.
Fuente:
Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.
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