18/4/25

Los auténticos criminales

Por Noam Chomsky

[En la guerra de Vietnam], los criminales no fueron un puñado de soldados [estadounidenses] rasos enloquecidos a los que les llovían disparos por todas partes en el campo de batalla, unos soldados que no sabían si iban a estar vivos segundos después. Lo que hicieron fue horrible, pero ellos no son los auténticos criminales. … Los auténticos criminales son los tipos que planeaban en sus confortables oficinas los ataques de los B-52 sobre las aldeas, los tipos de Washington que diseñaron la genial estrategia para masacrar a los habitantes de Vietnam del Sur. Pero los medios de comunicación y todo el establishment liberal apuntaron en otra dirección. Se metieron con el soldado raso, con el débil, con el indefenso. No se puede perdonar lo que hicieron: fue horrible. Pero se les puede comprender. A los que no se puede comprender es a los mandos militares, a los generales y a los altos cargos civiles que estaban por encima de ellos; ésa es la parte que no se puede perdonar en absoluto.

Fuente: Chomsky, N. (1993), Crónicas de la discrepancia, Visor, Madrid. 

11/4/25

Hacia la muerte gritando

Por Robert Service

Según las cifras oficiales, en 1937-1938 se ejecutó a 681.692 personas [en la Unión Soviética]. Es muy probable que esta sea una estimación a la baja, pero en cualquier caso el número de muertes causadas por la represión en general fue mucho mayor porque la gente también pareció a causa de las condiciones inhumanas que padecieron durante su cautiverio. De manera provisional, se calcula que en esos dos únicos años entre un millón y un millón y medio de personas bajo la custodia del NKVD [Comisariado del Pueblo para los Asuntos Internos] murió como consecuencia de los pelotones de fusilamiento, los malos tratos físicos y el exceso de trabajo. Los judíos y gitanos exterminados por Hitler sabían que estaban muriendo por el hecho de ser judíos y gitanos, mientras que el terror de Stalin era más caótico y confuso: millares de personas se encaminaron hacia la muerte gritando que eran partidarios fervientes de Stalin.

Service, R. (1997), Historia de Rusia en el siglo XX, Crítica, Barcelona.

4/4/25

Epicuro

Por Eduardo Galeano

En su jardín de Atenas, Epicuro hablaba contra los miedos. Contra el miedo a los dioses, a la muerte, al dolor y al fracaso.

Es pura vanidad, decía, creer que los dioses se ocupan de nosotros. Desde su inmortalidad, desde su perfección, ellos no nos otorgan premios ni castigos. Los dioses no son temibles porque nosotros, efímeros, mal hechos, no merecemos nada más que su indiferencia.

Tampoco la muerte es temible, decía. Mientras nosotros somos, ella no es; y cuando ella es, nosotros dejamos de ser.

¿Miedo al dolor? Es el miedo al dolor el que más duele, pero nada hay más placentero que el placer cuando el dolor se va.

¿Y el miedo al fracaso? ¿Qué fracaso? Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco, pero ¿qué gloria podría compararse al goce de charlar con los amigos en una tarde de sol? ¿Qué poder puede tanto como la necesidad que nos empuja a amar, a comer, a beber?

Hagamos dichosa, proponía Epicuro, la inevitable mortalidad de la vida.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

28/3/25

Dominus vobiscum

Por Eduardo Galeano

1774

San Andrés Itzapan

Los indios están obligados a escupir cada vez que nombran a cualquiera de sus dioses.

Están obligados a bailar danzas nuevas, el Baile de la Conquista y el Baile de Moros y Cristianos, que celebran la invasión de América y la humillación de los infieles.

Están obligados a cubrir sus cuerpos, porque la lucha contra la idolatría es también una lucha contra la desnudez, la peligrosa desnudez que produce en quien la contempla, según el arzobispo de Guatemala, mucha lesión en el cerebro.

Están obligados a repetir de memoria el Alabado, el Avemaría y el Padrenuestro.

¿Se han hecho cristianos los indios de Guatemala?

El fraile doctrinero de San Andrés Itzapan no está muy seguro. Dice que ha explicado el misterio de la Santísima Trinidad doblando un paño y mostrándolo a los indios: Mirad: un solo paño en tres dobleces. Así también Dios es uno en tres. Y dice que los indios quedaron convencidos de que Dios es de paño.

