26/9/19

Heráclito de Éfesos

Por Jesús  Mosterín
 Imagen tomada de https://bit.ly/2HPnVk8
El último de los grandes pensadores jonios del siglo -VI fue Heráclito de Éfesos (en griego, Heráklitos Efésios). Nació en la ciudad de Éfesos, importante puerto de la costa oriental del Egeo, en el seno de una familia aristocrática que decía descender del fundador de la ciudad, por lo que conservaba el privilegio hereditario de nombrar entre sus miembros al rey de la ciudad, cargo por lo demás meramente honorífico. Heráclito renunció a ese privilegio, cediéndoselo a su hermano.
No sabemos casi nada de la vida de Heráclito, pero debió sufrir graves desengaños y reveses, pues en los fragmentos que se conservan de su escrito se nos aparece como un hombre amargado y lleno de desprecio tanto por la masa de sus contemporáneos como por los sabios que lo precedieron. La mayoría de los humanes son malos e imbéciles. En particular, sus paisanos de Éfesos debieron ahorcarse todos, al menos los adultos, dejando la ciudad a los niños. Expulsaron a Hermódoros, porque era el mejor de entre ellos, pues querían ser todos iguales. Pero un hombre excelente vale por diez mil vulgares. ¡Qué triste espectáculo el de los hombres, atontados y sonámbulos, ciegos para lo que tienen delante, incapaces de hablar, de escuchar y de entender lo que oyen! Y no pensemos que los helenos famosos por su sabiduría eran mejores. Homero era un falsario y mentiroso que merecía ser azotado. Hesíodo ni siquiera sabía lo que eran el día y la noche. Los más recientes, como Pitágoras, Xenofanes y Hecateo, tampoco habían logrado entender nada, pues el aprender muchas cosas sueltas no proporciona entendimiento alguno. En realidad, la presunta sabiduría de Pitágoras se reduce a vana erudición e impostura.
Fuente: Mosterín, J. (2006), La Hélade, Alianza Editorial, Madrid.

No hay comentarios: