Por Eduardo Galeano
Mis
certezas desayunan dudas. Y hay días en que me siento extranjero en Montevideo
y en cualquier otra parte. En esos días, días sin sol, noches sin luna, ningún
lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras
no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido.
Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a ninguna parte,
y no quiero estar con nadie, ni siquiera conmigo, y no tengo, ni quiero tener,
nombre ninguno: entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.
Fuente:
Galeano, E. (1989), El libro de los abrazos, Siglo XXI, Madrid.
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