Los indios pasean a la Virgen en andas de plumas, y llamándola Abuela de la Luz le piden cada noche que mañana traiga el sol; pero con mayor devoción veneran a la serpiente que ella aplasta bajo el pie. Ofrecen incienso a la serpiente, viejo dios que da buen maíz y buen venado y ayuda a matar enemigos. Más que a san Jorge celebran al dragón, cubriéndolo de flores; y las flores al pie del jinete Santiago rinden homenaje al caballo, no al apóstol. Se reconocen en Jesús, que fue condenado sin pruebas, como ellos; pero no adoran la cruz por ser símbolo de su inmolación, sino porque la cruz tiene la forma del fecundo encuentro entre la lluvia y la tierra.

Fuente: Galeano, E. (1984), Memoria del fuego 2: Las caras y las máscaras, Siglo Veintiuno, Buenos Aires.

21/3/25

Nixon y Kissinger

Por Noam Chomsky

El 27 de mayo [de 2004] el New York Times publicó un artículo sobre las conversaciones entre Henry Kissinger y Richard Nixon, en el que figuraba una de las frases más alucinantes que he leído en mi vida. Kissinger luchó contra viento y marea para que los tribunales impidiesen que saliesen a la luz aquellas transcripciones, pero al final los jueces lo permitieron. Vas leyéndolas y de repente te encuentras con que en un momento dado Nixon informó a Kissinger de su intención de asaltar Camboya con el pretexto de que hacían falta suministros aerotransportados. Nixon le dijo: «Quiero que no dejen títere con cabeza». Y Kissinger transmitió al Pentágono la orden de llevar a cabo una «campaña intensa de bombardeos sobre Camboya. Que disparen contra todo lo que se mueva». Este es el llamamiento más explícito a lo que denominamos genocidio, cuando lo cometen otros, que yo haya visto en los anales de la historia.

En estos momentos [2004] se está juzgando a Slobodan Milošević, el ex presidente de Yugoslavia. Los fiscales se están enfrentando a ciertos obstáculos porque no consiguen encontrar órdenes directas que relacionen a Milošević con las atrocidades cometidas en territorio bosnio. Supón que encuentran una frase de Milošević que diga: «Que no dejen títere con cabeza. Que disparen contra todo lo que se mueva». Con eso se acabaría el juicio y se condenaría a Milošević a varias cadenas perpetuas. Sin embargo, no consiguen encontrar ningún documento de esta naturaleza.

¿Hubo alguna reacción a la publicación de las transcripciones de las conversaciones entre Nixon y Kissinger? ¿Alguien se fijó? Yo he traído el asunto a colación en varias charlas y me he dado cuenta de que la gente no parece entenderlo. Es posible que lo entiendan en cuanto me lo oyen decir, pero no al cabo de cinco minutos, porque resulta demasiado intolerable. No puede ser que hagamos llamamientos abiertos y públicos al genocidio y que lo cometamos a continuación. Eso no puede ser. Por tanto, jamás ha sucedido nada así. Y, por tanto, ni siquiera hay que borrarlo de la historia, porque en la historia nunca entrará nada así.

Chomsky, N. (2005), Ambiciones imperiales, Península, Barcelona.

14/3/25

El embarque

Por Eduardo Galeano

1618

Luanda

Han sido atrapados por las redes de los cazadores y marchan hacia la costa, atados unos a otros por el cuello, mientras resuenan los tambores del dolor en las aldeas.

En la costa africana, un esclavo vale cuarenta collares de vidrio o un pito con cadena o un par de pistolas o un puñado de balas. Los mosquetes y los machetes, el aguardiente, las sedas de China y los percales de la India se pagan con carne humana.

Un fraile recorre las filas de cautivos en la plaza principal del puerto de Luanda. Cada esclavo recibe una pizca de sal en la lengua, una salpicadura de agua bendita en la cabeza y un nombre cristiano. Los intérpretes traducen el sermón: Ahora sois hijos de Dios... El sacerdote les manda no pensar en las tierras que abandonan y no comer carne de perro, rata ni caballo. Les recuerda la epístola de San Pablo a los efesios (Siervos, ¡servid a vuestros amos!) y la maldición de Noé contra los hijos de Cam, que quedaron negros por los siglos de los siglos.

Ven el mar por primera vez y los aterroriza esa enorme bestia que ruge. Creen que los blancos se los llevan a un lejano matadero, para comérselos y hacer aceite y grasa de ellos. Los látigos de piel de hipopótamo los empujan a las enormes canoas que atraviesan las rompientes. En las naves, los amenazan los cañones de popa y proa, con las mechas encendidas. Los grillos y las cadenas impiden que se arrojen a la mar.

Muchos morirán en la travesía. Los sobrevivientes serán vendidos en los mercados de América y otra vez señalados con el hierro candente.

Nunca olvidarán a sus dioses. Oxalá, a la vez hombre y mujer, se disfrazará de san Jerónimo y santa Bárbara. Obatalá será Jesucristo; y Oshún, espíritu de la sensualidad y las aguas frescas, se convertirá en la Virgen de la Candelaria, la Concepción, la Caridad o los Placeres, y será santa Ana en la isla de Trinidad. Por detrás de san Jorge, san Antonio o san Miguel, asomarán los hierros de Ogum, dios de la guerra; y dentro de san Lázaro cantará Babalú. Los truenos y los fuegos del temible Shangó transfigurarán a san Juan Bautista y a santa Bárbara. En Cuba Elegguá seguirá teniendo dos caras, la vida y la muerte, y al sur del Brasil Exú tendrá dos cabezas, Dios y el Diablo, para ofrecer a sus fieles consuelo y venganza.

Fuente: Galeano, E. (1982), Memoria del fuego I. Los nacimientos, Siglo XXI, México, D.F.

7/3/25

La democracia griega

Por Eduardo Galeano

La democracia griega amaba la libertad, pero vivía de sus prisioneros. Los esclavos y las esclavas labraban tierras,

abrían caminos,

excavaban montañas en busca de plata y de piedras,

alzaban casas,

tejían ropas,

cosían calzados,

cocinaban,

lavaban,

barrían,

forjaban lanzas y corazas, azadas y martillos,

daban placer en las fiestas y en los burdeles

y criaban a los hijos de sus amos.

Un esclavo era más barato que una mula. La esclavitud, tema despreciable, rara vez aparecía en la poesía, en el teatro o en las pinturas que decoraban las vasijas y los muros. Los filósofos la ignoraban, como no fuera para confirmar que ése era el destino natural de los seres inferiores, y para encender la alarma. Cuidado con ellos, advertía Platón. Los esclavos, decía, tienen una inevitable tendencia a odiar a sus amos y sólo una constante vigilancia podrá impedir que nos asesinen a todos.

Y Aristóteles sostenía que el entrenamiento militar de los ciudadanos era imprescindible, por la inseguridad reinante.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

28/2/25

Un saludo

Por Jesús Mosterín

Somos sistemas físicos, partes del Universo, pero no partes cualesquiera: somos (o podemos llegar a ser) partes conscientes del Universo y, por tanto, partes de la conciencia cósmica. La conciencia cósmica es la conciencia distribuida del Universo (la «conciencia divina», si se quiere hablar metafóricamente). Cuando nuestro cerebro piensa, decimos que nosotros pensamos. Nuestro cerebro es parte nuestra, pero nosotros somos partes del Universo y, por tanto, nuestro cerebro es parte del Universo. Cuando pensamos en el Universo con nuestro cerebro, el Universo se piensa a sí mismo en nuestro cerebro. Nuestros pensamientos son chipas «divinas», chispas de la conciencia cósmica. Es posible que otras criaturas inteligentes piensen también en el Universo en algún otro lugar en la vasta inmensidad del espaciotiempo, pero no lo sabemos. Si existen, ellos son también partes de la conciencia cósmica distribuida, participantes, como nosotros, en la autoconciencia universal. No sabemos si existen. Por si acaso, desde aquí les envío un saludo.

Fuente: Mosterín, J. (2013), Ciencia, filosofía y racionalidad, Gedisa, Barcelona.

21/2/25

José María Arguedas

Por Eduardo Galeano

1969

Lima

 

Imagen tomada de https://shorturl.at/b7sKB

Arguedas se parte el cráneo de un balazo. Su historia es la historia del Perú; y enfermo de Perú se mata.

Hijo de blancos, José María Arguedas había sido criado por los indios. Habló quechua durante toda su infancia. A los diecisiete años fue arrancado de la sierra y arrojado a la costa; salió de los pueblitos comuneros para entrar en las ciudades propietarias.

Aprendió la lengua de los vencedores y en ella habló y escribió. Nunca escribió sobre los vencidos, sino desde ellos. Supo decirlos; pero su hazaña fue su maldición. Sentía que todo lo suyo era traición o fracaso, desgarramiento inútil. No podía ser indio, no quería ser blanco, no soportaba ser a la vez el desprecio y el despreciado.

Caminó el solitario caminante al borde de ese abismo, entre los dos mundos enemigos que le dividían el alma. Muchas avalanchas de angustia le cayeron encima, peores que cualquier alud de lodo y piedras; hasta que fue derribado.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

14/2/25

Aramco

Por Amnistía Internacional

En 2023, la empresa estatal saudí Aramco produjo de media más de 12 millones de barriles de petróleo al día. Su objetivo era aumentar esta producción en cerca de un millón de barriles diarios para 2027 y aumentar su producción de gas natural en un 50% para 2030. Se calculaba que el petróleo y el gas producidos por Aramco habían sido responsables de más del 4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero desde 1965 y, según un estudio, en 2018 representaron alrededor del 4,8% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, la mayor proporción de todas las empresas de petróleo y gas.

Fuente: Amnistía Internacional (2024), La situación de los derechos humanos en el mundo, EDAI, Madrid.

7/2/25

Los gamines

Por Eduardo Galeano

1969

Bogotá

Tienen la calle por casa. Son gatos en el salto y en el manotazo, gorriones en el vuelo, gallitos en la pelea. Vagan en bandadas, en galladas; duermen en racimos, pegados por la helada del amanecer. Comen lo que roban o las sobras que mendigan o la basura que encuentran; apagan el hambre y el miedo aspirando gasolina o pegamento. Tienen dientes grises y caras quemadas por el frío.

Arturo Dueñas, de la gallada de la calle Veintidós, se va de su banda. Está harto de dar el culo y recibir palizas por ser el más pequeño, el chinche, el chichigua; y decide que más vale largarse solo.

Una noche de éstas, noche como cualquier otra noche, Arturo se desliza bajo una mesa de restorán, manotea una pata de pollo y alzándola como estandarte huye por las callejuelas. Cuando encuentra algún oscuro recoveco, se sienta a cenar. Un perrito lo mira y se relame. Varias veces Arturo lo echa y el perrito vuelve. Se miran: son igualitos los dos, hijos de nadie, apaleados, puro hueso y mugre. Arturo se resigna y convida.

Desde entonces andan juntos, patialegres, compartiendo el peligro y el botín y las pulgas. Arturo, que nunca habló con nadie, cuenta sus cosas. El perrito duerme acurrucado a sus pies.

Y una maldita tarde los policías atrapan a Arturo robando buñuelos, lo arrastran a la Estación Quinta y allí le pegan tremenda pateadura. Al tiempo Arturo vuelve a la calle, todo maltrecho. El perrito no aparece. Arturo corre y recorre, busca y rebusca, y no aparece. Mucho pregunta y nada. Mucho lo llama y nada. Nadie en el mundo está tan solo como este niño de siete años que está solo en las calles de la ciudad de Bogotá, ronco de tanto gritar.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

31/1/25

La impunidad de los violadores

Por Amnistía Internacional

[En la República Centroafricana] a fines de 2002 y principios de 2003, los combatientes violaron sistemáticamente a centenares de mujeres. Al parecer, muchas de ellas, incluso ancianas y niñas, fueron violadas por combatientes del MLC [grupo político armado de la República Democrática del Congo], entre los que había niños soldados, mientras que otras fueron violadas por fuerzas leales a François Bozizé. Según informes, a algunas las mataron al oponer resistencia a la violación, o murieron como consecuencia de las lesiones sufridas. Algunas de las sobrevivientes se infectaron de VIH o contrajeron otras enfermedades, a raíz de lo cual sus compañeros las abandonaron. Otras se quedaron embarazadas. En la mayoría de los casos, el gobierno del presidente Patassé no tomó ninguna medida contra los violadores del MLC, ni tampoco se tomaron medidas contra los pertenecientes a las fuerzas dirigidas por François Bozizé ni antes ni después de su acceso al poder en marzo.

Fuente: Amnistía Internacional (2004), Informe 2004, EDAI, Madrid.

24/1/25

Leonardo

Por Eduardo Galeano

A los veintipocos años, los vigilantes de la moral pública, los Oficiales de la Noche, arrancaron a Leonardo del taller del maestro Verrocchio y lo arrojaron a una celda. Dos meses estuvo allí, sin dormir, sin respirar, aterrorizado por la amenaza de la hoguera. La homosexualidad se pagaba con fuego, y una denuncia anónima lo había acusado de cometer sodomía en la persona de Jacopo Saltrelli.

Fue absuelto, por falta de pruebas, y volvió a la vida.

Y pintó obras maestras, casi todas inconclusas, que en la historia del arte inauguraron el esfumado y el claroscuro;

escribió fábulas, leyendas y recetas de cocina;

dibujó a la perfección, por primera vez, los órganos humanos, estudiando anatomía en los cadáveres;

confirmó que el mundo giraba;

inventó el helicóptero, el avión, la bicicleta, el submarino, el paracaídas, la ametralladora, la granada, el mortero, el tanque, la grúa móvil, la excavadora flotante, la máquina de hacer espaguetis, el rallador de pan...

y los domingos compraba pájaros en el mercado y les abría las jaulas.

Quienes lo conocieron dijeron que jamás abrazó a una mujer, pero de su mano nació el retrato más famoso de todos los tiempos. Y fue un retrato de mujer.

Fuente: Galeano, E. (2008), Espejos, Siglo XXI, Buenos Aires.

17/1/25

Campanadas por él

Por Eduardo Galeano

1967

Higueras

¿Ha muerto en 1967, en Bolivia, porque se equivocó de hora y de lugar, de ritmo y de manera? ¿O ha muerto nunca, en ninguna parte, porque no se equivocó en lo que de veras vale para todas las horas y lugares y ritmos y maneras?

Creía que hay que defenderse de las trampas de la codicia, sin bajar jamás la guardia. Cuando era presidente del Banco Nacional de Cuba, firmaba Che los billetes, para burlarse del dinero. Por amor a la gente, despreciaba las cosas. Enfermo está el mundo, creía, donde tener y ser significan lo mismo. No guardó nunca nada para sí, ni pidió nada nunca.

Vivir es darse, creía; y se dio.

Fuente: Galeano, E. (1986), Memoria del fuego 3 EL SIGLO DEL VIENTO, Siglo Veintiuno, Madrid.

10/1/25

China y Roma

Por Jesús Mosterín

El Imperio Han del Este fue contemporáneo del Imperio Romano. Entre ambos imperios se aprecian semejanzas, aparte de las cronológicas. El Imperio Romano siempre estaba amenazado por los pueblos bárbaros germánicos del norte. El Imperio Han tenía sus fronteras septentrionales igualmente amenazadas por los nómadas de la estepa del norte, como los yuezhi y los xiongnu. Para protegerse de esa amenaza, los chinos construyeron y reconstruyeron la Gran Muralla China. Los romanos fortificaron el limes, sobre todo en el Rin y el Danubio. También había notables diferencias. Toda la cultura china tenía un sabor «de tierra adentro», frente al marítimo del mundo mediterráneo greco-romano clásico. El emperador chino –fuera de las audiencias solmenes y las ceremonias– vivía aislado del mundo, en su palacio, rodeado de sus mujeres y concubinas y de los eunucos. La importancia de los eunucos en la corte china contrasta con su ausencia en la romana. Los emperadores romanos tenían un carácter más militar; los chinos, más civil. En China nunca existió el concepto de la ciudad-estado o pólis; tampoco el de pueblo (populus). China desconocía la elección de los altos cargos que practicaba Roma. Y Roma ignoraba lo que era una burocracia profesional concienzudamente preparada y seleccionada mediante exámenes, como la china.

Mosterín, J. (2007), China, Alianza Editorial, Madrid.

3/1/25

Cada vez

Por Jorge Luis Borges

No paso ante la Recoleta sin recordar que están sepultados ahí mi padre, mis abuelos y trasabuelos, como yo lo estaré; luego recuerdo ya haber recordado lo mismo, ya innumerables veces; no puedo caminar por los arrabales en la soledad de la noche, sin pensar que ésta nos agrada porque suprime los ociosos detalles, como el recuerdo; no puedo lamentar la perdición de un amor o de una amistad sin meditar que sólo se pierde lo que realmente no se ha tenido; cada vez que atravieso una de las esquinas del Sur, pienso en usted, Helena; cada vez que el aire me trae un olor de eucaliptos, pienso en Adrogué, en mi niñez; cada vez que recuerdo el fragmento 91 de Heráclito: "No bajarás dos veces al mismo río", admiro su destreza dialéctica, pues la facilidad con que aceptamos el primer sentido ("El río es otro") nos impone clandestinamente el segundo ("Soy otro") y nos concede la ilusión de haberlo inventado; cada vez que oigo a un germanófilo vituperar el yiddish, reflexiono que el yiddish es, ante todo, un dialecto alemán, apenas maculado por el idioma del Espíritu Santo.

Borges, J. L. (1952), Inquisiciones / Otras inquisiciones, Random House Mondadori, Barcelona.